La directora de inversión en renta variable japonesa en BNY Mellon expone los motivos para tener en cuenta a la economía nipona tras un largo periodo de contracción
MADRID. En pleno repunte tras un largo periodo de contracción, la economía nipona ofrece un conjunto de oportunidades atractivo a los inversores, afirma Miyuki Kashima, directora de inversión en renta variable japonesa en BNY Mellon, que a continuación expone nueve razones por lo que invertir hoy en día en Japón.
1. Un panorama macroeconómico positivo. Por primera vez desde 1997, el PIB nominal supera los 533 billones de yenes, con lo que la economía nipona ha recuperado por fin el terreno perdido durante dos largas décadas a la baja.
2. Menos pendiente de la exportación de lo que pueda pensar…: No se puede reprochar a los inversores que se pregunten si la actual narrativa de guerra comercial podría hacer mella en el crecimiento de Japón. Sin embargo, la imagen tradicional de una economía nipona dominada por las industrias exportadoras no se sostiene ante un análisis a fondo.
3. Estabilidad política: El país asiático era un caso perdido a nivel político a mediados de la década 2000- 2010, pero se ha convertido en un ejemplo de estabilidad a día de hoy. Entre 2006 y 2012, el país tuvo siete primeros ministros, más de uno por año. Todo esto cambió tras la elección de Shinzo Abe en diciembre de 2012.
4. Crecimiento salarial: tomando el relevo: Como ilustración de la creciente fuerza y confianza del sector empresarial nipón ahí está el panorama esbozado por los datos de crecimiento salarial. Tras décadas de estancamiento, comenta, las empresas de gran capitalización e internacionales están elevando con firmeza sus salarios.
5. Préstamo bancario: el sustento de las empresas. Esto revela que los bancos japoneses tienen mucha más capacidad para liberar capital para préstamos que muchos de sus homólogos globales. “Si las empresas japonesas desean financiarse para maximizar su potencial, existe capital disponible”, comenta. “En nuestra opinión, esto será positivo para el beneficio y el crecimiento en adelante”.
6. Acumulación de tesorería: Si los bancos tienen dinero para gastar, este también es el caso de las empresas japonesas. Esto se debe, en parte, a la historia de deflación en el país asiático: en un entorno deflacionario tenía sentido no invertir o gastar. Asumiendo que la deflación llega a su fin y que el sentimiento continúa mejorando, las empresas podrían mostrarse más dispuestas a reducir sus grandes reservas de efectivo, lo cual redundaría positivamente en el conjunto de la economía y en los inversores en general.
7. Un mercado pasado por alto: Pese a los argumentos a su favor, Japón sigue siendo un mercado significativamente infraponderado en las carteras de los inversores internacionales. Entre abril de 2003 y abril de 2006, las compras netas de acciones japonesas ascendieron a 250.000 millones de dólares; Entre octubre de 2012 y diciembre de 2013, esa cifra había caído a 180.000 millones de dólares.El descenso podría deberse a que los inversores se concentraron excesivamente en los aspectos percibidos como negativos del panorama inversor nipón. Ahora, con la economía japonesa en plena transición hacia el crecimiento, dicho efecto retardado podría corregirse y dar impulso a las acciones del país asiático.
8. La buena noticia no está en el precio… Hemos visto que la renta variable japonesa es infravalorada por los inversores globales, pero las acciones niponas también parecen estarlo en términos fundamentales. Al menos, este parece ser el caso si consideramos la brecha existente entre la evolución de los índices bursátiles y la mejora de los beneficios corporativos.
9. Un buen coto de caza. Con frecuencia, las compañías de mayor tamaño están 'desconectadas' de la comunidad inversora. A veces no existen estimaciones de consenso y sus equipos directivos no siempre publican previsiones por iniciativa propia.
Miyuki Kashima es directora de inversión en renta variable japonesa en BNY Mellon