VALÈNCIA. Tanto en la Guerra Civil española como en la Segunda Guerra Mundial, las mujeres desempeñaron una función crucial por tal de mantener el orden en la sociedad. Desde enfermeras o cocineras, quienes desarrollaron tareas pseudomilitarizadas vinculadas al momento bélico que se estaba viviendo, hasta mujeres que llegaron a empuñar armas mientras se mantenían en la misma retaguardia. Sin embargo, poco -o casi nada- se conoce de sus relatos o vivencias. Nombres que quedaron en el olvido, ya sea porque estas se mantuvieron en el anonimato o porque la historia las relegó. Consecuentemente, en España “existe una falsa creencia" de que el Holocausto -uno de los episodios más terribles de nuestra reciente Historia- tan solo afectó a víctimas judías, pero la realidad es otra, hubo muchos españoles y españolas que sufrieron directamente las consecuencias de los campos de concentración nazis, entre ellas el centenar de mujeres que fueron oprimidas en Ravensbrück, uno de los más terribles que conoció el nazismo.
En este contexto, la periodista e investigadora Amalia Rosado Orquín ha decidido escribir la historia de unas de las pocas guerreras que la memoria recuerda: Virtudes Cuevas (1913-2010, Sueca), conocida también como Madame Carmen y superviviente de Ravensbrück. “Virtudes fue ante todo una mujer consecuente con sus ideas, todo lo que le sucedió en la vida fue debido al fuerte compromiso que tuvo con estas. Mis raíces también son de Sueca, por eso cuando supe de su existencia decidí ahondar en ella y comencé a investigar. A medida que avanzaba me di cuenta de la grandeza de esta pequeña mujer. Era cuestión de justicia intentar sacar su vida a la luz”.
Madame Carmen fue uno de los nombres con los que operaba Virtudes Cuevas en la Resistencia Francesa, aunque también utilizó otros pseudónimos que utilizaba en la clandestinidad. Tras participar en la guerra civil formando parte del Quinto Regimiento, la valenciana se exilió a Francia, donde se implicó con la resistencia y colaboró con los insurgentes frente al ejercito nazi alemán. “El libro es la primera biografía sobre su vida. Me sorprendió que su historia no hubiera sido contada ni en Francia ni tampoco en España, teniendo en cuenta que es una figura de carácter internacional condecorada con la Legión de Honor Francesa, la más alta distinción otorgada en el país vecino”, señala la escritora. Ciertamente, Cuevas fue una de las 1.250 personas que lucieron la condición de ser oficial de la legión francesa, en su caso por actuar como enlace entre los militantes anarquistas, comunistas y socialistas, a quienes la valenciana les proveyó alimentos y facilitó la divulgación de propaganda, información y armas. Igualmente, Cuevas es de las pocas mujeres que sobrevivieron a Ravensbrück junto a Geneviève de Gaulle, sobrina del general republicano Charles de Gaulle, con quien mantendría una amistad hasta el final de su vida.
Con ello, la obra narra, siguiendo un orden cronológico, los hechos más relevantes de su vida: desde su lucha en la guerra civil española, hasta su exilio, su implicación en la Resistencia Francesa, su detención, encarcelamiento y deportación al campo de concentración de mujeres de Ravensbrück -el más grande de Alemania-, y su posterior traslado y liberación a un campo de trabajos forzosos ubicado en la actual república Checa. Por último, también se habla de su liberación en mayo de 1945 y “del forzado exilio que le impidió volver, al igual que al resto de republicanos, a España mientras el dictador se mantuvo en el poder”, explica la escritora. El libro, que ha sido publicado recientemente en la colección ‘Història i memòria’ de la Universitat Jaume I, cuenta además con un prólogo de Baltasar Garzón.
Al igual que Virtudes Cuevas, las resistentes de la guerra optaron por utilizar falsos nombres. Un anonimato que con el tiempo ha dificultado la localización de la mayoría de mujeres dado que, tal y como apunta Amalia Rosado, “nunca se sabrá el nombre exacto de las españolas afectadas por la deportación a campos”, precisamente porque, en el momento de ser registradas en los diferentes campos de concentración, muchas de estas “facilitaban a las SS el alias que utilizaban como resistentes”. Del mismo modo, otra de las razones que obstaculizaron su localización, según destaca Rosado, se debe a que muchas mujeres adoptaron la costumbre francesa de utilizar el apellido de su marido, “otra aportación patriarcal que en nada ayuda a obtener pistas de ellas”.
No obstante, a lo largo de la investigación sobre Cuevas, la periodista dice haberse tropezado no solo con las historias de las deportadas españolas sino con las de muchas heroínas republicanas anónimas. “Como siempre ocurre en la Historia, el papel jugado por la mujer o ha sido ignorado o directamente no se le ha valorado. Por todo ello, será imposible cuantificar la deuda que tenemos con todas estas mujeres, que a través de sus acciones ayudaron a la supervivencia de otros. Una generación que procuró la existencia de otras futuras y de las que nosotros formamos parte. Significar su actitud comprometida y su esfuerzo es una cuestión sencillamente de justicia, ya no solo de que nuestra memoria recuerde pasivamente el dolor vivido, sino de que la Historia sea justa haciendo un riguroso estudio del pasado que ayude a su conocimiento, ya que si no conocemos el pasado, difícilmente se podrán reconocer sus méritos”, manifiesta.
De este modo, el objetivo primordial de Amalia Rosado ha sido dar a conocer la historia de tantas mujeres valientes, como Cuevas, que concienciadas y activas políticamente, lucharon contra el totalitarismo para dar a futuras mujeres una vida mejor. Así, por tal de empoderar la historia de las republicanas españolas olvidadas, no hay que pasar por alto la tremenda agresión que sufrieron durante años y años.
“Las mujeres se enfrentaron a vejaciones incluso peores que las que tuvieron que sufrir los hombres”, expone Amalia Rosado. En efecto, añade, que la deportación femenina tuvo sus propias particularidades, de ahí la pertinencia de abordarla desde una perspectiva de género. “Cuestiones como la prostitución, los abortos forzados, los experimentos de esterilización de las que fueron objeto las mujeres con el fin de que fueran más productivas, o el tremendo sufrimiento de las madres que con impotencia veían morir a sus hijos en aquellos campos nazis del horror, son algunas de las formas de violencia específica que se pueden encontrar en el libro. Pero estas mujeres tuvieron que enfrentarse además de a esas heridas a otras propiciadas por el olvido y la postguerra.”
“Vencidas, rojas o familiares de varones rojos”. Las mujeres republicanas que continuaron viviendo en España se enfrentaron además a un triple estigma, tal y como apunta la escritora. Por su parte, las que decidieron marcharse pudieron llevar a cabo actividades que en la dictadura de Franco les eran totalmente vetadas. Sin embargo, “muchas terminaron siendo objeto de detenciones, torturas y en otros casos de deportación a los campos de concentración que el tercer Reich instauró por toda Europa. Además, con el final de la Segunda Guerra Mundial las españolas republicanas que sobrevivieron no pudieron establecerse en España -a diferencia de las deportadas del resto de países- porque persistía la dictadura”. El contexto sociopolítico español hizo que “muchos fueron considerados apátridas”.
Con el fin de la dictadura, muchas mujeres republicanas pudieron por fin volver a su tierra natal, aunque en ningún caso hubieron reconocimientos ni ningún acto que dignificara su lucha. Amalia Rosado insiste en cómo “la Historia la escriben los vencedores y los hombres”; la “triste herencia de un sistema patriarcal que invisibiliza por norma el papel que las mujeres han jugado en la humanidad”.
Así mismo, ante la exhumación que dejará fuera del Valle de los Caídos al dictador español, Francisco Franco, la periodista valenciana no cree que este avance suponga el cierre de una herida todavía abierta, aunque lo “normal” debería ser que así fuese. “El franquismo siempre estará latente en España mientras que una parte muy numerosa de la población se vea retratada en él de alguna manera, comenzando por ciertos cargos públicos y terminando por ciudadanos que reniegan de la normalidad democrática.”, concluye la escritora.
Candaya publica esta historia que se proyecta desde un volumen de relatos para convertirse en la narración íntima de la búsqueda de una casa a la que poder volver