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PANEL DE opinión

¿Qué les espera a las bolsas en el año del retorno de las bajadas de tipos? Al habla con 14 expertos

De izquierda a derecha en la primera fila: Antonio Jiménez (GVC Gaesco), Araceli de Frutos (AdFC), Javier Gómez (Andbank), Begoña Sanz (A&G), Jesús Villegas (Renta 4), Sergio Serrano (Gesem) y Jorge Pérez (Libertas 7). Debajo siguiendo el mismo orden: José Gregori (Welzia), Pilar Lloret (Nao), Luis Herrero (Singular Bank), Marc Leutscher (gCapital Wealth), Ricardo González (GPM), Isabel Giménez (FEBF) y Vicente Carpio (Tressis)

5/01/2024 - 

VALÈNCIA. Los principales índices bursátiles del planeta en general y el español (Ibex 35) en particular completaron en 2023 un más que positivo ejercicio. Todo lo contrario que lo sucedido el año anterior donde las pérdidas se extendieron por todos los mercados. Pero, ¿qué pasará en 2024 donde los tipos de interés volverán a bajar?

Porque ni que duda cabe volverán a ser los bancos centrales los que marquen -con sus decisiones en política monetaria- los que guíen a los mercados y, además, frenen unas tensiones inflacionistas venidas a menos. Aunque todavía siguen por encima del 2% del objetivo del Banco Central Europeo (BCE) y de la Reserva Federal norteamericana (FED).

De cara a ofrecer una mayor pluralidad de opiniones, este diario ha contactado con catorce voces autorizadas como son las de los expertos consultados por este diario. A continuación sus respuestas:

Ricardo González, gestor de fondos de la gestora GPM

Foto: ESTRELLA JOVER
Con 2023 hemos dejado atrás la fase más dura de las políticas económicas restrictivas, mientras que de cara a este 2024 el mercado ya descuenta bajadas de tipos de interés, tanto en Europa como en Estados Unidos. Esta circunstancia ya está siendo tenida en cuenta por la renta variable, que sigue dominada por una predominante tendencia alcista alrededor del mundo. Salvo algún momento de incertidumbre puntual, el fin del entorno restrictivo y la inminencia de un entorno expansivo genera un entorno propicio para seguir viendo alzas en la renta variable.

En cuanto a la renta fija, también está empezando a descontar bajadas de tipos de interés en 2024, por lo que el ciclo bajista en el que se ha visto envuelta desde finales de 2020 por las políticas restrictivas de los bancos centrales podría estar llegando a su fin. Este escenario genera un entorno propicio para la recuperación de los bonos en la parte intermedia y larga de la curva. De ahí que probablemente, y tras varios años de grandes ajustes en la renta fija, asistamos a una recuperación en esta clase de activos.

Pilar Lloret, directora general de Nao SAM

Foto: KIKE TABERNER
Terminamos el año con unos datos de inflación alentadores, que nos hacen pensar que los precios están controlados y que los bancos centrales van a mantener un tono mucho más cauteloso. No obstante, el camino no va a ser tan fácil porque los mercados están anticipando ya unas bajadas de tipos que probablemente no se produzcan tan pronto; y, por otra parte, porque los datos macroeconómicos no han dejado de mostrar deterioro, sobre todo en Europa a la vez que la inflación subyacente sigue en niveles altos. Esto quiere decir que para que los bancos centrales decidan bajar tipos durante el año que viene, probablemente veremos primero un mayor deterioro de la economía y de los resultados. 

Nuestra recomendación para la primera parte del año es seguir estando invertidos en bolsa, pero con un perfil cauto, con compañías defensivas (Nestlé, Roche, Novartis, Unilever o Givaudan), con poder de precios y calidad (sector lujo, Inditex) o alineadas con estrategias de transición energética, cuyos libros de pedidos no se han resentido (Legrand, Vinci, Schneider, Sika, Assa Abloy o CAF). 

Nos gustan también aquellas compañías expuestas a la tendencia creciente de semiconductores (ASML e Infineon son las que vemos con más claro crecimiento) y de software (Microsoft, SAP, Sopra, Adobe o Salesforce). Además, la mayoría de ellas se van a defender muy bien en caso de que las bajadas de tipos vengan antes de lo previsto.

Begoña Sanz, banquera privada de A&G

Foto: A&G

El año 2024 se inicia desgraciadamente con los conflictos geopolíticos en Oriente Medio y Ucrania y con el riesgo de que la UE incremente las restricciones comerciales con China -en línea con las sanciones de EE UU-, lo que lastraría todavía más el comercio internacional y el propio crecimiento de la Unión Europea. Además, a ello se suma el elevado número de países que celebran elecciones entre los que destacan Estados Unidos, Taiwán o el Parlamento Europeo. Todo ello sin perder de vista la evolución de la inflación y de las decisiones de los bancos centrales. No obstante, esperamos que los factores que han retrasado los efectos de las subidas de tipos se desvanezcan y el crecimiento se desacelere.

De forma muy resumida, y sobre las bolsas, si bien somos constructivos en el largo plazo tras las fuertes subidas de los meses de noviembre y diciembre, las bolsas están excesivamente complacientes. Nos están dando un mensaje contradictorio al que nos dan los bonos y ello -junto con unas expectativas muy altas para los beneficios- nos llevan a una posición de ligera cautela. Las subidas bursátiles se han apoyado en una caída de los tipos de interés, que sería sin duda positiva para las bolsas. Sin embargo, podría no ser tan rápida y tan intensa como se espera y, además, no debemos olvidar la razón por la que caerían, que no es sólo inflación más cerca del objetivo sino que es menos crecimiento.

Por tanto, iniciamos 2024 optimistas en renta fija y con gran visibilidad en el activo. No esperamos recortes de los tipos de interés tan fuertes como los que prevé el mercado y, a pesar de ello, encontramos oportunidades de inversión que estamos convencidos, que serán la base de la rentabilidad de las carteras en los próximos años.

En cuanto a sectores vemos un equilibrio entre los más cíclicos y los más defensivos. Entre los primeros nos gusta energía, que se ha quedado muy atrás en 2023 y sigue teniendo a favor unas dinámicas de oferta y demanda muy favorables. Se basan en una infrainversión durante los últimos años junto con una falta creencia sobre cuánto puede caer la demanda en una ligera recesión. En cuanto a los más defensivos nos gustan 'farma' y consumo. Siendo selectivos, el mercado nos está dando la oportunidad de comprar grandes compañías de consumo a valoraciones razonables de las que pocas veces se ponen a tiro.

Sergio Serrano, director general de Gesem AV

Foto: RAFA MOLINA
Para 2024 pensamos que el foco de atención va a virar de la inflación a la economía. Es decir, una vez que parece evidente que la política monetaria restrictiva ha llegado a su fin y la inflación parece empezar a estar controlada, el foco se pondrá en la evolución de la economía y en analizar los efectos de las subidas de tipos en la actividad. Las bolsas parecen haber descontado que el tan ansiado "'soft landing' o aterrizaje suave finalmente se alcanzara y, por primera vez, los bancos centrales habrán podido reducir una inflación desbocada sin provocar excesivos daños.

A comienzos del año pasado éramos bastante más optimistas en cuanto a la inflación y la economía respecto al conjunto del mercado, pero en estos momentos pensamos que hay un exceso de complacencia y se está descontando un escenario demasiado idílico. Los datos económicos para la primera parte del año que ahora comienza pensamos que van a ser muy flojos, no preocupantes, pero sí bastante débiles. En este sentido, recordar que los efectos de la política monetaria en la economía se reflejan con bastante retraso. Esto como es lógico tendrá su reflejo en los resultados de las compañías y por tanto en las bolsas.

Respecto a la inflación sí que seguimos siendo optimistas como ya lo éramos a comienzos de 2023. Siempre hemos defendido que esta inflación era básicamente un problema de oferta, agrandado por la acumulación de dinero como consecuencia de la covid-19 y las políticas expansivas aplicadas en ese periodo. Sin embargo, una vez resueltos estos problemas la inflación remitiría con rapidez, lo que además ha venido acompañado de una importante caída del petróleo que seguirá ayudando en este aspecto.

Por tanto, somos cautelosos con respecto a la economía en la primera parte del año, sin embargo, somos muy optimistas con respecto a la inflación. Esto nos lleva a continuar sobreponderando la renta fija, alargando duración y centrándonos en la parte de mayor calidad crediticia, dado que el deterioro económico puede llevar a la ampliación de los spreads o diferenciales de crédito. 

En cuanto a las bolsas, tras un espectacular 2023 y con algunos índices de riesgo en niveles de alta complacencia (el VIX o 'índice del miedo' por debajo de los 13 puntos y los spreads crediticios en mínimos), que dejan poco margen de error, seríamos algo más conservadores y tendríamos más peso en sectores de perfil defensivo hasta la segunda parte del año.

José Gregori, director de Welzia Management en València

Foto: EVA MÁÑEZ
El final de 2023 nos ha demostrado una vez más la importancia que tiene la 'psicología del mercado'. Hemos pasado de preocuparnos porque el bono americano a 10 años estaba a punto de superar el 5%, con el consiguiente endureciendo de las condiciones financieras, a tener el mejor mes (noviembre) para el índice agregado de renta fija desde 1985 y unos de los mejores meses para el S&P 500 desde 1950. 

Ese fuerte rally de los activos de renta variable y renta fija tiene su origen en los datos de inflación, que siguen retrocediendo a un ritmo más rápido de lo esperado: la inflación general en Europa está en el 2,4% y en Estados Unidos en el 3,2%. Este es uno de los factores a seguir en 2024, la inflación. La tendencia parece clara, pero no tanto que vayamos a alcanzar el 2% en los próximos meses, no al menos la inflación subyacente. De hecho, podríamos ver algún repunte en los datos de precios en los primeros meses de 2024, una vez que los efectos bases negativos se pierdan. Y esto podría llevar a correcciones en las cotizaciones porque los mercados corrigen cuando los tipos caen y es lo que el consenso de analistas espera para 2024.

Otro factor a tener en cuenta es el crecimiento económico. Una mayoría de analistas esperan unas cifras por debajo de tendencia después de un sorpresivo y muy fuerte tercer trimestre de 2023 en Estados Unidos, que creció al 5,20%. Si el crecimiento se mantiene en torno al 2%, podríamos hablar de un aterrizaje suave y de que las necesidades de bajadas de tipos no serían tan perentorias. Este entorno sí sería muy bueno para los mercados, si bien los periodos de bajo crecimiento suelen ser inestables y podrían verse afectados en algún momento y llegar a la temida recesión.

Y, por último, el factor más importante de todos: los beneficios empresariales. Las bolsas descuentan beneficios y nos olvidamos con frecuencia movidos por los movimientos de las cotizaciones, que obedecen más a esa 'psicología del inversor' de la que hablábamos antes y que no se puede predecir. Parece razonable que veamos algún recorte en los márgenes empresariales porque los costes de la financiación son más elevados, mientras la inflación ya no va a empujar las ventas como en 2023. Los crecimientos en los beneficios no parecen que vayan a ser extraordinarios, pero sí se espera que sean positivos, lo que es una buena noticia. Estamos pues ante un año muy táctico por delante donde aquel que sepa leer mejor la combinación de estos tres factores podrá generar una mayor rentabilidad con menor riesgo.

Jesús Villegas, director de Renta 4 Banco en Castellón

Foto: ANTONIO PRADAS
Como cada año, la incertidumbre del corto plazo hace que nos encontremos ante muchas adversidades y factores que puedan incidir en nuestra toma de decisiones de cara a la planificación de nuestras inversiones de cara al próximo ejercicio. Hemos pasado por pandemias y confinamientos, por la invasión de Rusia en Ucrania, por el actual conflicto entre Israel y Hamás… Y seguramente nos encontraremos con acontecimientos en este 2024 que ahora mismo no nos planteamos, lo que podrían alterar fácilmente el normal funcionamiento de los mercados.

Nuestra estrategia de largo plazo debe ir más allá y teniendo claro el escenario en el que nos encontramos: con una inflación moderándose sin alcanzar los objetivos del 2% se va a provocar que los tipos de interés -aún ajustándose a la baja- se mantengan altos más tiempo del previsto. Con unos costes de financiación más restrictivos, el resultado inmediato es la reducción de los márgenes empresariales. Esta reducción de márgenes inevitablemente va a tener un impacto directo en los resultados de las compañías y ahí es donde tenemos que estar atentos. 

Esta nueva realidad, tras el fin de la barra libre de liquidez, una inflación latente importante y una economía desacelerándose -ahora lo hace con suavidad, veremos como avanza el año- nos obliga a ser muy selectivos en nuestras inversiones de renta variable. La famosa recuperación en forma de K de la que hemos hablado en alguna ocasión, con un reducido grupo de empresas obteniendo unos resultados fabulosos frente a un más que amplio número de compañías que no acaban de obtener resultados satisfactorios, es el ejemplo más gráfico de las compañías en las que debemos invertir frente a las que tenemos que estar al margen.

Debemos ser muy selectivos con las compañías, tener claro el 'stock picking' o selección de valores y aprovechar los momentos de correcciones para reforzar nuestra estrategia de inversión de largo plazo. Es cierto que la referencia va a seguir siendo el mercado americano, pero tenemos que mirar el mercado europeo ya que cotiza con un descuento del 7% en cuanto al PER (12 veces actual frente a 14 veces de media) y también al español donde el descuento es del 21% (10 veces frente a 13 veces). Si a esto añadimos que tenemos compañías fantásticas con una rentabilidad por dividendo de entre el 8-10%, tenemos bastante trabajo hecho.

Esta incertidumbre con la que nos encontramos -con estos tipos de interés altos- nos ha permitido abrir el abanico y encontrarnos con diferentes e interesantes alternativas de inversión en renta fija. Tras la euforia de 2023 de las Letras del Tesoro -llegando casi al 4% y reduciéndose drásticamente hasta el 3,3% de la última subasta de diciembre-, tenemos que ir más allá y buscar emisiones de deuda con duraciones largas con el fin de aprovecharnos del fin del ciclo de las subidas de los tipos de interés. Seleccionando bien los emisores y las duraciones no es nada descabellado encontrar Tires que superen el 10%. Así que, combinando bien renta fija y renta variable aún con la complejidad del entorno en el que nos encontramos, podemos construir una cartera muy sólida de cara al medio y largo plazo con unos retornos fantásticos.

Antonio Jiménez, director territorial de GVC Gaesco en la Comunitat Valenciana

Foto: GVC GAESCO
Cerramos un 2023 con comportamientos muy positivos en prácticamente todas las bolsas mundiales, las cuales han superado con mucho la inflación. En la renta variable se han cumplido nuestras expectativas de inicio de año con subidas entre el 15% y 20%. Asimismo, los resultados empresariales están siendo muy sólidos manteniéndose fuertes en casi todos los sectores, con rentabilidades superiores al 10% en la mayoría de las bolsas.

Nuestro escenario central para el presente ejercicio es de un enfriamiento suave de la economía internacional, pero sin que ello implique una recesión importante. Creemos que 2024 seguirá siendo positivo, pero no tan bueno como 2023, rondando entre el 5% y 10 % las subidas. Y, por otro lado, con una estabilidad en los tipos de interés durante la primera mitad del año, mientras que podrían comenzar los recortes a partir del segundo semestre.

Por sectores habrá que seguir siendo muy activos, pero nos gusta el sector financiero, energético, construcción y real estate (inmobiliario), aunque está apuesta será algo más progresiva conforme se vayan confirmado la bajada de tipos.

Dentro de los valores que nos atraen para este inicio de año están Enagás, Prosegur Cash, Unicaja Banco, Logista, Renault, Cellnex, Saint Gobain y Orange en el sector de telecomunicaciones. En conclusión, éste podría ser un año para poder superar la inflación, tanto para los inversores más conservadores de renta fija como los de renta variable.

Luis Herrero, director de Singular Bank en València

Foto: EVA MAÑEZ
El final del año 2023 en los mercados ha venido marcado por el brusco cambio de expectativas sobre la senda de las políticas monetarias de los bancos centrales. Después de unos meses en que los tipos de interés se iban a mantener en sus niveles actuales durante la mayor parte del año, actualmente se proyecta que los bancos centrales de EE UU y la Eurozona podrían empezar un proceso sostenido de rebajas de tipos en la primavera, hasta situarlos en torno a su tasa neutral a finales de 2024 o inicio de 2025. ¿Cuál es ese nivel neutral? Es algo todavía incierto que dependerá de la evolución de la inflación, pero de momento los mercados lo sitúan en torno al 3,50% para EE UU y el 2,50% para la Eurozona.

Por otro lado, el contexto macroeconómico se presenta todavía con elevadas incertidumbres, pero creemos que 2024 puede ser un año en el que gradualmente se vayan reduciendo para dejar paso -en 2025 y los años posteriores-, a un escenario de crecimiento sostenido. El mismo que dejaría atrás los recientes años de turbulencias como consecuencia de la pandemia, la guerra de Ucrania y la crisis energética entre otros factores. Nuestra previsión es que la primera parte del año va a estar marcada por una desaceleración significativa en Estados Unidos, que se uniría así a la situación de débil crecimiento en que se encuentran Europa y China actualmente.

En este contexto, y tras la fuerte revalorización de las bolsas en 2023, iniciamos el año con una posición cauta en los mercados. Las actuales valoraciones dejan unas expectativas de rentabilidad modestas en 2024 para las principales bolsas mundiales, lo que las deja sensibles a una corrección ante el deterioro de los indicadores económicos que esperamos en los próximos meses, particularmente en EE UU. En este contexto, empezamos el nuevo ejercicio bursátil con un posicionamiento sectorial defensivo, con el mayor peso en las carteras en los sectores de salud, consumo básico, energía y financiero. Sin embargo, creemos que a lo largo del año surgirán oportunidades para adoptar una posición de más riesgo cara a un escenario a medio y largo plazo que vemos más constructivo. En este sentido, nuestra estrategia irá girando gradualmente hacia sectores de más riesgo como la industria y la tecnología, junto a otras clases de acciones como las compañías de pequeña y mediana capitalización o las acciones de mercados emergentes.

Respecto a la bolsa española decir que ha tenido un comportamiento excepcional en 2023 gracias al sector financiero y a las compañías relacionadas con el turismo y las infraestructuras de transporte. En 2024 esperamos una rentabilidad más moderada, pero que podría superar el 10% incluyendo dividendos. Además de los sectores con más peso en el índice como bancos y eléctricas, creemos que a lo largo de 2024 empezaremos a ver un mejor comportamiento de cotizadas de tamaño medio que hasta ahora han estado fuera del foco de los inversores; una vez la fase de estancamiento de las economías europeas quede atrás y pueda confiarse en un escenario de crecimiento sostenido a largo plazo.

Isabel Giménez, directora general Fundación Estudios Bursátiles y Financieros (FEBF)

Foto: EVA MÁÑEZ
2023 ha sido mejor de lo esperado, con menor inflación, resiliencia en el empleo y sin recesión (en buena parte por la bonanza del otoño). Esto ha obligado a los bancos centrales a mantener los tipos de interés altos durante un periodo más prolongado, aún a riesgo de agudizar el estancamiento en las economías menos competitivas. El año que comienza supone incertidumbre sobre los tipos, el giro en el ciclo y su gravedad. Con respecto a la inflación, hay quien considera que se mantendrá por la recuperación económica y/o por el recorte de producción de la OPEP.

Dicho todo ello hay que tener en cuenta los siguientes tres aspectos:

  1. Los riesgos geopolíticos (Oriente Próximo, Ucrania y China-Estados Unidos) seguirán teniendo más peso que los económicos. A corto plazo generarán volatilidad, mientras que a largo presiones inflacionistas (cadenas de suministro). El efecto sobre los mercados del resultado de las elecciones estadounidenses es otra incógnita.
  2. Apuesta por la calidad en renta fija. La ralentización económica y el enfriamiento de la inflación animan a elegir entre bonos corporativos investment grade y treasuries de medio y largo plazo como sweet spot.
  3. Diferenciación en renta variable. Disparidad de valoraciones y agotamiento del exceso de liquidez. La bolsa estadounidense -sostenida por las '7 magnificas' tecnológicas- ofrece mejores resultados, pero está más cara (18 veces beneficio) frente a la europea (12 veces) o la japonesa (14 veces). Oportunidades en emergentes (sobre todo en Asia) para los valientes. Por temáticas: inteligencia artificial y transición energética.

Así pues, y resumiendo: aterrizaje suave, inflación a la baja y riesgo geopolítico; mercados volátiles con oportunidades en renta fija y en renta variable; y búsqueda de empresas con modelo de negocio atractivo, dividendos sostenidos y deuda ajustada.

Jorge Pérez, director del Área de Inversiones de Libertas 7

Foto: MARGA FERRER
Si tomamos los datos de partida actuales no resulta sencillo posicionarse de manera inequívoca sobre lo que podemos esperar de los mercados en 2024. Por el lado macroeconómico, tenemos unas economías en desaceleración, tanto desarrolladas como emergentes, unos niveles de inflación todavía lejos de los objetivos y unas políticas monetarias que, pese a las bajadas de tipos que descuentan los mercados, seguirán siendo restrictivas. 

A más largo plazo, muchas economías se enfrentan a importantes desequilibrios por exceso de endeudamiento y falta de dinamismo. Esto se debe al fruto de años de un modelo de crecimiento 'dopado' vía gasto y expansión fiscal, unido a factores demográficos y políticas de transición energéticas poco realistas, y donde probablemente no se ha favorecido lo suficiente el ahorro, la inversión productiva y la mejora competitiva. 

Este entorno de desaceleración cíclica contrasta con unas previsiones de beneficios empresariales crecientes en 2024, favorecidas en gran parte por unos menores costes energéticos y la expectativa de un menor coste de la deuda, situación -desaceleración económica y beneficios crecientes- no muy habitual.

También señalar que las valoraciones han experimentado una mejora vía múltiplos de cotización importante en el cuarto trimestre de 2023 por las expectativas de un cambio en la dirección de la política monetaria, lo cual nos deja un menor margen de revalorización en 2024 y aumenta la probabilidad de una cierta corrección a corto plazo.

Todo lo anterior queda en un segundo plano frente al principal catalizador de los mercados en los últimos tiempos, que no es otro que el papel de los bancos centrales, o más bien, las expectativas sobre las decisiones de éstos. El incremento del protagonismo de estas instituciones ha provocado no pocas irracionalidades en las valoraciones, con un efecto altamente distorsionador en el mecanismo de formación de los precios de unos mercados, que responden en mayor medida a las decisiones de corte monetario y fiscal anunciadas -o esperadas- que a los fundamentales de fondo de la economía y empresas.

En la medida en la que el mercado espere niveles de inflación a la baja y, por tanto, un sesgo menos restrictivo en la política monetaria, las bolsas deberían recogerlo de manera favorable en 2024. Todo ello incluso en un contexto con grandes incertidumbres en materia geopolítica, perpetuación de conflictos bélicos, elecciones en EE UU y una economía china que apunta a menores crecimientos.

Marc Leutscher, cofundador de gCapital Wealth Management EAF

Foto: RAFA MOLINA
Esperamos una desaceleración gradual en el crecimiento global, con perspectivas de que la inflación disminuya, aunque se mantenga por encima de los objetivos establecidos por los bancos centrales. Como resultado, anticipamos resultados económicos divergentes:

  • Es probable que Estados Unidos experimente una leve recesión en el primer semestre, a medida que las condiciones financieras comiencen a impactar a consumidores y empresas. En la segunda mitad del año, prevemos que el crecimiento se estabilice por debajo de su potencial y que la inflación se acerque a su objetivo. 
  • En la Eurozona, el crecimiento debería mantenerse bajo debido a políticas fiscales cada vez más restrictivas y una política monetaria ya rigurosa, generando diversas dinámicas entre los países. 
  • En China, se observa un cambio estructural hacia un menor crecimiento, y a pesar de algunos estímulos fiscales, no se espera un cambio significativo en el panorama general. En este escenario fragmentado, India emerge como una nueva potencia.

Desde la perspectiva de carteras multiactivos, la divergencia económica en 2024 implicará tres consideraciones clave para los inversores:

  • Limitar la exposición a áreas con valoraciones excesivas y sin precios adecuados para una desaceleración global, como las acciones de crecimiento de Estados Unidos, bonos de alto rendimiento de EE UU y valores cíclicos. 
  • Aumentar gradualmente la exposición a activos de riesgo que podrían beneficiarse de un cambio en la política de la Reserva Federal, como acciones en mercados emergentes y Europa, y bonos de alto rendimiento de manera selectiva. 
  1. Los bonos de grado de inversión son la clase de activo preferida para 2024, ya que presentan riesgos limitados (en caso de un aumento de los tipos de interés); además de beneficiarse de una menor inflación y bancos centrales más moderados.

Los inversores deben combinar temas estructurales a largo plazo como la transición verde y el realineamiento geopolítico, que impulse dinámicas de cooperación e innovación con valoraciones adecuadas. También se deben considerar rotaciones cíclicas a nivel de país y sector. Las oportunidades a corto y largo plazo incluyen a India, respaldada por el ciclo de inversión, perspectivas positivas de beneficios por acción (BPA), transformación digital y tendencias en relocalización, así como a Brasil, con mejoras cíclicas en los BPA y como potencial ganador en la transición energética.

Finalmente se espera un retorno de la volatilidad en los activos de riesgo y las correlaciones podrían cambiar. A medida que las diferencias en las valoraciones se agudicen y el exceso de liquidez disminuya, los mercados se guiarán más por fundamentales, limitando las opiniones direccionales sobre acciones al principio del año, pero ofreciendo más margen para la selección de acciones y sectores gracias a una mayor dispersión de las rentabilidades. 

En cuanto a las correlaciones, la dinámica positiva entre bonos y acciones experimentada el año pasado podría revertirse, ya que nos dirigimos hacia una fase de inflación más baja y bancos centrales más moderados, lo que históricamente se ha asociado con una correlación negativa entre bonos y acciones. Por lo tanto, las carteras clásicas 60-40 podrían ser la solución óptima para 2024.

Javier Gómez, director territorial de Andbank en la Comunitat Valenciana

Foto: ESTRELLA JOVER
Con la información que conocemos actualmente, parece controlado en su alcance -como factor de incertidumbre- el riesgo de escalada del conflicto en Gaza y su posible impacto en los mercados de materias primas, en particular sobre el precio del crudo. Además, con una buena temporada de resultados que alejaba las expectativas de decepción y dudas sobre el comportamiento de la demanda y el comportamiento de los tipos de interés a largo plazo, que han bajado de forma significativa, despedimos 2023 con los mercados en tono de celebración.

Parece que la senda de la inflación descendente está asegurada, por el control del precio del crudo, los débiles crecimientos de algunos PIB y los primeros signos de que los aspectos más correosos de los precios parecen perder fuerza (vivienda, servicios...), lo que lleva a pensar que los bancos centrales podrían dar por terminado su trabajo. El mercado descuenta bajadas de tipos de forma nítida para 2024, a pesar de los esfuerzos de los responsables de la política monetaria por desmarcarse de ese optimismo.

Así las cosas, para este año pensamos que debemos identificar un número limitado de elementos a los que prestar atención:

  1. En primer lugar, el crecimiento económico. Ahora mismo el mercado vive en un escenario de color de rosa (goldilocks): caminamos por la senda del crecimiento moderado, sostenido y sin riesgos inflacionistas. Pero la realidad es que en este nuevo ejercicio tendremos un crecimiento lánguido en EE UU, Reino Unido, Europa y China a la vez como resultado de la restricción monetaria y una menor alegría en lo fiscal. Aunque temporal, debería afectar a los beneficios empresariales y los márgenes. Sin un crecimiento tan sólido de los beneficios, la renta variable perdería uno de sus vientos de cola de 2023.
  2. En segundo lugar, el comportamiento de los tipos de interés. La posibilidad de bajadas adicionales de los mismos y de una relajación de la política monetaria por parte de los bancos centrales podría ayudar a mantener los actuales niveles de renta variable.

Por tanto, el panorama general aunque parece tranquilo no está exento de obstáculos, lo que hacen que los márgenes de mejora de las bolsas sean menores de los que hemos visto en 2023. En todo caso, tampoco parece haber lugar para hacer una recomendación negativa sobre la renta variable. O, al menos, de salida en 2024. 

¿Qué empresas nos gustan? Las de más calidad, las más resistentes a escenarios de desaceleración. Creemos que se debe tener un ligero sesgo valor (value); mientras que la gran novedad es que parece que las pequeñas compañías podrían tener un mejor desempeño relativo que las más grandes. También preferimos un sesgo más defensivo que cíclico. 

Por último, y si hay que decir cómo pueden comportarse las distintas áreas geográficas, vemos a Europa barata frente a Estados Unidos. ¿España? Manteniendo una posición de preferencia dentro de Europa. En cambio, bajaríamos nuestro optimismo sobre Japón; mientras recuperamos un moderado interés táctico en China, si bien nuestros mercados favoritos en Asia son el indio y el vietnamita.

Araceli de Frutos, fundadora de la EAF del mismo nombre

Foto: JUAN NAHARRO
Las previsiones se han tornado más optimistas para 2024 donde la principal preocupación que había tomado el relevo a la inflación (recesión), ya no está encima de la mesa y lo que se pronostica es un 'aterrizaje suave' de la economía. A su vez, se comienza a descontar bajadas de tipos por parte de los bancos centrales para el primer trimestre de este año, que lo veo como algo demasiado rápido.

¿Qué interrogantes se plantean de cara al próximo año?

  • ¿Los beneficios empresariales soportarán el envite de los altos tipos por largo periodo de tiempo? Las compañías más endeudadas son las que más sufrirán en este escenario de tipos altos. En cuanto a valoraciones, se han venido produciendo ajustes, caídas, que hacen a determinados valores atractivos. Desde punto de vista geográfico en Europa están reportando unos resultados peores que en Estados Unidos, con advertencias por parte de las compañías de recorte de beneficios futuros. De hecho, se está poniendo sobre la mesa la ralentización económica que vive Europa y las presiones de costes que se está sufriendo. Aún con todo se siguen esperando repuntes de los beneficios por acción del 5% en Europa para este año. Se estaría en este contexto en sectores con alta rentabilidad por dividendo como el eléctrico, que además en 2023 ha tenido un comportamiento peor y que los recortes de tipos les benefician. Otro sector importante que no debe faltar, y que también le beneficia la caída de tipos, es el tecnológico teniendo además el impulso de la inteligencia artificial.
  • ¿Está ya la inflación controlada? Lagarde ha señalado que únicamente las alzas de tipos sirven para recortar un 20% de la subida de precios. Los precios de energía, la demanda y la expansión de los déficits desde el confinamiento hacen subir la inflación de demanda. Los últimos kilómetros de una maratón son los más complicados y así parece que puede ser esta lucha contra los precios. Puede que la inflación se estabilice en torno al 3%-4%, tardando más en llegar al objetivo del 2% de los bancos centrales.
  • ¿Crecimiento o no, esa es la cuestión? Parece que crecerá, aunque muy moderadamente.
  • Sentimiento de mercado. En estas fechas se ha tornado más positivo con una apetencia por el riesgo y por la renta variable al ver esta recuperación del mercado en los últimos meses. Parece que estamos asistiendo al síndrome FOMO (siglas en inglés, del temor por quedarse fuera de mercado), pero para este año sigue la incertidumbre de los conflictos geopolíticos y, además con elecciones en Estados Unidos, en el Parlamento Europeo...

Todas estas cuestiones veremos cómo evolucionan. Estas opiniones están hechas bajo lo que los economistas llamamos 'ceteris paribus', manteniéndose constantes todas estas variables. Sin embargo, a lo largo del ejercicio surgirán los también llamados 'cisnes negros', que harán cambiar la visión del mercado.

Vicente Carpio, agente de Tressis SV en València

Foto: TRESSIS
Tras terminar un ejercicio trepidante no apto para cardíacos, donde nos hemos encontrado la mejor y la peor cara del mercado, pero después de todo podemos irnos satisfechos. Los factores que han impulsado el 'rally de final de año' son los mismos que vigilaremos los próximos meses: inflación, resultados empresariales, datos económicos y toda la información que nos pueda llegar desde los bancos centrales, sin duda los auténticos protagonistas de los dos últimos años.

Lo cierto es que ha aumentado la confianza del inversor y su apetito por los activos de riesgo, no solo acciones sino también bonos con vencimientos muy largos. Los mercados han sobrevivido a una de las subidas de tipos de interés más verticales de la historia, a una inflación severa de materias primas y a un panorama geopolítico de lo más complejo. Es por ello por lo que pensamos que 2024 tiene que ser bueno para la bolsa, ya que esperamos resultados empresariales positivos y una política monetaria menos restrictiva. Además, en el segundo semestre podríamos llevarnos alguna sorpresa agradable respecto al crecimiento económico global.

Sin embargo, a lo largo de estas primeras semanas debemos tomar una posición prudente y tantear el escenario. ¿Por qué? Porque vemos demasiada euforia con la posible bajada de los tipos de interés, unas valoraciones están algo caras y la rentabilidad de los bonos a largo plazo es muy baja. Un mal dato de la inflación, que podría producirse en las primeras semanas de 2024, podría rebajar la euforia y traernos una corrección.

Seguimos ponderando bolsas con alto peso tecnológico e industrial, seremos prudentes con aquellas altamente bancarizadas y nos sigue gustando todas aquellas empresas que tienen que ver con la transición ecológica y la sostenibilidad.

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