GANDIA. La ciudad ducal ha amanecido diferente. No solo por la lluvia que ha caído durante todo el día sino también porque los menores han vuelto a llenar las calles. Algunos con uniforme, otros con sus camisetas favoritas "y de la suerte", pero todos con sus mochilas y con una lección bien aprendida: el distanciamiento social y la mascarilla. Como dice Paula, profesora de Primaria del colegio Carmelitas de Gandia, "este inicio de curso va a marcar al alumnado, a las familias y al profesorado".
Un inicio de curso 2020/2021 con algún imprevisto, como el del colegio Juan XXIII del Grau de Gandia, que ha permanecido esta mañana sin luz hasta las doce del mediodía, lo que ha generado algunos problemas en este primer día. Su director, Ángel Tortosa, le quita importancia: "ha sido más un contratiempo a nivel de organización y papeleo que educativo". De hecho, recalca que "el alumnado se ha portado muy bien, a pesar de la oscuridad de las dos primeras horas de clase".
También ha habido complicaciones en el colegio San Francisco de Borja pues un profesor del centro ha dado positivo en las pruebas PCR y la entrada de los escolares se ha visto afectada y se ha retrasado el inicio del curso de un grupo formado por veinte alumnos y alumnas. Además, otros ocho profesores del centro se encuentran en cuarentena por precaución. Un incidente que, como ha destacado Liduvina Gil, edil responsable de Sanidad, "se ha llevado a cabo el protocolo de seguridad y rastreo establecido". Asimismo, ha llamado a la calma pues "hay que tener en cuenta que a lo largo del año esta situación se repetirá, pero que hay planes establecidos para actuar en estos casos".
Un primer día de colegio atípico porque la ciudad no se ha colapsado de coches y la entrada a los centros ha sido paulatina. Aspecto que también ha beneficiado a la ciudadanía. Paraguas en mano, a primera hora de la mañana muchos padres y madres se preguntaban la hora en la que entraba cada uno: "Mi hija entra a las nueve, ¿y el tuyo?", se oía decir. Daba igual si era a las 9:00 o 9:30, todos estaban allí a la hora indicada para que sus hijos se pusieran en la fila y entraran de forma ordenada. "Parecíamos militares", comenta sonriente una niña de Escolapias.
En general la entrada de los colegios se ha producido con normalidad y con algunas medidas, como la toma de temperatura, el gel hidroalcohólico o una especie de colchoneta con producto desinfectante para las zapatillas: "Todos los profesores y el colegio han adoptado las medidas", dice Martina, que a sus once años se sabe bien la lección: "nada de abrazos, de compartir utensilios, de quitarse la mascarilla, de jugar con la pelota en el patio…".
Elena Bañuls, profesora de Primaria y ESO de Carmelitas, explica que "al entrar al centro se les toma la temperatura y, si todo es correcto, se une al grupo para subir al aula". Otra medida que el profesor de Lengua de la ESO, Jordi Martí, recalca es el desdoblamiento de algunos cursos para que no hayan tantos alumnos por aula. Esto, junto a que este año hay dos profesores por aula en algunas clases abre nuevas posibilidades: "Hay que aceptar que es un año de cambios y que también puede brindar nuevas oportunidades, como la educación emocional o la co-docencia".
Medidas que no han ocultado las caras de sueño y la alegría de muchos porque tras seis meses sin ir al colegio podían regresar a las aulas y ver a sus amistades. "Los niños y niñas necesitan ir al colegio y estar con sus amigos, guardando las distancias y sabiendo que la mascarilla es fundamental", comenta la madre de Samuel Ascanio a las puertas del Joan Martorell de Gandia. Ahora, su preocupación es que su pequeño, de seis años recién cumplidos, sea responsable y no se lleve la mascarilla, aunque "a estas edades se adaptan muy pronto a todo, mejor que los adultos".
A su lado está David Domínguez, que espera a que salga su hijo, César David, del colegio. Está disgustado porque le indicaron que la entrada era a las nueve de la mañana y lo ha hecho a las diez, así que "he perdido toda la mañana aquí". Según explica, no estaba solo en esa situación y "el centro no nos ha dado ninguna explicación, solo que debemos mirar la página web". Un retraso que, posiblemente, se haya dado por el caso de coronavirus del docente, que ha alterado la entrada escalonada de los estudiantes.
Una de las incógnitas que se barajaban era como reaccionaría el alumnado, y más teniendo en cuenta que llevan seis meses sin ir a clase. La respuesta de los docentes es unánime: "excepcional". De hecho, todos ellos afirman que, el alumnado, estaba más tranquilo y con ganas de aprender: "Al final somos más exagerados los adultos que los niños y se han comportado de manera ejemplar", coinciden en afirmar todos y por separado.
Una tranquilidad que también puede deberse al mal tiempo que ha hecho y que ha impedido que los menores puedan disfrutar del patio. Una zona de recreo que ha sido acotada para que los menores no interactúen con otros grupos y se mantengan esos grupos estanco. Además, como en el caso del Joan XXIII, los más pequeños almuerzan en clase para que, mientras los grupos de primero a tercero almuerzan, los de cuarto, quinto y sexto jueguen y viceversa. "De este modo evitamos que los alumnos se crucen por el centro".
Precisamente la hora del patio es lo que más molesta a los menores. "Es un poco rollo porque en el colegio no podemos estar con las otras amigas de la clase de al lado, pero fuera sí", comenta Alexia rodeada de sus amigas —todas con la mascarilla puesta—. Todas se lo toman con filosofía: “"ada dos por tres se me empañan las gafas así que me las he de quitar", "yo tenía mocos y no sabía qué hacer, casi me sueno con la mascarilla misma", comentaban sin cesar de reírse.
Por delante queda un año de cambios y de retos. También para los profesores, que deben educar en esta nueva realidad. "El resto de este año va a ser educar igual que antes; es decir, dar la clase sin que se note la mascarilla o rompiendo esa barrera del distanciamiento", comenta Jordi. Para Paula y Lara es enseñar a leer y a escribir: "Nosotras tenemos que hacer un ejercicio de vocalización y de observación porque no es lo mismo aprender a leer con mascarilla que sin ella", comentan. Tanto es así que están barajando la posibilidad de adquirir mascarillas para sordos.
Un primer día "superado" y al que le deben suceder muchos más pues la entrada escalonada para evitar las aglomeraciones y el riesgo de contagio por el virus es fundamental. Tanto es así que desde el gobierno de Gandia inciden en la importancia de la responsabilidad para mantener la distancia social en todo momento y evitar situaciones en la que haya un riesgo de contagio.
Un inicio del curso en el que se han registrado un mayor número de alumnos matriculados en prácticamente todas las etapas educativas. De este modo, el nuevo curso escolar comienza con 11.197 alumnos, lo que representa 169 más que el año pasado. En concreto, en la etapa de escoletes se han matriculado 387 pequeños, lo que supone un descenso total de 52 menores. En Infantil, la matrícula ha llegado a 1.856 escolares, casi la misma cifra del año pasado. En Primaria, con 4.442 alumnos, hay 112 más que el curso pasado; mientras que en Secundaria se alcanzan los 3.202 inscritos, 211 menos que en 2019. En Bachillerato la matricula ha llegado a los 1.310 y en Formación Profesional a los 2.147 alumnos.