VALÈNCIA. El consumo de tomate se vincula, mental y gastronómicamente, más a ensaladas, al cada vez más popularizado gazpacho andaluz, o a sofritos. En general, se relaciona con meses de calor, como producto refrescante. Y su elaboración, en la provincia de Valencia, sigue la misma senda estival.
No obstante, existen contadas excepciones de agricultores en el campo autóctono que apuestan, pese a la complejidad que supone su cultivo en esta época, por plantar y producir en invierno el fruto de la tomatera en alguna de sus múltiples y casi infinitas variantes.
Javier Orts, gerente de Verdures Gorrito, cultiva tomate de invernadero en invierno en el término municipal de Meliana, en l' Horta Nord. Mezcla, como hace hincapié, "tradición -es la cuarta generación de agricultores- con innovación".
Constituye una de las excepciones antes referidas en el agro valenciano. De hecho, su familia lo es desde hace décadas en la plantación en esta época del año. Entre las variedades que tiene destacan rosa, valenciano, cherry o raf. Sirve a hostelería de alta gama.
"En estos meses llega tomate de Almería o de Marruecos. El nuestro lo cultivamos porque contamos con demanda todo el año que quiere el autóctono, el que elaboramos, por su sabor", explica Orts, uno de los portavoces de este cultivo en el sindicato del campo Unió de Llauradors. Produce igualmente de verano hasta agosto, cuando descansa su campo para retomarlo en octubre.
Pese al mayor gasto y dificultad de plantar en invernadero, "nos compensa porque en restauración nos pagan bien el tomate, porque les gusta su aspecto a la vista, el sabor y el producto de proximidad", señala este agricultor que igualmente ha suministrado durante tiempo al mayorista mercado de Mercovasa, en El Puig. Más en concreto, habla de dos euros el kilo en el mercado de tomate cherry, y de raf, de 1,40, que "no nos compensa".
La elaboración de Verdures Gorrito, que se extiende en unas siete hanegadas, se prolongará hasta febrero, cuando pararán para retomarla en abril. Orgulloso, señala que este año "quedamos terceros en el concurso de tomate de la Comunidad Valenciana celebrado en Dénia". De hecho, en su plataforma de venta despunta una sección gourmet con alguna de las variedades tomateras antes citadas como protagonista.
Francisco Peiró, de Naranjamanía S.L., resalta también como otro de los escasos productores invernales de tomate en la provincia. E igualmente introduce en la conversación sus galardones. "Ganamos el primer concurso de tomate valenciano y en 2019 quedamos segundos", remarca del mismo modo como galardonado.
Hace hincapié en su tomate blanco, del que sobresale, tal como apostilla, en esta época del año como cultivador casi en exclusiva, aunque también siembra óptima o gordal, dos variedades más habituales. "Son muy apreciadas de Algemesí a Xàtiva, aunque en Valencia no se reconozca tanto", apunta.
Insiste, al igual que Orts, en el producto de proximidad. "El de Xátiva, Alzira, Carcaixent, Rafelguaraf...", enumera este vendedor por web y en su propio campo, y agricultor al mismo tiempo, asentado en el último término municipal citado.
"Lo que tenemos de invernadero en estos meses es para tienda de proximidad y para venta digital. Hacemos dos campañas con el fin de explotar al máximo el invernadero y amortizar costes. Viene mucha gente a comprarnos al terreno", subraya.
Su extensión se queda en una media hectárea, y su producción invernal la resume en "unas 10.000 plantas que reportan alrededor de 80.000 kilos". Pasan tres meses desde la siembra hasta la recolección. "Lo vendemos a dos euros y medio el kilo y aún resulta barato. Mucha gente consume tomate en verano, pero en estos meses vamos un poco a contracorriente", indica este productor de tomate
Tanto Peiró como Orts destacan como impulsores del cultivo de la tomatera durante todo el año, como responsables de que pueda ofrecerse al consumidor también en invierno el tomate autóctono, el de la provincia de Valencia.