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Pepe Gimeno: "Es impensable hacer un proyecto como la marca de Les Corts hoy, sería la ruina"

Diseñador, artista y viceversa. Hablamos con Pepe Gimeno sobre su nueva exposición -Al hilo del pensamiento- en la galería de arte Mr. Pink, los procesos creativos y la añoranza de un sector gráfico que, dice, debe luchar contra la frivolidad y recuperar el prestigio 

7/05/2017 - 

VALÈNCIA. Si su círculo profesional no es cercano al diseño gráfico es probable que el nombre de Pepe Gimeno no le diga mucho. Sin embargo, su trabajo, aunque no lo sepa, forma parte de la cultura visual valenciana desde hace casi medio siglo. La marca de la EMT, Les Corts o la palmera de la Comunitat Valenciana han sido cocinadas en su estudio, ahora bajo el nombre Gimeno Gràfic, una trayectoria sólida construida sin alzar demasiado la voz. Si el factor shock, el usar y tirar, la producción en masa y la cultura del selfie es el sistema, él es un antisistema. Aboga por acabar con la frivolidad en una profesión que, explica, está “desprestigiada”, a pesar de que la necesidad de diseño sea cada vez mayor. Todo esto es solo el 50 por ciento de Gimeno, que continúa explorando su faceta de artista ahora con Al hilo del pensamiento, una exposición que enfrenta por primera vez su obra pictórica y escultórica y que ya se puede visitar en la galería de arte contemporáneo Mr.Pink. Este es el 100% de Pepe Gimeno.  

-Dijo en el festival VLANC que "la creatividad es estimulante pero tremendamente dura", ¿cómo ha sido el camino para llegar a Al hilo del pensamiento?
-Realmente es un proceso muy largo. Los dibujos son de 2010, un procedimiento que llevó utilizando desde hace veinte años, aunque con resultados diferentes. Me ha marcado mucho porque he valorado mucho la forma en sí, la abstracción tiene un potencial enorme. Ese ejercicio me llevó a poder valorar los materiales de deshecho, algo que aparece de una manera inconsciente pero que luego la razón es capaz de encontrar algo más en esas formas. De ahí vienen las estructuras, la segunda parte de la exposición. Es un trabajo de análisis y aprovechamiento de las formas para crear estructuras, creando un diálogo entre ellas. Y a partir de tener esa pieza que tiene expresión ha venido la pintura.

-En este caso enfrenta las dos y las tres dimensiones.
-Es la primera vez que lo hago. El gran diferencial de esta exposición con respecto a las anteriores es ese encuentro, que además puede parecer un poco 'ilógico' porque generalmente se va de las dos a las tres dimensiones. Hago un recorrido que a mucha gente le chirría, pueden creer que lo primero es dibujar y lo segundo esculpir pero en mi caso no es así. Es una experiencia muy interesante porque completas el significado de la escultura que, al trasladarlo al lienzo, acaba complementándolo, mientras que en otras ocasiones se da un diálogo que no tiene nada que ver con el origen.

"siempre me gusta trabajar con limitaciones, es una consecuencia de mi trabajo como diseñador"

-¿En qué punto se distancian estas dos facetas?
-Un punto que me atrae de la pintura con respecto a la escultura es que en esta última tengo unas limitaciones muy claras: yo siempre parto de algo que encuentro y que no modifico. Las piezas que presento no están pintadas, moldeadas... simplemente las ordeno. Eso tiene unas limitaciones enormes, en cambio la pintura la llevo al tamaño que quiero y utilizo lo que quiero. Esto me permite llevar la expresión más allá de lo que me deja la escultura, que para mi se resume en un encuentro con unas estructuras insospechadas. Son dos formas de trabajar muy distintas. La pintura me da mucha libertad de realización pero tengo una limitación conceptual. Lo cierto es que siempre me gusta trabajar con limitaciones, es una consecuencia de mi trabajo como diseñador.

Foto: ESTRELLA JOVER.

-En la pieza La puerta de la nada hay pintura y un punto escultórico con la intervención en el lienzo, fraccionado.
-Es una deconstrucción. Anteriormente trabajaba mucho este tema, me interesaba mucho como en el cine o las novelas se trocea el argumento, una historia fragmentada y desordenada. Como Tarantino cuando empieza una película por el final pero acabas entendiendo perfectamente el argumento. Es una forma de fragmentar que vuelvo a poner encima de la mesa.

-En un momento dijo, refiriéndose a la profesión de diseñador, que siempre "estás en el punto de partida", ¿también en la creación artística?
-Cada vez que te planteas un trabajo nuevo te encuentras con las mismas dificultades, con un poquito más de experiencia, pero las barreras siempre son las mismas, siempre te juzgan por lo que acabas de hacer y no por la trayectoria. En gráfica el cliente te juzga por lo que estés haciendo en ese momento, tienes que cumplir 100% el objetivo que te han marcado, siempre estás teniendo que demostrar que eres capaz.

-En Hollywood dicen que uno es tan bueno como su última película, ¿también se da en el apartado artístico?

-Sí. Tú puntuación, tu valor, está en lo que estás haciendo.

-Hablamos de límites pero, ¿qué posibilidades te ofrece trabajar con deshechos?
-Te da unas sorpresas que no pueden sacar de otras cosas, te presenta figuras insospechadas. De repente unes dos formas en el espacio y encuentras una poesía a la que yo racionalmente no hubiera llegado. Me estimula, aunque sea pura basura. Cuando empecé a trabajar en estas piezas subía en el ascensor de mi apartamento de Oliva con bolsas llenas de material sin lavar, mis vecinos pensaban que tenía síndrome de Diógenes. Al final tuve que invitarles y explicarles el proyecto. A partir de ahí eran ellos los que traían basura, de hecho el contenido del proyecto The Green Bag me lo trajo un conocido.

-Desde entonces no ha dejado de dar explicaciones...
-Tienes que dar constantemente. Algunas cosas concretas sí las he comprado, como lentejuelas. Ahí también las di. La señora me preguntaba que para qué las quería, pero yo sabía que no me iba a creer [ríe].

-¿En algún punto se conecta su faceta como diseñador con su producción artística?
-Desde que acabé mi formación como diseñador, si es que se puede llamar así porque en aquellos momentos era un poco desastrosa, siempre he sido ambivalente, he trabajado en los dos planos. Para mí son vasos comunicantes, las cosas que yo puedo experimentar en un campo me retroalimenta en otro. Al final los lenguajes que se utilizan son los mismos, es decir, tienes que saber de color, de composición, entender las formas y los espacios... Es lo mismo, pero en un caso ordeno un bloque de texto y en otro un trozo de hierro. Cuando estoy maquetando una página, muchas veces los elementos que tengo que incluir no los he producido yo. Mi trabajo como diseñador gráfico muchas veces es ordenar una serie de elementos y categorizar, lo mismo que hago como escultor.

-¿Con más límites como diseñador o con menos?
-Como diseñador siempre tienes más límites porque tienes más objetivos, en una obra propia eliminas lo que consideras, es más cómodo el trabajo como artista porque la limitación soy yo mismo. Pero al final el ejercicio es el mismo.

"no me gusta el diseño en el que se ve primero la mano del diseñador"

-Es sencillo identificar sus piezas artísticas. Por otro lado, es autor de imágenes que forman parte del la cultura visual de la ciudad como la EMT o Les Corts, ¿es importante que como diseñador también se vea que es producto final es 'un Pepe Gimeno'?
-No. Es más, siempre lo he tenido como norma en el estudio que jamás se vea la autoría en la gráfica. Para mí los intereses son los intereses del cliente y mi mano siempre está detrás de él, intento hacer el proyecto que más le interese. En mi filosofía siempre está eso, no me gusta el diseño en el que se ve primero la mano del diseñador. Yo no puedo hacerte un retrato y que se parezca a mí. Cuando hago una identidad te pongo de perfil y te retrato, no puede acabar siendo más yo que tú. No me interesa, me parece un error.

-Recientemente ha firmado los proyectos para la Plaça de Bous y el Circuito Ricardo Tormo, que coinciden además con una nueva forma de seleccionar a los profesionales, ¿cómo valora los cambios en el sector?
-Este momento es muy diferente. El mundo del diseño de los años 80 y 90, cuando hice la EMT o la palmera, era muy distinto, había muchísimos menos profesionales y la cultura del diseño estaba en otro momento. Yo añoro mucho ese tiempo, la verdad. Entonces el diseñador estaba más prestigiado, ahora hay más necesidad de diseño pero la figura está más desprestigiada.

-¿Cómo puede darse esa dicotomía?
-La necesidad está más clara porque se ha visto que es necesario, el nivel es superior, pero la gente que entonces necesitaba diseño respetaba más al profesional. Antes había poca gente que conociera el valor, pero lo valoraba más. El resto sencillamente lo desconocía. Ahora hay mucha gente pero con un criterio y respeto inferior. Se puede ver en los precios. Esas cosas que se encargan por Internet, cinco marcas... no se toma en serio el planteamiento real, es todo muy frívolo.

-Hablamos de una demanda low-cost respondida por una oferta también low-cost.
-Hay una oferta muy importante de diseño que justamente ha venido en el momento de la crisis, en el momento en el que la demanda desapareció. Ha sido un momento horroroso para la profesión que ha dado un resultado del que creo que va a ser muy difícil recuperarse. No puedes frivolizar con la marca de una empresa que debe aguantar 30 años. Ocurre como el pescado, se pudren y a los tres años huelen. 

Foto: ESTRELLA JOVER.

-¿La situación que describe se da más en los encargos institucionales o empresas privadas?
-Me parece bien lo que se está haciendo ahora de que se puede elegir entre distintos perfiles de diseñadores, poniendo fin al modo negativo en el que presentabas algo hecho y si le gustaba bien y si no nada, que era la práctica habitual. Lo único que ocurre es que ahora los precios de los trabajos son ínfimos, has de pensar mucho cuando te presentas a un proceso de este tipo porque las cuentas no salen.

-Entonces, ¿le ha resultado interesante acometer estos dos últimos proyectos para instituciones públicas?
-Tienes que ajustar mucho, saber muy bien a que proyecto te enfrentas, ser muy ágil para que te salga mínimamente rentable. Me da un poco de pena no poder colaborar más con la ciudad. Entiendo que las instituciones están en un momento en que no tienen un duro, pero el problema es que eso crea escuela. Es un modelo de lo que valen las cosas y eso no es real, no se mantiene. No es un momento bueno para la profesión, sí de oferta, pero no de mercado. Se está haciendo mucho daño, se frivoliza.

-Ha usado la palabra frivolizar en varias ocasiones, ¿a qué se refiere exactamente?
-Tiene mucho que ver con las redes sociales. En el estudio hicimos un trabajo que decía ‘Instagram es superficial’ con letras de marcas que habíamos hecho. Ahora importa mucho la fachada, pero no hay poso. Hay demasiada cosa de moda pero parece que si no estás a la última, si no es algo ‘fresquito’ y ‘mono’, no tiene valor.

-Quizá sea reflejo de la propia sociedad actual, no un hecho aislado.
-Claro. Hay mucha fachada pero poco contenido. Es lo que me preocupa. Las redes sociales tienen mucho que ver en cómo los diseñadores se presentan, en cómo se vende la gente... Da mucha agilidad, puede ser interesante, pero echo en falta molla después del envoltorio. En muchas ocasiones me doy cuenta de que se valoran trabajos que no tienen chicha y luego veo otros menos vistosos pero que son la leche, con un trabajo mucho más interesante que algo más llamativo.

"Lo importante de la originalidad es dar respuesta a una necesidad de una manera diferente"


-¿Se valora entonces más el factor shock o los seguidores que uno tenga?
-Sí y, además, el problema que tiene el perfil de estudio que somos, el que a mi me gusta, es que se vende mucho peor porque es un estudio que nunca sabes qué va a hacer. Hacer ese trabajo a medida es muy difícil. Es fácil venderse por las redes si tienes unas características determinadas que puedes clonar, eso funciona muy bien en la ilustración porque tienes un estilo que repites. Yo siempre comparo mi trabajo con el de un sastre, que te hace a medida un traje de noche, un esmoquin o prendas de sport. Es más difícil vender eso, sobre todo a distancia. Es un momento en el que el perfil de los estudios está cambiando. Como está ni me gusta ni creo que le esté gustando a nadie, los diseñadores jóvenes también lo están pasando mal. No funciona.

-Decía Andreu Alfaro que la originalidad no puede ser un propósito en si mismo.
-En gráfica hay una parte que es de tendencia, pero lo que pasa con la moda es que el valor principal es que sea original, el resultado da igual. Hay cosas gratuitas y la originalidad no es un valor, no cumple ninguna función. Me podría pasar el día haciendo cosas originales. Lo importante de la originalidad es dar respuesta a una necesidad de una manera diferente. Comulgo totalmente con lo que decía Alfaro. 

Foto: ESTRELLA JOVER.

-¿Cuáles son las claves para que una marca perdure en el tiempo?
-Necesita varias cosas. A nivel conceptual, que los valores que gráficamente se desprendan de la marca sean acordes a los de la empresa. No hace falta que estén todos, pero ninguno que esté debe estar en contradicción con los de la empresa, el retrato ha de coincidir. La solución gráfica que tenga la marca ha de ser muy estable, estar muy bien construida, de los valores a los espacios. Todo lo que es gratuito se acaba pudriendo, debe ser muy sencillo, bien estructurado y proporcionado. Los elementos han de estar muy bien ligados, eso es lo difícil, que haya armonía de formas. Puede pasar que la empresa evolucione y cambie los valores, entonces habrá que cambiar la marca, pero si no es así, no tiene porque cambiar: está por encima de la moda. El Partenón está bien estructurado y da igual que tenga las columnas jónicas u otras, porque funciona. Da igual hacer la línea sola o con adornos.

-Un ejemplo claro puede ser el de la EMT.
- La estructura está perfecta, es limpia y ordenada. No hay que cambiarla. Recoge lo que es la EMT, algo estable y horizontal, potente y segura. Aguanta y aguantará.

-¿De qué proyecto se siente más orgulloso?
-El reto más importante que yo he tenido como marca, a nivel gráfico no conceptual, es el de Les Corts. De las tres imágenes que había nosotros queríamos utilizar solo una, el Ángel Custodio, pero nos dijeron que no. A veces el cliente tiene la razón. Ese proceso es el desafío más importante a nivel gráfico. Había mucha información y una marca hay que poder reducirla a un centímetro. Está San Jorge con el caballo, la lanza y el dragón; por otra parte la Virgen con el niño y un trono y por último el Ángel con el escudo y la espada. Lo primero que piensas es: eso en dos centímetros no lo podemos poner. Todo fue un trabajo de síntesis, de quitar elementos. Era una época en la que estábamos empezando a trabajar con el ordenador, primero dibujábamos a mano con papeles de calco, que escaneábamos para volver a limpiar y rectificar. Fue un proceso muy bonito. Con los precios de ahora es impensable hacer un proyecto como el de Les Corts, sería la ruina.

-¿Tiene el cliente siempre la razón?
-No, pero sabe mucho de su producto y su negocio. Es muy importante escuchar y, a veces, el cliente te enseña cosas. Soy muy reacio a creer que el diseñador siempre tiene la verdad. Hay que tener la humildad suficiente como para ir al estudio, pensar lo que te han dicho y demostrar qué se puede y qué no se puede hacer.

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