Esto no es una naranja, es un nigiri
Alex Atala habla portugués –aunque domina el español mejor que muchos de aquí–. Ricard Camarena pasa del valenciano de la Safor al castellano indistintamente según el interlocutor. Pero los dos hablaban el mismo idioma la semana pasada. Uno cuyas reglas gramaticales no eran otras que las de crear desde la improvisación y la libertad absoluta y en el que el la carxofa, el tucupí, el margalló y el cupuaçu formaron parte del mismo diccionario.