Este año ha sido duro para la hostelería. Sin embargo, el número de nuevas aperturas en la ciudad –y la solidez detrás de cada proyecto– nos dicen que hay ganas, público y esperanza
Qué año más raro. Empezó mal, pero tras ese 2020 distópico, la cosa solo podía ir a mejor. La promesa de la vacuna nos mantuvo con fuerzas la primera parte del año y lo cierto es que, a pesar de los baches y de este giro de guion de las últimas semanas, 2021 ha sido un año muy agrio para muchos hosteleros pero también dulce para otros. A pesar de los cierres, las restricciones, los aforos o la dificultad para encontrar plantilla, en la ciudad han abierto un buen puñado de bares, restaurantes o cafeterías que nos han hecho olvidar durante un ratito todos lo malo de los últimos meses.
Hacemos un repaso por algunas de las aperturas de este 2021 que merece la pena que visites, si es que no lo has hecho ya. No son las únicas, pero sí las que más nos han gustado.
Como este año ya no lo medimos en meses sino en olas, Kabanyal Canyamelar fue un soplo de aire fresco que abrió sus puertas cuando la cuarta ola remitía. Una alegría que nos dejaba una gran barra que hasta meses después no pudimos saborear, una terraza inmensa (de tamaño y de gustosa) en la que ser felices de día –bajo las sombra de ese árbol que debe llevar custodiando Els Poblats Marítims unas cuantas décadas– pero también en las noches de verano–, y una propuesta gastronómica que no puede ir más en sintonía con el barrio. El responsable de diseñar la carta fue Nacho Romero, que en este caso actúa de asesor gastronómico. Los dueños, Tomás Marco y Paco Ródenas, también criados en el barrio, como Nacho, saben lo que hacen. La pelota de cocido de Benissa o cualquiera de sus cocas son un 10.
Después del bar Mistela y La Sastrería, teníamos bastante claro que el nuevo proyecto del Grupo Gastroadictos tenía muchas papeletas para coronarse como otro gran éxito a los a cosechados. Y así fue. Al principio de la avenida del Puerto, junto a la casa del médico, de nuevo en una zona poco explotada –como hicieron con el bar Mistela en Nou Benicalap– abrió este bar que como su hermano mayor, también explora en el recetario valenciano y en el producto bien tratado. Abren en horario ininterrumpido desde las 9 de la mañana hasta pasada la medianoche. Sus almuerzos ya son imprescindibles en la zona. Un dato importante para los que cenamos por ahí cualquier día de la semana: abren los lunes.
Otra de las aperturas del año (va, me voy a mojar, para mí, LA apertura del año). Ultramarinos Huerta es el sueño de Óscar Casasnovas y su mujer Pepa (al frente del bar Congo) junto a Arturo Salvetti. Y no se me ocurre una definición mejor que la que Arturo le dio al boss Jesús Terrés en este artículo: "Aquí hemos venido a compartir, a reírnos y a pasarlo de cojones". Pues eso es Ultramarinos Huerta. Platos al centro, una carta no demasiado extensa en la que se aseguran que todo sea sobresaliente, fuera de carta irresistibles y días dedicados a platos de cuchara como el gazpacho manchego (todos los jueves) o los garbanzos con bacalao, espinacas y huevo frito (viernes). Y lo mejor, un trato excepcional y un local con solera que invita a pasarlo bien.
A pesar de la oferta cada vez más extensa, todavía hay hueco en El Cabanyal para restaurantes con un discurso honesto. Es el caso de Fets, el restaurante que abrió Juanjo Gallart, a las pocas semanas de que la hostelería pudiese volver a abrir sus puertas en marzo. 'Terra, mar i horta' son sus mandamientos y a ellos se acoge el cocinero que estudió en GASMA, aunque ya tenía rodaje en hostelería con el restaurante Diecisiete Veintisiete en Bronchales. El local es bonito y luminoso y su terraza, para tener en la lista de más deseadas. Juanjo es un joven valiente y con las cosas claras. Con un poco de suerte, le irá muy bien.
Capicúa son Laura y Marta Benito, dos hermanas de las que ya habló nuestras compañera Lidia Caro cuando contó cómo se las apañan en los rodajes a la hora de comer. Este año, las hermanas abrieron un local donde todo el mundo –y no solo el audiovisual valenciano–pudiese ir a probar sus platos. También lo relataba así de bien Lidia: "Con esta novedad, abandonan el nomadismo de trabajar para rodajes y eventos y se asientan en un reformadísimo local que reivindica la apropiación de un espacio en un barrio que entre franquicias y desidia, ha perdido su lustrosidad. Casa Capicúa podría parecer, de primeras, una iniciativa más propia de Ruzafa que de La Roqueta, pero con esta apertura, la dupla persigue salirse de los guetos gastronómicos y llegar a un público más variopinto". En Casa Capicúa se puede desayunar o almorzar (la tostada de aguacate es...), tomar un café del bueno o disfrutar de su menú diario. Una oferta sencilla en un local precioso. Una estupenda noticia para la calle Jesús.
Alejandro del Toro nos sorprendió cuando en julio anunció que cerraba el restaurante que durante 21 años había llevado su nombre en Amadeo de Saboya. Lo hizo sin un ápice de sentimentalismo. "Es el fin de una etapa para dar comienzo a otra", explicaba entonces. Sin dar demasiadas pistas en ese momento, un mes después supimos que ese refería a Albacora, el nuevo restaurante de su hija Yaneth Álvarez, en el que él simplemente estaría echando una mano en el arranque. Albacora está en la Marina Sur, en el local donde estuvo Sausalito, y comer allí es cómo hacerlo sobre un barco en medio del mar. Pocas vistas como las que se contemplan desde aquí. La propuesta se centra en recetario valenciano, producto del mar y arroces. Un restaurante familiar, donde se come bien y con un tique medio muy razonable.
No creo que hasta la apertura de Punk-o existiese en València ningún restaurante de cocina filipina. Después de varios años en los fogones del Garatge, Nanay se decidió a abrir su propio local y enseñarnos a qué sabe el humba, los ngohoing o el pancit; todos platos de la cocina tradicional y callejera de su país de origen. "El pungko pungko es como se llama en la isla de Cebú -donde nació Nanay- a los puestos de comida callejera. Puede traducirse como “sentaditos”, ya que en estos puestos uno se sienta en sillas o bancos muy bajitos, compartiendo plato en mesas colectivas alargadas", explicaba Marta Moreira a las pocas semanas de abrir. Punk-o Punk-ose ubica en una de las esquinas más concurridas de Ruzafa y su éxito ha sido inmediato. Qué suerte que todavía existan cocinas y sabores por descubrir.
No olvidemos que nos hemos pasado buena parte del pasado año y casi el primer trimestre de este 2021 tirando de delivery, y que la comida a domicilio ha experimentado en muy poco un salto cualitativo enorme. Mamua Kitchen es hija de su tiempo. El proyecto de Sergio Rozas e Ibai Bengoechea es lo que se conoce como una dark kitchen (un local donde se cocina únicamente para delivery o también take away, pero donde no hay mesas para sentarse ni espacio para atender al cliente). "En julio de 2020 empezamos a diseñar el proyecto y unos meses más tarde, en diciembre, con muchísimas ganas y con el respaldo de Lanzadera, lo hicimos realidad. Aparte de la situación excepcional que vivíamos, nos dimos cuenta de que había un hueco en el mercado del food delivery. Y que se demandaba una cocina para casa de calidad, creativa, versátil y real" le explicaba el cocinero Sergio Rozas a Lida Caro en este artículo. Sergio ha estado cinco años trabajando al lado de Ricard Camarena y al frente de su restaurante gastronómico. La carta, no se enmarca en un único estilo de cocina. Hay hamburguesas, pitas, sabores asiáticos, entrantes y ensaladas y una zona dulce. Han hecho colaboraciones de platos con otros restaurantes como Basea, Mundua o Gallina Negra. Si buscan delivery del bueno, no lo duden.
A poco más de un mes para que acabase el año, Ricard Camarena anunció su quina apertura. Bar X (genial juego de palabras con su localidad natal) lleva cuatro semanas en funcionamiento en el espacio del Mercado de Colón que ocupó CocaLoka. Abierto desde la doce de la mañana hasta las doce de la noche, su idea es "ofrecer una cocina y un servicio 'auténtico, divertido, versátil y apetecible", explicaba el cocinero. En Bar X hay gamba roja, cigala o quisquilla de Santa Pola pero también ensaladilla, bravas, boquerones en vinagre o tortilla de patata. Y se queda hueco, se puede acabar con un bocadillo, una hamburguesa o unas chuletitas de lechal. El nuevo local de Camarena es una bar y como tal tiene mucho protagonismo la barra. Ese punto de encuentro al que hemos tenido que renunciar tantos meses este año y que hace poco, pudimos volver a celebrar. Crucemos los dedos para que duren.
La penúltima de las aperturas (por orden cronológico) le corresponde al barrio de Arrancapins, donde casi al mismo tiempo que Bar X abría Ardacho en el barrio de Arrancapins. Detrás del proyecto, los dueños del Bar Camaleón, Enrique y Rocío, que han dado el salto a un local con un punto más gastronómico para poder hacer todo lo que no pueden en el Camaleón por espacio, por clientela y porque no les da la vida. Como jefe de cocina, Alberto Lozano (doce años en Entrevins), lo que demuestra que la cosa va en serio. Un local con un interiorismo precioso donde estuvo Montes. Otro hit más para el barrio.
A pesar de ser la última apertura del año, era una de las que más expectativas habían levantado. Sergio Giraldo y Cristobal Bouchet abandonaban La Sastrería antes de verano y anunciaban que abrirían nuevo local en el centro de València. Las obras se retrasaron (como siempre), pero en el puente de diciembre por fin pudimos ver ese Señuelo al que tantas ganas le teníamos. En el local de Conde Salvatierra donde estaba Ameyal, dos espacios, la zona des bar –para picar o para tomarte un cóctel– y la del restaurante, para lo que quieras. “Radicales y sin ataduras”, no quieren modas ni obligaciones. Así se autodefinían cuando Carla Centelles visitó el local unos días después de abrir. Señuelo ha venido para darnos grandes dosis de alegría y recordarnos que hasta en los tiempos más adversos se pueden levantar grandes cosas.