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Entrevista al poeta y responsable de La Nau Menuda/Jove y Cap de Iniciatives de la UV

Sergio Arlandis: "La cultura debe representar a toda la sociedad y no solo una parte"

18/07/2023 - 

VALÈNCIA. Sergio Arlandis es profesor de universidad (ejerce en la Universitat de València como profesor de didáctica de la literatura y lo ha sido también en la University of Pennsylvania o la University of Virginia, y profesor invitado en la Universidad de Granada y la de Turín), es responsable de La Nau Menuda/Jove de la Universitat de València, donde también es Cap de Iniciatives, columnista, y uno de los investigadores, poetas y críticos literarios, más extraordinario de su promoción. En 2015 fue considerado, por la crítica nacional e internacional, uno de los cuarenta poetas, en lengua hispana, más relevantes entre los nacidos a partir de 1970, tiene seis libros de poesía publicados, fue premio Ciudad de Valencia-Vicente Gaos, en 2008, y ha sido finalista en, dos ocasiones, del Premio Nacional de la Crítica, además de recibir numerosos reconocimientos de instituciones públicas. Es miembro de la Real Academia de la Lengua Española en Norteamérica y colaborador de la Real Academia de la Cultura Valenciana.  “Algo que me mueve y me motiva es sacar adelante proyectos que sepan leer la actualidad, romper por su novedad y por su valor o por su pertinencia y eso te hace ir evolucionando, adaptándote a nuevas realidades. Creo que hay mucho que hacer en este sentido, pues la cultura debe representar a toda la sociedad valenciana y no solo una parte y, en cierto modo, creo que ha faltado diálogo y entendimiento en los últimos años y, sobre todo, pluralidad”, afirma. 

De este paso por diferentes áreas de gestión cultural, personal y económica, asegura que lo mejor que puede sacar es “la visión tan plural que todas estas experiencias me han dado con el tiempo: por ejemplo, a la hora de dirigir equipos de trabajo, de saber conformar proyectos desde el consenso, el diálogo, pero también desde la eficacia de su ejecución, de darles forma real, saber enfrentarte a presupuestos cerrados, incluso a veces muy restringidos, etc. Creo que progresivamente aprendes a gestionar, con eficacia, el hecho de que la actual sociedad es un rompecabezas y cabe tener la habilidad y la capacidad de convencer para llevar adelante todos los proyectos necesarios para el crecimiento cultural de nuestra sociedad”. 

Arlandis es consciente de que “con dinero todo es fácil, pero saber superarte en la adversidad de la precariedad y obtener éxito ya no lo es tanto y esto es algo que a mí, personalmente, me parece atractivo de conseguir”. Además, considera que, en muchas ocasiones, “ha faltado imaginación para gestionar nuestra rica y variada cultura, quizá porque ha faltado implicación personal real o falta de interés en realizarlo, quizá también porque a veces los sectarismos llevan a esto. Si lo veo con perspectiva, los proyectos que he llevado a cabo están ahí para constatar lo que digo, desde los resultados más que visibles a pesar de las limitaciones: la intelectualidad no puede perder la visión humanística y totalizadora de su formación: hay que ser capaces de ver más allá de los intereses ideológicos o de los limitados conocimientos de casi todo. Yo creo en una democracia que aspira a que todos mejoremos y nos igualemos en la excelencia, no en la bajeza o en la ignorancia”.

- Ya han pasado 28 años de la creación de La Nau Menuda/Jove, ¿cómo ha evolucionado?

La Nau Menuda/Jove tiene una larga trayectoria, que ha dado base a toda una tradición propia, de desarrollo personal, de cientos de niñas y niños, que han ido creciendo y formándose con nuestra escuela de verano. Como siempre, dentro de ese proceso, se han vivido ciertos altibajos, pero, visto con perspectiva, podemos estar muy satisfechos por la gran labor de todos los equipos de gestión que han ido pasando y, sobre todo, con la claridad de dirección de los últimos años, con Cristóbal Sùria al frente de la Fundación de la UV y con la vicerrectora de Cultura, Esther Alba Pagán. Creo, sinceramente, que el mejor cambio de la escuela de verano ha venido desde su visión de la misma, puliendo aquellos aspectos que, quizá, no funcionaron tan bien, y potenciando aquellos que han ido mejorando la propuesta. Personalmente, como responsable académico de estos últimos tres años, puedo garantizarte que tenemos muchas esperanzas en cómo se está desarrollando la Nau Menuda/Jove, qué dirección está tomando y con qué objetivos. De hecho, su transformación como actividad y escuela de verano viene marcada porque conseguimos cambiar ciertos clichés de su valoración como una especie de aparca-niños estival, y lo hemos convertido en un servicio auténtico, coherente, formativo y enriquecedor, para toda la comunidad universitaria.

- Desde hace tres años que estás al frente de La Nau Menuda/Jove, ¿qué balance haces? ¿Qué retos quedan por delante?

Mi balance es también mi reto: el conformismo no tiene cabida en la gestión de ninguna administración. El reto, por tanto, es hacer que el balance siempre sea excelente, porque no nos vale con que sea solo positivo. Hemos dotado a nuestra escuela de verano de una identidad muy definida, con líneas temáticas más perfiladas, con licitaciones transparentes (siempre lo fueron, eso sí), con exigencia en la implementación de aquello que queríamos: ayudar en el crecimiento personal a niños, niñas y adolescentes, de una manera divertida, activa, dinámica, cooperativa, singularizada y enriquecedora,  y no solo como solución veraniega a las obligaciones laborales de sus progenitores. Pensamos en la multiculturalidad y en el plurilingüismo como preciosas herramientas de sociabilización, que sepa cuidar y preservar la tradición y sea también una ventana hacia el futuro (conocer mejor tu propia cultura y otras). Del mismo modo, pienso que el deporte, la actividad física combinada con el esfuerzo y la cooperación, resultan claves en el desarrollo formativo temprano. Pero esto significa también cuidar lo singular de cada uno y una, porque son puntos que se alimenta recíprocamente.

Por tanto, el reto es seguir haciendo de la Nau Menuda/Jove un referente formativo, como lo puede ser la propia Universitat de València dentro de marco nacional universitario. Estar a la altura de nuestra institución es la mejor respuesta que me puedo plantear en estos momentos y con esto quiero decir que el diálogo, la visión particular y global de las cosas y la pertinencia, actualidad e interés de las líneas temáticas, son objetivos que me marco: la gestión, tanto en lo académico como en lo cultural, requiere tener las ideas muy claras no solo en sus objetivos, sino también en los medios para alcanzarlos.

- En tu papel como Cap de Iniciatives de la UV has impulsado diversas acciones como el festival Cultuviva, ¿cómo surge y qué se ha conseguido?

Sí, Cultuviva nace como un proyecto integrador, innovador y de un alto componente sociabilizador, que quiere darle vida a la cultura en la Universitat de València: una conexión con la sociedad valenciana  que da extraordinaria visibilidad a nuestra institución, y refuerza su compromiso con la cultura en todos los niveles que este puede darse y, del mismos modo, también hace de la Comunitat Valenciana un referente de gestión e iniciativas culturales, ya que su propuesta, impulsada desde el liderazgo de la vicerrectora de Cultura, Esther Alba Pagán, es, a todas luces, innovadora.

Desde mi perspectiva como docente, la cultura en la Universitat de València ha ido quedando, cada vez más, en un segundo plano de interés para los y las estudiantes, que parecen ajenos a uno de los ejes fundamentales que dan sentido a la labor social que efectúa la propia universidad. Con Cultuviva, que se centra, sobre todo, en la creación de un festival/encuentro/evento de corte cultural, se trata de establecer conexiones entre la sociedad valenciana y la propia Universitat a través de la cultura— tan necesario y tan presente en las líneas educativas vigentes—entre los y las más jóvenes, dentro del ciclo de educación superior. De ahí surge la idea de crearlo y montarlo.

Así, trata de acercar la experiencia y los testimonios de relevantes personajes de la cultura peninsular, con la lectura y con el arte en general, mediante clubes de lectura, encuentros con cantantes y/o periodistas, expertos en diferentes áreas, exposiciones de fotografía, de cuadros, etc. llevados a cabo, principalmente, en la Universitat de València, por estudiantes y profesorado, pero también por personas externas a la Universitat y que cabría vincular por su singular aportación cultural. Las lenguas vehiculares son el valenciano y el castellano, porque nos identifica esta comunión cultural tan enriquecedora, que preserva lo regional y lo nacional.

-En este sentido, hay que destacar que habéis conseguido atraer a grandes nombres de la cultura y de muy diversos perfiles. 

Cabe recordar que nosotros no podemos cobrar entrada por nada, salvo unos simbólicos costes, para los eventos. Y que muchos de estos artistas hacen un esfuerzo por venir a nuestra Universitat de València, motivados por el fin en sí mismo de Cultuviva. Se han conseguido excelentes experiencias y todavía debemos darle mayor visibilidad: gracias a Cultuviva nos han visitado (y con los presupuestos que podemos manejarnos, que son bajos) gente como el cantante Manolo García, humoristas como Goyo Jiménez o Sara Escudero… todo ello completamente con entrada gratis. También, el año pasado, hicimos un llenazo con el concierto de Nach en la Facultat de Filologia por ejemplo. Personajes tan relevantes como Luis García Montero, Olga Alamán, Manuel Vilas, Vicente Garrido, Natalia Freire, Raquel Lanseros, Josep Ballester, Remedios Sánchez, Jaime Siles, junto a periodistas como Manolo Montalt y Salva Folgado, Cristina Bea, Daniel Meroño… reunir tanta gente, de tanto caché, en un par de días, es difícil, pero lo hemos conseguido y la valoración es estupenda, ya que luego el estudiantado (que aún, muchas y muchos no saben que esto está funcionando) lo acaba agradeciendo. Quizá mi reto es que esto sea todavía más visible. Este año, si se puede, tenemos pensado hacer un Cultuviva 3 todavía más ambicioso.

- Otra iniciativa es Magispoético, ¿es una manera de transmitir tu amor por la poesía y tus conocimientos a los estudiantes?  

Bueno, no conozco a ningún docente que pueda transmitir pasión por algo si él o ella no lo siente. Yo siento pasión por la cultura, por la gestión, por el diálogo, por la elaboración de proyectos culturales que ayuden a crecer a la sociedad a la que pertenezco. Esa es mi pasión y siempre ando activo por este combustible inagotable, ya que es necesaria una cultura comprometida con todos los niveles de nuestra sociedad, tanto por sus edades (fíjate que organizo para la infancia, la adolescencia, la juventud y la madurez, en su sentido más amplio). Creo que la tolerancia parte de la idea de que cabe respetar la alteridad y darle voz y visibilidad, siempre y cuando esto no atente contra los derechos humanos fundamentales ni esté basado en la discriminación. La tradición, por ejemplo, es bonita preservarla y la poesía es un pilar importante de nuestra columna cultural española y valenciana.

- ¿Qué se está haciendo en Magispoético?

Muchas veces juzgamos a nuestros jóvenes por falta de interés o motivación, pero también es cierto que ese juicio es injusto: hay un interés por la cultura, la lectura, la escritura, enormes, solo que no hacemos llegar las herramientas adecuadas para que accedan, ya que siempre hay mucho ruido de por medio. Magispoético nace desde las intenciones formativas de Magisterio y no pretende ser un taller de escritura poética, ya que lo desarrollé yo, personalmente, desde mi paso por Filología, allá por los años 2003 y 2004; ni tampoco pretende ser una alternativa al Aula de Poesía: es un encuentro directo con el o la autora, con sus textos, y tenemos como fin convertir la lectura de poesía como un puente que, por un lado, les ayude a despertar su interés por el género, teniendo en cuenta que van a ser docentes y deben transmitir dicho interés a un aula; por el otro, estrechar las distancias entre lector/ra, texto y autor/a, de tal modo que los y las estudiantes le leen poemas a los y las poetas invitadas, reciben consejos de cómo leerlos, cuentan anécdotas de su escritura, de su interés por la lectura etc. Digamos que Magispoético pretende democratizar el diálogo con la poesía, por decirlo así y no ser sectarios en las invitaciones, ni ceñirse a gustos personales de su director. En este sentido, la gestión de la vicedecana de cultura de la Facultat de Magisterio, Amparo Hurtado, ha sido clave, así como la implicación, modélica, de la decana Ana Botella.

- Eres uno de los poetas de tu generación más estudiados, pero también eres poco conocido en Valencia.

Sí, yo siempre he hecho mío aquello de no ser profeta en tu tierra, ya que me han invitado casi de manera constante al Festival Internacional de Poesía de Granada (el más relevante de España en la actualidad), he leído, por ejemplo, en el Palacio de la Magdalena en Santander, en la Cátedra Federico García Lorca, en el Spring Festival de Charlottesville, Arhem o Lexington, en Estados Unidos o también en Turín, etc. no me pudo quejar de la muchísima atención que mi poesía ha tenido fuera de Valencia. Es cierto que en el 2008 gané el premio Ciudad de Valencia-Vicente Gaos, pero he sido muchas veces finalista del Premio de la Crítica Valenciana y no he podido ganarlo nunca u otras distinciones y atenciones de por aquí. 

Quizá el motivo sea que no me suelo prodigar mucho en público, que restrinjo bastante mis lecturas poéticas, aunque este año fui invitado a leer en la feria del Libro de Valencia y por motivos personales no pude acudir a la de Madrid. Me siento muy querido por muchos poetas valencianos, quizá aquellos de mayor nivel, tales como Jaime Siles, Guillermo Carnero, Rafael Soler, Vicente Gallego o Andrés Navarro, y los que hoy ya no están entre nosotros, como Francisco Brines (aún creo que soy uno de los críticos que más ha publicado sobre él a pesar de no contar para nadie en los actos homenajes), Antonio Cabrera o Ricardo Bellveser a quienes sigo teniendo muy presentes. No me quejo de toda esta compañía, siempre tan desinteresada y generosa. También las voces pujantes de Manuel Valero, José Antonio Olmedo López-Amor, etc. son muchos y muchas quienes me acompañan.

A mí siempre me resultó curiosa una cosa: en 2015 salió publicada la antología El canon abierto. Última poesía en español, en la editorial Visor, donde cerca de 200 investigadores de más cien universidades de todo el mundo, seleccionaban y votaban, en lista abierta, a los y las poetas más relevantes en lengua española, nacidos después de 1970. En esa selección fui el decimoséptimo más votado, entre cuarenta seleccionados para la antología. Era el único poeta valenciano y aquí casi solo tuve silencio o peor: silenciamiento y esto es algo que me llama la atención porque yo siempre he creído en la justicia y el reconocimiento, por encima de ideologías, fobias, gustos personales y demás.

- A pesar de ello, las críticas siempre han sido buenas, ¿qué caracteriza a tu poesía?

No obstante, importantes referentes académicos del mundo de la crítica literaria han escrito estudios muy buenos sobre mi obra y eso siempre me ha dado una fuerza mayor para seguir creciendo como autor. Y de ahí también esa evolución que detecto en mi último (y mejor) libro publicado: Entre la luz y el tacto (editorial Milenio). Por suerte, siempre he publicado en editoriales de alto prestigio nacional y esto es también signo de exigencia, así, te puedo decir que mi poesía aspira a generar una compañía, emotiva e intelectual, con su lector presente y futuro, porque esa es la magia del poema: estimular la reflexión y el sentimiento, decir cosas y no construir arquitectónicamente, sin más, un poema efectista y acorde a premios u orientaciones estéticas muy predeterminadas. Huir de la vaciedad que algunos le han dado al lenguaje poético, desde la frialdad técnica o desde la algarabía vacía de fondo. A mí me gustan los poemas que dicen cosas y lo hacen con precisión en todos los niveles del lenguaje: entiendo que, tras años de búsqueda, he ido perfilando mi voz poética en esa línea. Hay poetas que, con los años escriben peor o se repiten y otros que, muy al contrario, van progresando, puliendo o eliminando todo aquello que sobraba de su obra. Espero pertenecer a este segundo grupo.

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