VALÈNCIA. Hace apenas unos días el Banco Nacional de Suecia, con cierto peso en las esferas del mundo financiero, renovaba su proyección para los tipos de interés afirmando que prevé mantener los suyos en nivel 0 al menos hasta septiembre de 2023. Es el primer organismo monetario que en el entorno actual se atreve a hacer un pronóstico a tan largo plazo.
Lo cierto es que los suecos solo expresan lo que muchos otros supervisores monetarios tienen ya en mente sin hacerlo público de manera tan explícita.
La pandemia tendrá como consecuencia que los tipos de interés durante varios años se mantendrán en la zona negativa o en cero. El principal indicador para ello es el hecho de que una autoridad tras otra -con sus políticas monetarias del presente- han ido descartando la posibilidad una inversión de la curva de tipos.
La Reserva Federal norteamericana (FED) decidió el pasado mes de marzo bajar el tipo de referencia a cero. Lo hizo liquidando así el margen de ventaja que Estados Unidos venía teniendo durante años frente a la mayoría de las demás economías para atraer capital foráneo y financiar así parte de las arcas del estado. La perspectiva oficial de la FED es que los tipos se mantendrán en los niveles actuales al menos hasta finales de 2022, a sabiendas que actualmente solo habría dos miembros de los 17 del comité de decisión que esperan una primera subida de tipos antes de esta fecha.
Si giramos la vista hacia el continente europeo no cambia mucho el asunto y el mensaje que plasma el Banco Central Europeo (BCE) con su política no deja lugar a dudas: tipo de referencia ya negativo y dejando abierto la posibilidad de llevarlo a más negativo todavía. Un cambio de tendencia solo sería posible si las previsiones de inflación cambiarían de rumbo en un movimiento sostenido por fundamentos sólidos y generalizados (no puntual), para así acercarse a grandes pasos al objetivo de inflación marcado del 2% para la Eurozona.
En una situación similar a Europa, con tipos negativos, se encuentran las economías de Japón y Suiza. La voluntad de ir a tipos más negativos en el país del sol naciente es muy limitada; mientras Suiza -por una cuestión de tipo de cambio en su divisa-no lo haría antes que lo decidiera el BCE. Mientras tanto en Inglaterra y Australia los tipos todavía están ligeramente en positivo aunque el movimiento que hizo Suecia podría ser premonitor para estas dos economías para seguir los mismos pasos.
El asunto es de tal envergadura que se ha convertido en un cuasi obligado movimiento por intentar manipular la curva de tipos en los mercados de capitales, debido al gran volumen de deuda que los bancos centrales compraron en los mercados. Ya no solo se trata de fijar un tipo de interés de referencia sino de controlar -o más bien manipular- los niveles de tipo de distintas duraciones de deuda en los mercados financieros.
De este modo se intercede en el normal funcionamiento del mercado, comprando tanto volumen necesario de duraciones similares hasta que la rentabilidad de estos papeles pueda bajar al nivel proyectado por los bancos centrales y en línea del nivel del tipo de referencia. Japón es el país pionero en esta práctica, Australia acaba de iniciar operaciones similares y. lo más importante, Estados Unidos se lo están pensando muy seriamente y probablemente no tardaran en actuar en la misma línea si no lo estarían haciendo ya de manera puntual.
Pero, ¿qué consecuencias tendrá todo esto? La voluntad de los bancos centrales parece evidente y deja entrever que el entorno de 'tipos cero' será la regla durante muchos años todavía. Y esto evidente trae consecuencias con respecto a las previsiones de los analistas en los mercados financieros. Reubicar hacia adelante en el tiempo el posible momento del cambio de tendencia en los tipos de interés reordena automáticamente también la asignación por activos en las carteras de inversión. Un entorno alargado de tipos bajos normalmente suele ser más favorable para los activos de riesgo (especialmente la renta variable).
Por tanto hay que tomar buena nota de todo ello. Sin embargo, antes de anticipar recomendaría observar primero los efectos reales de la pandemia de cara a los dos próximos trimestres de 2020 ; y luego una vez tengamos despejado esta duda ir pensando en la selección de activos de riesgo que pueden beneficiarse del panorama que los bancos centrales nos están dibujando para los dos próximos años.
Christian Dürr es socio-director de ETICA Patrimonios EAF
Informe elaborado por Julian Abdey, Justin Toner, y Damien J. McCann