VALÈNCIA. Alexander Paruschke fue uno de los moderadores en la decimotercera edición de Forinvest, que se celebró a primeros de marzo pasado apenas unos días antes de decretarse el estado de alarma. Lo hizo en el Innovation & Fintech Forum dirigido por Salvatore Moccia, es decir, el espacio que tienen a su disposición los innovadores, que se ha consolidado ya como una cita obligatoria de un sector cada vez más pujante. "En este tipo de eventos uno puede apreciar la gran diversidad de modelos de negocio y métodos de trabajo presentes en sectores tan estratégicos como son el sector bancario y el de seguros. Forinvest es un entorno vital donde queda especialmente patente el beneficio de la colaboración entre start-ups y grandes corporaciones", reconoce a Valencia Plaza al otro lado del hilo telefónico.
Paruschke eas managing partner o socio director en España de apcore, una firma de consultoría estratégica que guía a sus clientes a lo largo de los procesos de transformación. "Formamos parte de una generación que se ve obligada a aprender a gestionar el mayor volumen de cambios jamás experimentados, en ciclos cada vez más cortos, sin haber aprendido a lo largo de nuestra formación académica metodologías de adaptación a nuevos entornos", apunta este consultor estratégico instalado en València. "Ayudamos pues a nuestros clientes a adaptar sus modelos de negocio y diseñamos procesos de transformación digital, con un enfoque especial en las personas", resume.
Preguntado sobre el valor diferencial de apcore, su respuesta es rápida y clara: "Tenemos una experiencia cross-sectorial, por lo que aportamos la visión global a los procesos de transformación, teniendo en cuenta tanto el componente tecnológico -el principal factor de cambio de los modelos de negocio de las empresas-, como el importantísimo factor humano que finalmente determinará sobre el posible éxito de cualquier proceso de cambio".
Apcore ofrece servicios de forma individualizada, ayudando a los clientes tanto a nivel estratégico a lo largo de la fase de diseño y conceptualización de sus ideas como en la fase de implementación. Todo ello desarrollando "una cartera de servicios en diferentes sectores para clientes a nivel internacional. Nuestro cliente tipo busca una figura de asesoramiento externo, que guie a la organización en el proceso de diseño e implementación de estrategias de omnicanalidad, reordenando y centrando los procesos de la empresa en las necesidades de cliente final". Entre sus clientes, que no da nombres por cuestiones de confidencialidad, se encuentran grandes corporaciones de seguros, banca y servicios financieros, así como pymes de diferentes sectores como servicios e industria manufacturera.
Pero, ¿están las empresas españolas en general y las valencianas en particular bien digitalizadas? "La realidad es que, en términos generales, casi nadie lo está. Ni los clientes que tenemos en Alemania, en Inglaterra, Holanda o España. La diferencia reside en el tiempo que seas capaz de generar la consciencia sobre la necesidad de tener que actuar". El experto declara a Valencia Plaza que "afrontar cualquier proceso de cambio es laborioso e incluso doloroso para el individuo y, por tanto, lo es también para una organización en su conjunto. Para ello es necesario que la organización crea una inercia positiva de cambio, encabezado por un liderazgo convincente y empático con los equipos, ya que a lo largo de los próximos años será una constante exigir a los primeros ejecutivos y a los equipos de trabajo cada vez un esfuerzo mayor para poder adaptarse a las nuevas circunstancias de mercado".
Ni que decir tiene que nadie puede predecir el futuro pero lo recomienda este consultor arraigado en València es que "la digitalización no sea una moda pasajera que nos genere un nuevo statu quo y con eso termine. La digitalización actúa de forma exponencial en todos los ámbitos, lo cual significa que los cambios de ciclo serán más cortos por la digitalización, teniendo que asimilar cada vez una mayor complejidad de transformación".
¿Qué le diría a un empresario valenciano reacio a implementar la digitalización en su compañía? "Cualquier sector productivo de la Comunitat Valenciana va a experimentar cambios profundos a lo largo de la próxima década, los cuales afectarán directamente a su manera de relacionarse con proveedores, su proceso de producción o prestación de servicios y su manera de comunicarse con el cliente. Todo ello impulsado por un cambio en el comportamiento del consumidor final, que está provocado por el impacto exponencial de diferentes tecnologías introducidas en el mercado. Existen numerosos ejemplos donde la complacencia de un líder de mercado ha representado el mayor riesgo para la continuidad de la empresa".
De ahí que recomiende que "la decisión de invertir en innovación no es optativa sino una cuestión de pura supervivencia. Quien no tome decisiones necesarias para estructurar los procesos de innovación incremental de producto -y hasta incluso de innovación disruptiva que modifican el propio modelo de negocio-, está condenado a desaparecer con el tiempo. Desde su vasta experiencia señala que la digitalización actúa en los ámbitos de automatización de procesos "donde tareas repetitivas y monótonas desarrolladas por personas son susceptibles a ser sustituidas por la introducción de robots". En este sentido sugiere "invertir en talento y en el desarrollo de métodos de trabajo de los equipos de la organización, ya que la digitalización en realidad no va de tecnología sino de personas. Para ello es crucial trabajar en la adaptación de la cultura de empresa y un factor necesario para asimilar situaciones de transformación contínua".
Por otro lado es obvio que la covid-19 está afectando en mayor o medida a todos los sectores, provocando situaciones inverosímiles. "La aparición del coronavirus ha impactado negativamente en la mayoría de los sectores productivos de todo el mundo. Y lo ha hecho hasta el punto que hemos visto como la valoración en bolsa de una de las principales plataformas de comunicación por video es superior al valor bursátil acumulado de las siete compañías de aviación más grandes del mundo".
Sin embargo, Alexander Paruschke también advierte sobre las nuevas oportunidades de desarrollo que están surgiendo en estos tiempos de pandemia. "La covid-19 nos brinda la oportunidad de abiertamente cuestionar hábitos de trabajo, de consumo y de colaboración que tenemos; todo ello con el fin de buscar formas más eficientes de vivir. No son pocas las grandes organizaciones que han aprovechado la oportunidad para definir niveles permanentes de home office entre sus equipos, lo cual tendrá un impacto significativo en las necesidades de espacio de oficinas de las organizaciones. Todavía nadie maneja datos fehacientes sobre las variaciones en la productividad de los equipos que van a traer estos cambios de paradigma. Sin embargo, en un escenario de no crisis jamás se habría testeado masivamente".
Mientras tanto Paruschke recuerda con una sonrisa al otro lado del hilo telefónico "que viajo más que el baúl de la Piquer por todo el mundo, cogiendo una media de aproximadamente 150 aviones por año. Seguramente esta cifra será inferior de cara a los próximos ejercicio, ya que la tolerancia al trabajo a distancia ha crecido notablemente a lo largo de los últimos tres meses".
En otro orden de cosas echa de menos poner en valor la cultura del emprendimiento y destaca la importancia de los hubs tecnológicos -como el de La Marina de València-, dado que "pueden participar en la labor de sensibilización de la sociedad de que la bonita tarea de emprender conlleva riesgos, y en el caso de fracaso habría que pensar más bien en cómo estructurar mejor la siguiente iniciativa en lugar de autoflagelarnos por no haber funcionado". A su juicio, los hubs también pueden desempeñar un relevante papel "en el proceso de desaprendizaje de nuestros hábitos, con el fin de aprender nuevos modelos de consumir, de convivir, de interactuar y de comunicar. Solo si somos capaces de cuestionar la manera de hacer del presente, seremos capaces de salir de nuestra zona de confort para adaptarnos a los retos del futuro".
Preguntado si hablar de las fintech es hacerlo de competencia o aliado de la banca, su respuesta no se hace esperar: "Hace años con el nacimiento de la industria fintech, el sector bancario trató de construir todo tipo de barreras para proteger lo que ellos entendían como su activo más valioso: el cliente final y la comunicación con él. Sin embargo, en los últimos años una parte importante de la banca ha aprendido a ver las fintech como una oportunidad y no como amenaza, aprovechando el valor de las start-ups que introducen con facilidad nuevas tecnologías que ayudan, por ejemplo, en la comunicación con el cliente final".
La entrevista iba tocando a su fin, cuando este diario puso sobre la mesa las insurtech -las fintech del mundo del seguro- y su impacto en el negocio asegurador. "Prácticamente todos los sectores productivos poco a poco se van a convertir en sectores puramente tech. Una aseguradora ya no será solo una entidad que cubra el riesgo de muchos clientes a cambio de una prima, calculando la probabilidad de siniestro de una parte de ellos sino una pieza de puzle en un ecosistema en el cual usa una gran variedad de tecnología para predecir probabilidades de siniestro, monitorizar y tratar los datos de comportamiento de los clientes por cada canal de contacto que puedan usar en el marco de la omnicanalidad, con el fin de hacerles ofertas cada vez más personalizadas y en función de la situación financiera, laboral y personal en la que se encuentre un consumidor".
Al hilo de lo anterior, la última pregunta surge de forma automática: ¿Qué importancia tienen las plataformas digitales en un sector asegurador cada vez más regulado? "Actualmente las plataformas digitales son la columna vertebral de muchos modelos de negocio en diferentes sectores. Solo hay que pensar en el crecimiento de empresas como AirBnB, Dropbox o Spotify que cambiaron por completo la manera de alquilar viviendas, archivar y compartir archivos y escuchar a música respectivamente. El sector asegurador tradicionalmente es un sector poco sexy (sonríe), de poca interacción con el cliente final y en el pasado sin consciencia sobre el valor de los datos que poseen sobre el cliente".