ÉTER

Coktails de inspiración Ucraniana para un coreano en València

Una luz parpadea en mi móvil. Tienes un nuevo mensaje me indica. Abro el Whatsapp y veo una notificación de Pepe: “Nanooo, tienes que venir a probar este sitio, creo que te molará. Hacen buenos cocktails. Se llama Éter". 

| 01/04/2022 | 6 min, 48 seg

Intuyo cierta euforia en sus palabras. Con el tiempo empiezas a intuirla, igual que se intuyen el desazón, la apatía, la ansiedad, el estrés, la intensidad y las ganas. Al final siempre se intuyen. Como el Whatsapp puede dar lugar a bastantes malentendidos, ya se sabe, lo difícil de captar los tonos, Pepe me lanza cuatro emojis que terminan de definirlo: Champú descorchado. Emoji con matasuegras. Piñata con confeti. Fuego ardiendo. Oído.

“Va, móntalo y quedamos un día“. Contesto. A veces, el ya quedamos un día genera mucho más desconcierto que certezas. Un día de estos, así en general, es igual al ya si eso te llamo y marca un intervalo temporal de entre dos y setecientos setenta y tres días. Una horquilla demasiado amplia. Pepe lo sabe. “Perfecto nano, el martes de la semana que viene ¿cómo lo tienes?“ ¡Qué genio, ya me ha liao! Pienso. La verdad es que el martes lo tengo guay, así que ¿porqué no?. “Vale nano, confirmamos mismo martes, next week“. Sé que no vamos a tener que confirmar nada. Cuando uno da la palabra, se escribe sobre piedra, como si fuera el escriba sentado del Louvre. Y no se rompe. La palabra dada no puede romperse. Porque uno es como Tony Montana. Solo tiene dos cosas en esta vida: palabra y pelotas y no deja que nada ni nadie le rompa ninguna de las dos.

Llega el martes y le espero en Albarizas, con un palo cortado. Me gusta llegar con tiempo a los sitios. Suelo aplicar una norma: Llegar 5 minutos antes es ser puntual. Llegar a en punto ya es llegar tarde. Llegar tarde es no estar. No se la exijo al resto. Claro. llega y nos ponemos al día. Todo Ok nene. Va vamos allá. Éter está justo en la paralela de los Babel. Da a la rotonda y la cristalera deja ver todo el interior desde fuera. Decoración de moda. Mármol negro y blanco. Oro y azul cerúleo. Los griegos llamarían a esto crisoelefantino. A mí me traslada al Moscú hedonista y desbordante. O al Pall Mall londinense. Huele a lujo. Imita al lujo. Como la vida cuando imita al cine. Imitation of life. suena R.E.M. Nos sentamos. Yo tomaré un Negroni Lapsang. Que no sé muy bien que es, pero lo busco en google. proviene de un té chino: Lapsang Souchong. Lapsang quiere decir ahumado.


Efectivamente el Negroni llega en una cápsula de vidrio como la que guardaba la rosa de la Bella y la Bestia. Esa que luego vendió Ikea por el precio de la deslocalización y la pérdida del estado del bienestar a favor de decoración cuqui a 0’99 for everyone. Bien El Negroni es show, va coronado con un Ferrero Rocher. Ahumado y encapsulado. Al destaparlo huele a los campos de Fuiján y a cedro y ceniza, a flores y torrefactos, pero también cítrico y amargo. El Campari está bien integrado, el chocolate del Ferrero se diluye muy suave y se engarza sobre el hielo como un bridal ring. Estamos ante este tipo de coctelería que fluye pero que epata. Que busca el reel y el storie del instagram. Que lo seduce. Aquí todo tiene una función y una intención. Pero no solo estamos ante una cara bonita encerrada en un cuerpo perfecto. Está rico. Pepe se toma el Mango Mary: un Bloody Mary pero con especias orientales, sésamo de wasabi, mango y Mezcal.

Reviso la carta y me llama la atención que hay un cocktail by Denis Chequebarman. Denys Cherkasov es bartender en La Salita y uno de los grandes mixólogos que tenemos en la ciudad. Prueba de ello es que fue elegido mejor bartender de la Comunidad Valenciana en 2019. Pregunto a Carlos Wagner, el coctelero de Éter y me lo confirma: “Sí, trabajamos con Dennys durante la elaboración de la carta de cocktails, nos ha ayudado en la composición de la misma y tutorizado“. Carlos no es nuevo en esto, no sé si recordáis Ameyal, aquel mejicano ubicado donde hoy se alza Señuelo. Esa entrada con ese cocktail lounge a mano derecha estaba dirigida por él. Allí se bebía bien. Me inspira confianza. Una buena barra tiene que tener detrás grandes profesionales. Ayuda a relajarse. A bajar la guardia. A disfrutar. Y de eso se trata ¿no?


Como no tenemos muy claro que pedir decidimos que nos aconsejen. Nos sugieren un Jeongsik, que es como llaman en Corea a una especie de menú degustación all in. Vamos, que tomaremos raciones y medias raciones de varios platos para probar un poco todo. La cocina es fusión coreana-mediterránea así que alternamos platos más típicos con otros más tradicionales: kimchi, alcachofa en flor frita con romescu, croquetas de carabinero con salsa rosa de gochujang, un brioche de rabo de toro con mayonesa de doenjang, pollo frito coreano, un bossa de pancita a baja temperatura y un bibimbap. Yo hecho de menos un punto extra de picante en general. la comida coreana lo es. Y mucho. Pero claro. Hay que adaptarlo a diversos grados. Nos traen kimchi extra picante. Fuego. Eso es otra cosa.

Pido un Sisho Collins que lleva Vodka Grey Goose infusionada en bergamota y acompañada de un licor de jerez, menta coreana y cardamomo. Sabe a ambrosía. Pepe un Dragón Margarita con una base de Tequila Patrón, licor de naranja infusionada en lychees, te matcha y limas, acabado con sal furikake. Pruebo el suyo tiene ese puntito ácido y fresco, es ligero y agradable. “¿Oye has probado la alcachofa? Está buena eh“. La verdad es que está bien confitada por dentro y crujiente por fuera, le digo mientras me meto el saam de panceta de golpe en la boca. Es que se come así le cuento a Pepe, que me mira como si no hubiera comido en una semana. Un Pisco Molón y una Cuenca del Caribe please. El primero, nos cuenta Carlos que lleva Rajoli que es un destilado de uva malvasía fina, que se parece mucho al Pisco. Ajá. También lleva melón japonés y almendras. No es Sour. No lleva clara de huevo batida. Pero funciona. La cuenca del caribe es evidentemente un cocktail a base de ron, tres en concreto y una serie de especias y frutas tropicales, coronado en hierbabuena.

Aparece uno de los propietarios. Es amable y educado. Discreto pero afable. Nos pregunta si estamos cómodos. Nos cuenta que él es Coreano. Que vino a España porque es un país que acoge, que respeta y que tolera. Que él es cirujano, pero que como no habla español perfectamente no puede ejercer y que su familia tiene una larga tradición hostelera en Corea, así que él y su pareja decidieron abrir un negocio de hostelería que reflejara un poco sus inquietudes. También nos contó que va a abrir un nuevo espacio. Que se llamará Euphoria, cerca de la Avenida de Francia. Nos da las gracias por visitar su negocio y nos pide que sigamos disfrutando. Efectivamente lo hacemos. Estamos disfrutando, empiezo a entender el Whatsapp de Pepe del otro día,  por eso estaba eufórico. Efectivamente. amigo: me mola. Hacen buenos cocktails. Le digo. Brindamos y reímos.

Charades, pop skill / Water hyacinth / Named by a poet /Imitation of life / Like a koi in a frozen pond / Like a goldfish in a bowl / I don't want to hear you cry / That sugarcane that tasted good /That's cinnamon, that's hollywood / Come on, come on / No one can see you try


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