No me gusta que me hagan llamadas como esta. Me llenan de rabia y te cagas en todo / de todo. Carlos se ha ido.
A Álvarez-Nóvoa, a Carlos, lo conocí en Sevilla. Esos días en los que preparábamos El amor no es lo que era y donde junto a él y Petra Martínez ensayamos y conversamos sobre teatro, cine, política y militancia. Carlos era una estrella. Por eso Max, el de Valle-Inclán, fue un personaje que le persiguió durante muchos años.
Carlos fue profesor en el Centro Andaluz de Teatro, donde salieron una gran cantidad de actores, dramaturgos y directores andaluces. Todos lo tenían por un maestro. Cada vez que conocía a algún andaluz del sector me hablaba maravillas de Carlos. Allí forjó su amor por Valle-Inclán. Como yo era profesor de literatura dramática, enseguida conectamos. Su primer día de rodaje apareció con un libro para mi. Era un estudio sobre Luces de Bohemia que había escrito de su puño y letra, La noche de Max Estrella se llamaba. Luego lo convertiría en un monólogo que él mismo interpretó.
Para el equipo de la película Carlos fue un premio con su Albert, ese socarrón entrañable que interpretó en El amor no es lo que era. Recuerdo que en el festival de Glasgow, al llegar nos saludó la directora del evento y nos dio un gran abrazo mientras nos decía “Albert, un genio. Lovely Carlos”. Se había enamorado de su interpretación. Quien no. Se llevó el premio a mejor actor en otro festival, el Uptown Film Festival, por esa mezcla de mala baba y ternura que tenía su Albert. Ese rodaje, esos días, fueron recuerdos memorables con Carlos y Petra.
Paloma, la productora de la película, le tenía un gran aprecio. Siempre me lo decía: se parecía mucho mucho a su padre. Y es que Carlos fue como ese padre que quieres tener, con el que puedes hablar de teatro, cine, de política, de tantas cosas.
Hace un mes aproximadamente me escribió por mail. Me hablaba de cómo le iba, y de su familia (sus hijos trabajan también en el sector audiovisual. Les mando un gran abrazo). Sabía que tenía una obra teatral este año y ya tenía pensado moverme a Madrid o Barcelona, tenía que revisar por donde iría la gira e ir a verle. Ya no podrá ser.
A un actor, a un gran actor como Carlos, lo ha seguido una estrella. Muchos lo conocimos tarde, cuando Solas nos deslumbró. Pero antes lo fue, actor, director, dramaturgo, docente. Todos en Sevilla, en Andalucía, todos los que han trabajo con él tienen algún momento, algún recuerdo entrañable con Carlos. Esa era su estrella. Una gran y buena estrella.
No sé que va a pasar cuando le vea en La novia. Me había hablado de su personaje. Seguramente lloraré sentado en la butaca del cine. Y me da igual si el drama es de su personaje o de otro. Yo lloraré.
En todo caso, recordémoslo ahí, en la pantalla o en las tablas del teatro, donde era un grandísimo actor.
Carlos, llévate algunas palabras de Valle allá donde te hayas ido. Y que sean de Max, al que tanto conociste.
"MAX.- Latino, ya no puedo gritar... ¡Me muero de rabia!... Estoy masticando ortigas. Ese muerto sabía su fin... No le asustaba, pero temía el tormento... La Leyenda Negra, en estos días menguados, es la Historia de España. Nuestra vida es un círculo dantesco. Rabia y vergüenza. Me muero de hambre, satisfecho de no haber llevado una triste velilla en la trágica mojiganga. ¿Has oído los comentarios de esa gente, viejo canalla? Tú eres como ellos, peor que ellos, porque no tienes una peseta y propagas la mala literatura, por entregas. Latino, vil corredor de aventuras insulsas, llévame al Viaducto. Te invito a regenerarte con un vuelo."