VALÈNCIA. La hora de la verdad llega para la factoría de Ford en Almussafes. Quedan solo unas semanas para que la multinacional desvele sus cartas y anuncie la fábrica a la que asignará los dos modelos eléctricos que tiene pendientes de adjudicar. Y las opciones son Saarlouis o Almussafes. Esa es la cuestión que se dirime en la sede central de la compañía automovilística en Detroit y que ha provocado una batalla interna entra ambas instalaciones para hacerse on la futura carga de trabajo.
Han sido meses de reuniones y negociaciones, pero la competición encara su recta final. Una decisión que determinará el porvenir de la planta valenciana de la que no solo dependen sus cerca de 6.000 trabajadores, sino el de toda una industria valenciana y sus cerca de 25.000 empleos en la autonomía.
El ambiente en la factoría de Almussafes es de calma tensa. Aunque hay confianza en sus posibilidades, prima la prudencia y se cuentan las semanas hasta que llegue el anuncio. Hay esperanza por la competitividad que siempre ha exhibido la fábrica y que destacan que se tiene en cuenta a la vista del encargo de montar un pequeño turno de motores para absorber el aumento de demanda en el mercado norteamericano.
También desde la industria auxiliar valenciana se confía en el gran potencial y las capacidades humanas y tecnológicas de la fábrica valenciana. "Estamos tranquilos porque hemos hecho los deberes. Tanto la administración ha hecho un esfuerzo para intentar retener las inversiones en el territorio como desde AVIA se ha trabajado para que toda la cadena de valor esté preparada ante los nuevos modelos. También por parte de la factoría ha habido una lucha increíble. Por tanto, desde todos los prismas se ha hecho todo lo posible para que la decisión recaiga en Almussafes", puntualizó hace unas semanas Elena Lluch, gerente del Clúster de la Automoción Valenciana (AVIA), en un desayuno informativo.
El cualquier caso, no será hasta finales de este mes de junio cuando llegué el anuncio oficial. En una carta a la plantilla, el presidente de Ford Europa, Stuart Rowley, aseguraba que será en unas semanas cuando se elegirá la ubicación en donde producirán sus nuevos modelos. Aunque avisó de que la decisión no supondrá clausurar la otra instalación, los sindicatos creen que será un cierre encubierto como pasó en 2014 con la planta belga de Genk, que ha acabado como centro de pruebas con 80 trabajadores de los 4.000 que llegó a albergar. Por ello, tanto desde Saarlouis como Almussafes son conscientes de que lo que está en juego es su supervivencia.
De ahí que la tensión haya aumentado en las últimas semanas y hasta los gobiernos de ambos países hayan visitado a los directivos para intentar presionar y condicionar la elección a su favor. Así, hace solo unas semanas que una delegación alemana, encabezada por la ministra de la región del Sarre, Anke Rehlinger, se desplazaba a la sede de la compañía en Detroit para conseguir la electrificación de sus instalaciones. Tras el encuentro, Rehlinger salió con la sensación de que Ford "aún no había tomado una decisión entre Valencia y Saarlouis".
Meses antes, en abril, el Gobierno de España junto a la Generalitat Valenciana hicieron lo propio y reivindicaron la posición de Almussafes ante el vicepresidente de la compañía, Matthew Godlewski. El encuentro de trabajo se produjo en EEUU y participó la ministra de Industria, Reyes Maroto, y la actual consellera de Territorio, Rebeca Torró, quienes exhibieron a los directivos "la buena posición" de la planta y el apoyo que cuenta por parte de ambas administraciones.
Pero, mientras tanto, Ford sigue escondiendo sus cartas y evalúa los planes de ajuste y ofertas de apoyo que cada parte le ha trasladado. "En enero comenzamos un proceso de consultas con los equipos de ambas plantas para evaluar si son potenciales ubicaciones para la producción de vehículos. Como parte del proceso, recopilamos, compartimos y evaluamos información exhaustiva que nos ayudará a tomar una decisión. Esperamos seleccionar una planta preferida a finales de junio", señalaba el presidente de Ford Europa en su carta.
Así, ambas plantas presentaron antes del 27 de enero sus propuesta de ajustes para optar a la electrificación. De esta forma, la multinacional propiciaba una pugna interna entre ambas instalaciones para hacerse con los nuevos modelos eléctricos. Una de las dos será la elegida. La que no gane la batalla tendrá un futuro complicado, puesto que las dos precisan de nueva carga de trabajo. Saarlouis porque solo produce el Focus, cuyo ciclo de vida vence en 2025, y Almussafes porque ese año únicamente se quedará con el Kuga, tras perder este año la furgoneta Transit y el Mondeo y en los próximos años los modelos S-MAX y Galaxy.
De este forma, las negociaciones estos meses han sido intensas, pero en ambos casos se sellaron con unas propuestas para intentar ganar la inversión, que son las que ahora valora la multinacional. A ellas les acompañan planes de apoyo de cada gobierno. Los detalles de Saarlouis no han trascendido, pero sí se conoce que los sindicatos alemanes se han aliado y han presentado recortes que afectarán a los 20.000 empleados de sus tres plantas de Ford en Alemania -dos en Colonia y la que compite con Almussafes.
Y todo ello con el fin de recortar la ventaja que desde el principio los sindicatos alemanes consideraron que tenía la planta valenciana por su competitividad y menores costes laborales. De hecho, la estrategia de presentar una propuesta conjunta en Alemania buscaba precisamente contrarrestar esa superioridad con la que aseguraban que partía Almussafes.
En cambio, la oferta valenciana sí se ha hecho pública y pasa por una contención salarial y flexibilidad laboral en caso de recibir la nueva carga de trabajo. Entre las medidas, la propuesta incluye incrementos lineales no consolidables en las tablas salariales que suman 7.000 euros entre 2022 y 2025 para la plantilla y retornar a la senda del IPC en el año 2026. También recoge otras medidas de flexibilidad laboral como aumentar en 15 minutos los turnos, trabajar hasta 18 sábados al año o incorporar un turno de noche. Eso sí, su aplicación está condicionada a que se les adjudique los nuevos modelos eléctricos que se disputa con la factoría alemana de Saarlouis. En caso contrario, solo tendrá validez para 2022.
En cualquier caso, será en unas semanas cuando se ponga negro sobre blanco y Ford revele sus cartas. Y, mientras tanto, la planta valenciana sigue intentando sortear la inestabilidad en la cadena de suministro y ya planea la extensión del actual expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) hasta el 31 de julio para adaptar la producción a la coyuntura actual.
Aunque parecía que se iba a iniciar un nuevo ERTE, la dirección proponía la semana pasada la prórroga del actual ajuste, como permite la reforma laboral, para extenderlo entre diez y doce días más, es decir, hasta finales de julio, sin necesidad de negociar otro ya que las circunstancias continúan siendo las mismas.
El actual ERTE afecta a toda la plantilla, unos 6.000 trabajadores, y en principio estaba vigente hasta el 30 de junio. Durante su aplicación, el calendario inicial pactado se ha ido modificando semana a semana ante las incidencias en el contexto actual. Para esta semana parará la producción de vehículos de uno de los dos sistemas en ambos turnos del lunes 30 de mayo al viernes 3 de junio. En motores, la sección de mecanizados parará los días 28 y 29 de mayo.