El cortometraje cuenta la historia de cómo Rafa aprendió a vivir en una silla de ruedas tras un accidente
VALÈNCIA. Hay momentos en la vida en los que todo se nos hace un mundo. Tendemos a pensar que es imposible salir del atolladero en el que nos encontramos y nos sumimos en la tristeza. Es un proceso emocional natural y lógico, acorde con los efectos que una mala situación produce sobre nosotros. Pensamos que no hay nada que podamos hacer para estar bien, pues hemos perdido lo que considerábamos indispensable.
Para todas esas personas que en algún momento han pasado por una situación así va dedicado el cortometraje Hardcore. Y quien lo protagoniza es todo un ejemplo al respecto. No le gusta la connotación superficial que ha adquirido el concepto de resiliencia en los últimos tiempos, pero si tiene algún don, es ese: es un resiliente.
Rafa Botella sufría hace exactamente 17 años un accidente de coche que le dejaría sentado en una silla de ruedas para el resto de su vida. Durante mucho tiempo se lamentó de su situación, pensó que sería imposible ser feliz en una situación así y se planteó seriamente la eutanasia para terminar con su padecimiento. Sin embargo, esa capacidad que posee de reponerse ante situaciones traumáticas hizo que su vida cambiara radicalmente.
Hardcore (producción dirigida por Adán Aliaga, nominado cuatro veces a los Goya y director de metrajes como El cuarto reino) cuenta este proceso. Pero no lo hace de una manera romántica, ni plagada de clichés como la autosuperación. Tampoco predispone una actitud buenista en los paralíticos. Eso lo deja muy claro Rafa Botella desde el principio: “No queremos que esto sea un manual de autoayuda para gente tetrapléjica o parapléjica. No queremos animar a nadie, pues sobre eso ya hay mucho escrito en muchos sitios. Lo que queremos hacer ver es que, en el fondo, la silla no importa, lo único que cambia es que vas sentado. Queremos hacer ver que la gente como yo tiene los mismos deseos que los que van de pie, incluso deseos que van mucho más allá”.
Según Botella, este cortometraje puede ser muy útil para la gente. Explica que “está muy contento de haberlo hecho” y que se enorgullece de que “vaya a quedar algo suyo cuando se vaya”. Acaban de terminar de rodarlo, y en septiembre comenzarán la postproducción. Tienen intención de empezar a rodar por festivales en 2022.
Desde bien pequeño, Rafa sintió una gran pasión por la música hardcore. De ahí el título del corto. Ni el accidente ni la madurez han hecho que eso cambie. Y si Adán Aliaga decidió embarcarse en este proyecto, fue porque vio en Rafa una forma de vivir que coincidía con su estilo musical predilecto. Así lo explica el propio protagonista del corto: “Mi vida es muy hardcore. Tanto en relación a la música, como a la sexualidad, a la amistad e incluso a las cosas cotidianas”. Explica que antes del accidente jamás se le habría ocurrido tirarse en paracaídas. Después de él pasó a hacerlo con regularidad. “Tengo un corazón duro. Que esté en una silla no quiere decir que mi vida no sea plena”, sentencia. El problema es el dolor. Durante un tiempo no lo hubo, pero acabó apareciendo. Asegura que de no ser por el dolor ni siquiera estaría en España, sino viajando por el mundo.
El cortometraje, producido por Jaibo Films, ha recibido ayudas de la Generalitat y sus derechos han sido adquiridos por À Punt. La historia narrada puede definirse como docuficción, pero los personajes (Rafa y su madre, entre otros) son totalmente reales. Su habitación fue adaptada artísticamente para el rodaje.
Durante un tiempo, Rafa se planteó seriamente la eutanasia. Ahora mismo explica que le produce muchísima tranquilidad saber que si un día no puede aguantar el dolor, podrá morir dignamente gracias a la Ley de Eutanasia. Fue al conocer la Asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) cuando surgió una nueva perspectiva vital para Rafa: “A raíz de aquello comenzaron a hacerme entrevistas, conocí a gente del motociclismo, que me encanta, me invitaron a ir a verles… Eso fue brutal. Hasta el dolor me ha traído cosas buenas. No renunciaría a estos valores por nada del mundo. Ahora tengo una forma de ver la vida totalmente diferente. Este corto va para la gente normal que sufre, para que vean que el mundo no se acaba tras una desgracia”.
La clave, indica -aunque sea muy difícil- está en “no pensar en lo que has perdido, sino en lo que has ganado. Su positividad contrasta con un realismo asumido: “Cuando no puedes luchar contra algo, en realidad no tiene porqué afectarte. No está en mis manos volver a andar, pero sí ser feliz con lo que tengo. Lo que yo veo no es a un tío en una silla, sino a la gente que tengo alrededor: mis amigos fumándose sus porritos, riéndose, charlando… No creo que sea un desgraciado, ni mucho menos”, añade riendo.
Termina hablando del momento en que decida marcharse. Explica que si en algún momento no puede soportar el dolor, dará el paso sin miedo alguno. “No tengo miedo a la muerte -dice-, pero sí a la tristeza de la despedida. La mentalidad católica ha hecho que la muerte sea un tabú, pero cuando no puedes más, la muerte es una liberación, no una condena”.
La cinta, dirigida por Javi Polo (The Mistery of Pink Flamingos), parte de una idea original de Juanjo Moscardó y está protagonizada por los dos científicos de València que durante años tomaron el pelo a la comunidad pseudocientífica
El director y guionista valenciano Iván Fernández de Córdoba presenta Quieto Billy, un cortometraje rodado enteramente en València y que está ahora proyectándose por festivales con posibilidad a ser preseleccionado para los Goya. El cortometraje podrá verse proyectado en el festival ACICOM de València del 10 al 19 de octubre y el próximo 28 de octubre en los Cines Lys, en la sección oficial de la XVI Edición de Cortocomenius