ALICANTE. Partiendo de la base de que en un mundo perfecto los inversores siempre actúan racionalmente para maximizar el binomio rentabilidad y riesgo de su cartera de valores, en el mundo real la racionalidad no siempre rige nuestras decisiones financieras. Ante escenarios como el presente con el Covid-19 o ante la crisis financiera de 2008, la debacle de los 'punto com'... salen a la superficie con emociones que pueden afectar negativamente en su juicio y por tanto, en su cartera. Ya abordamos en nuestro artículo de enero 'Cómo definir (y seguir) una estrategia de inversión óptima' la importancia de seguir una estrategia de inversión bien definida hasta alcanzar los objetivos deseados.
Este episodio de alta volatilidad que atravesamos se ha traducido en un alto volumen de reembolso de fondos de inversión y es un ejemplo claro de la conducta irracional por parte de los inversores. Cuando el inversor actúa imitando a otros que supuestamente tienen razón -o disponen de datos clave- está siguiendo a la manada ('herd bias'), yendo detrás de los mercados. Esto sólo conllevará a la compra de activos a precios altos y a vender a precios bajos, lo que conduce a tener rentabilidades desastrosas. Además, está el sesgo de rechazo a las pérdidas; sentimos el dolor de una pérdida aproximadamente el doble que la alegría por una ganancia.
Frenar este tipo de reacción es difícil de manejar. Por ello una de las tareas más sensibles para un asesor es identificar el perfil emocional de un cliente y entender cómo esas emociones van a influir en la toma de las decisiones financieras futuras, porque el cliente podrá o no seguir las recomendaciones de su asesor. Este perfil emocional se define -con más o menos acierto- mediante la cumplimentación de los test de idoneidad y de conveniencia (MiFID), que contesta el cliente a la hora de pedir asesoramiento.
Por supuesto, la mejor manera es una reunión personalizada entre asesor y cliente donde el asesor puede conocer a su cliente más allá de sus respuestas en el test. Las preguntas del test se centran en los objetivos de inversión, los conocimientos y experiencia inversora, la situación/ capacidad financiera del cliente.
Por lo tanto anticipar cómo se va a comportar un cliente ante una caída fuerte de mercado es fundamental para el asesor, dado que va a guiar a su cliente durante estos escenarios de muy alta volatilidad, con el fin de que mantenga la calma y de este modo impedir ventas no justificadas a un nivel de precio no idóneo. El asesor informará a su cliente de la situación y le recomendará si debe vender, mantener sus posiciones o bien hacer cambios dentro de su cartera. El deber del asesor es no permitir una toma de decisión irracional que surja de una emoción que aleje o anule el objetivo de inversión.
Demasiadas veces hemos visto cómo influyen los sesgos emocionales en los inversores minoristas no asesorados; estos son propensos a comprar a precios altos cuando los mercados son optimistas y a vender a precios bajos en momentos de pánico. Ese tipo de comportamiento viene ocasionado, sobre todo, por una falta de perspectiva a largo plazo. Los inversores únicamente se fijan en el rendimiento de las inversiones en el corto plazo y actúan influenciados por los medios de comunicación financieros u otros inversores. Adoptar un enfoque a corto plazo puede suponer una montaña rusa emocional para el inversor y tener consecuencias nefastas en su cartera.
Haciendo un poco de retrospectiva, podemos poner el ejemplo de diciembre 2018 cuando los mercados sufrieron una corrección provocando un escenario de pánico y venta de activos financieros, borrando los buenos resultados obtenidos durante el año. Los inversores que vendieron en ese momento no pudieron aprovecharse de las subidas de 2019 porque estaban fuera de mercado y los precios para volver a entrar eran altos.
Con la actual crisis ocasionada por el coronavirus, hemos visto que todas las clases de activos han sufrido de forma muy importante; mientras los niveles de pánico son comparables a los de la crisis financiera y del crash de mercado de 1987.
¿Y cómo debe afronta el inversor esta situación?
René Bauch es asesor financiero de la EAF alicantina gCapital Wealth Management. Puede contactar con el autor para solventar cualquier duda en bauch.rene@gcapital.es.