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No todo es jauja en Fiestas: un año agridulce de un Galiana interino

30/01/2021 - 

VALÈNCIA. Más de diez meses han pasado desde que el munícipe Carlos Galiana fuera designado responsable del área de Cultura Festiva de València, presidente de la Junta Central Fallera y portavoz del grupo municipal de Compromís. Desde entonces, ha compaginado estas funciones con las que asumía anteriormente, pero en plena pandemia de coronavirus, su nombre ha sonado en València y en todo el mundo no siempre por la gestión de la joya festiva, las Fallas. Es el balance agridulce de una etapa que a propri podía antojarse como trampolín para Galiana y que poco a poco se ha tornado escalera. Y de manera interina.

Ya antes de las elecciones de 2019, cuando gestionaba el área de Actividades, la de Comercio y Mercavalència fundamentalmente, el regidor acusaba en Valencia Plaza cierta acumulación de funciones que, lamentaba, le impedían centrarse por completo en el comercio local: "Cada día estoy en un lugar diferente. Ahora me encuentro bien, pero a lo mejor si sólo llevara comercio, estaría más tranquilo y podría hacer más cosas".

Dos años después, la acumulación de responsabilidades en el regidor -mayor que entonces- contrasta con aquellas palabras. Aunque consiguió soltar la concejalía de Actividades tras la reedición del gobierno, asumió la de Innovación y Las Naves. Y al año siguiente, en 2020, la dimisión del entonces edil de Fiestas, Pere Fuset, le sirvió en bandeja el departamento que desde un principio le hubiera gustado dirigir y que venía acompañado de la presidencia de la Junta Central y la portavocía del grupo municipal. Todo ello hasta que se aclarase el futuro judicial de Fuset.

Entraba así en un departamento, el de Cultura Festiva, lustroso y que permite prodigarse por su estrecha vinculación con el abonado tejido asociativo de una ciudad con la riqueza cultural de València, además de estar ligado, como no podría ser de otra manera, a uno de los ecosistemas sociales más potentes del Cap i Casal como es el de las Fallas. Sin embargo, la irrupción de la pandemia ha impedido a Galiana sacarle el brillo que podía esperarse.

Fallas deslucidas

Apenas medio mes después de que tomara posesión, la Generalitat Valenciana suspendió el desarrollo total de las fiestas josefinas como recomendaban los expertos, pese a que voces como la del edil y otros responsables de Compromís planteaban suspender únicamente los actos multitudinarios. Tres días después, Sánchez anunciaba un confinamiento domiciliario histórico.

Desde el primer minuto, el regidor se erigió junto al alcalde en voz de la mesiánica esperanza ante la catástrofe para los colectivos falleros: Puig anunciaba la cancelación de la fiesta, y los responsables municipales acordaban un día después el aplazamiento a julio. Plazo que apuraron cuanto pudieron pese a la suspensión de fiestas como San Fermín y las reservas tanto de compañeros de gobierno como de altos cargos de la Generalitat. Hubo que asumir, a la postre, la imposibilidad de la celebración en 2020.

Foto: KIKE TABERNER

El traslado y resguardo de los monumentos falleros y la puesta en marcha de ayudas para las fallas y la industria satélite -pese a considerarse insuficientes en algunos casos- pueden contarse en la columna de las victorias del regidor. Sin embargo, también ha tenido que lidiar con controversias como la petición de los autores de las falla municipal de 2020 de presentar el mismo monumento reconstruido para 2021, algo que el edil rechazó de plano, lo que derivó en tensiones entre ambas partes.

También dio pie a no poca polémica la decisión de Galiana de conformar una directiva de la Junta Central Fallera rompedora para con su predecesor y compañero de bancada Fuset, lo que da buena cuenta de la relación entre ambos. Así, rompió la regla no escrita de mantener al menos a un cargo directivo del anterior equipo e incorporó a su directiva a arietes que habían sido muy agresivos en la oposición interna a Fuset como Cristina Estévez, e hizo lo propio al entregar una delegación a Gabriel Aranaz, instigador de la reprobación de Fuset en su momento.

La 'no-Cabalgata' de 1.000 personas

En diez meses, pandemia mediante, Galiana pudo comprobar que la gestión de Fiestas no iba a ser un paseo en barca, como ya aprendió su predecesor. Pero esta máxima se materializó el cinco de enero, cuando la organización de la recepción de los Reyes Magos en el Ayuntamiento manifestó la falta de previsión suficiente en Cultura Festiva para provocar una aglomeración de más de un millar de personas en torno a la llegada de tres autobuses con música y actores al edificio consistorial con sus Majestades a bordo. Ello en plena escalada de contagios y justo después de que el president Ximo Puig anunciara nuevas medidas restrictivas para las semanas posteriores. Unas circunstancias que el Partido Popular ha denunciado ante la Conselleria de Justicia.

Las sombras también se cernieron sobre la propia contratación del alquiler de los autobuses y la música, que ascendió a más de 17.000 euros, y que se realizó mediante un contrato menor para el que se contactó con tres empresas: dos vinculadas entre ellas y con la firma para la que había trabajado el propio edil y su asesora municipal, y otra que, pese a impulsar los Gay Games en València, no aparece registrada en el Registro Mercantil, como publicó Valencia Plaza. Sólo la que resultó adjudicataria cumplía con la cuantía máxima legal para ser contratada y pertenecía a un miembro de Compromís en Castellón. Tanto PP como Ciudadanos han llevado el expediente a la Agencia Valenciana Antifraude.

Interinidad

Así, tras un año de claroscuros al frente del departamento de Fiestas, el edil todavía cuenta con tiempo para decantar la balanza en lo positivo. La pregunta es cuánto, dado que su nombramiento al frente de Cultura Festiva y como portavoz de Compromís se vendió inicialmente como provisional hasta que Fuset saliese absuelto -es lo que esperan en la coalición valencianista- en el caso de Viveros.

Hace pocos días, sin ir más lejos, el máximo dirigente de Compromís en València, el alcalde Joan Ribó, volvió a recordarlo en una entrevista en esRadioValencia, donde aseguró que Fuset "será absuelto" y que Galiana sólo ocupa su plaza "temporalmente". "Que quede claro, si el señor Fuset queda exento de sus responsabilidades judiciales volverá a sus responsabilidades", sentenció tajante.

 Pere Fuset y Joan Ribó, durante un pleno municipal. Foto: EVA MÁÑEZ

Aunque pocos dicen todavía estar pendientes de ello, a nadie se le escapa que todo esto sucede en vísperas de que Ribó decida si finalmente concurre o no concurre a las próximas elecciones como cabeza de lista de la coalición valencianista: aunque siempre ha dicho que estos cuatro años eran los últimos en la primera línea, recientemente se ha mostrado reticente a cerrar la puerta a prestar un último servicio a la coalición, posibilidad que no pocos anhelan en Compromís.

En esa posible pugna por la primera plaza en 2023, no son muchas las figuras del grupo municipal que a priori pudieran convencer. En este sentido, Fuset ha sido hasta el momento el agraciado con la varita de renombre en el Bloc, que dirige Àgueda Micó: resulta próximo a la actual dirección tanto a nivel de país como local y fue el vencedor en las últimas primarias. No obstante, el estallido del caso de Viveros trastabilló sus pasos, y aunque se le admite cierto desgaste, nadie considera todavía frustrada su carrera en la política.

En este contexto, la llegada de Galiana a un departamento como Cultura Festiva podría haber constituido una suerte de revulsivo en su favor. Por un lado, la elección de su directiva ha bloqueado una fuerte oposición interna en la gestión de las Fallas desde la Junta Central. Pero la llegada de la pandemia le ha dificultado explotar todas las posibilidades que ofrece esta plaza.

Y por otro lado, escándalos como la gestión de la 'no-Cabalgata' de Reyes Magos no suman puntos a la gestión. Tampoco protagonismos como el que revistió la defensa de València como Capital Europea de la Innovación, cuya intervención de Galiana doblada en inglés y bajo la mascarilla -lo que se dio a conocer como 'playback'- se viralizó y se hizo internacional, provocando el estupor no sólo del ecosistema innovador de la ciudad, sino también de otros responsables municipales. Galiana más tarde asumió el error. La imagen, sin embargo, ya estaba dada.

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