“Había más gente de Ciudadanos que del Partido Popular en el foro de Carlos Mazón en Madrid”, me dijo con retintín y con toques satíricos un miembro del PP. No me sorprende, teniendo en cuenta los carretes que quemaron algunos colegas de Inés Arrimadas haciéndose fotos con Feijóo, Ayuso, Martínez-Almeida y compañía; ya no se esfuerzan ni en disimular. Antes por lo menos se esmeraban en que pareciese que defendían otros intereses a pesar de estar pegados como una lapa a los mandatarios del PP, ahora no se sonrojan al alabar a sus “contrincantes” políticos y en hacer la pelota por doquier; les gusta, hacen lo que tienen que hacer para conseguir un cargo que les dé de comer cuatro años más.
No puedo evitar sentir compasión, e incluso comprensión, al ver el modus operandi de todos estos futuros tránsfugas; están actuando dejándose llevar por los instintos más primarios del ser humano, no son mala gente, salvo algunos seres con instintos mafiosos. Lo único que buscan es sobrevivir. Camaleónicos, tienen la capacidad de adaptarse al entorno, cambiar de parecer o visión en función de por donde sople el viento. Individuos que han existido siempre en política, sátrapas leales no a causas o ideales sino al poder. Stefan Swift lo retrata muy bien en Fouché, cuenta a la perfección como aquel tenebroso personaje pasó de apoyar la monarquía francesa a traicionar al Rey cerrando filas en torno a la Revolución; acató la máxima en política de que no existen aliados permanentes sino intereses permanentes. Estos perfiles colonizan los rincones del poder sin importarles quién sea el portador de ese mando. Como parásitos, buscan huéspedes sanos capacitados de una gran influencia con el fin de medrar todo lo que puedan; al pasar el tiempo y el sujeto pierde el poder, es sentenciado. Cuando Ciudadanos estaba en la cresta de la ola miles de miembros del Partido Popular se arrimaron al árbol de Albert Rivera. Ahora que el roble es pasto de las termitas se encargan de buscar su hueco en otro sitio mientras hacen leña del tronco caído.
Lo triste es eso, que las pocas esperanzas que quedan están siendo minadas desde dentro por unos estómagos agradecidos. Por ejemplo, aquella foto famosa reunidos en un Mcdonald's fue filtrada presuntamente, como así me han informado miembros del partido, por un asistente a ese encuentro; quedada que no fue una reunión formal sino un plan desenfadado propuesto por algunos afiliados. Es importante conocer el contexto porque al ver esa estampa yo también pensé que había sido un grave error de comunicación. Nada más lejos de la realidad, más que un fallo, esa imagen tiene un fuerte componente de malicia por parte del que filtró la instantánea descontextualizada. Lo que no entiendo es que Inés Arrimadas y sus subordinados a nivel regional no hagan nada ante las constantes traiciones; todos esos Rasputines deberían ser expulsados de Ciudadanos de manera inmediata. No lo hacen porque tienen pánico a que se replieguen las filas orgánicas; mantienen una pasividad que me recuerda a la cornuda que sigue con su novio por miedo a quedarse sola. Disculpen la osadía, pero es que no doy crédito. El partido desaparecerá por su omisión ante los que destruyen el proyecto desde dentro.
Los mismos que hoy están trabajando para asolar Ciudadanos, mañana se encargarán de dejar en la estocada al Partido Popular, tiempo al tiempo. Se equivocan los que creen que es una buena idea acoger a los díscolos de Arrimadas; es pan para hoy y hambre para mañana. De la misma forma que han traicionado a sus ex compañeros lo volverán a hacer. Carlos, señor Mazón, no integre a esa gente en el Partido Popular, le traicionarán en cuanto tengan oportunidad, no serán leales a su proyecto sino al poder; le venderán por treinta monedas de plata en cuanto lo deje de tener. Quien avisa no es traidor.