VALÈNCIA. A partir del 1 de enero de 2020 la AP-7 se convertirá en una vía de circulación libre de peajes. Una noticia que se interpreta como positiva, al menos, para el bolsillo de los usuarios que han contribuido a que estuviera amortizada tres o cuatro veces más de lo necesario con sus pagos por uso.
A cambio de tan generoso desembolso la concesionaria conservaba el firme y demás servicios en buen estado. Ahora, tras la liberalización, quedan dudas sobre si el Gobierno podrá dedicar el dinero necesario para mantener esas condiciones y sobre todo, si el aumento de tráfico que sufrirá generará problemas o no.
En este sentido desde el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos advierten que la gente se cree que una vez liberalizada la gente se va a encontrar con la misma Ap-7 pero "no es así, va a haber un incremento del 300% de vehículos pesados y un 100% de turismos, lo que pueda provocar un problema", ha asegurado el secretario del Colegio, Manuel Reyes, en una entrevista concedida a Plaza Radio.
Federico Bonet, decano del Colegio, considera en este sentido que esa presencia de camiones provocará otros efectos."No solo el firme lo notará, sino que ya no será la AP-7, la AP-7 desaparecerá, ahora es una vía de largo recorrido y al traspasarle vehículos de otras carreteras se va a colapsar".
Los representantes de los ingenieros han explicado que la alarma se ha ido acentúando al ver las inversiones en carreteteras en los últimos diez años, pues se ha pasado de 1.700 millones a, apenas, 900. Ante esas situación y en el marco de una jornada que habían organizado, ofrecen diferentes modelos por los cuales se podría conservar el estado actual de la AP-7, entre ellos un peaje blando, una concesionaria estatal que se haga cargo al estilo de la R-3 de Madrid, o un peaje a la sombra (donde se deja una partida en los Presupuestos Generales).