VALÈNCIA. El sector aéreo es uno de los más expuestos a la escalada en el precio del petróleo. Cualquier variación por pequeña que sea tiene un impacto notable en la cuenta de resultados de de las compañías aérea, para las que el combustible representa entre el 15% y el 35% de su base de costes general. Para las veinte principales aerolíneas europeas, ese coste supone de media nada menos que el 25%.
En el contexto actual, con el petróleo tocando los 130 dólares el barril de Brent desde la invasión rusa de Ucrania y sin haber recuperado todavía los niveles de actividad previos a la pandemia, muchas compañías se han visto obligadas a subir el precio de los billetes y revisar a la baja sus previsiones económicas con la esperanza de que el conflicto bélico no se alargue.
No obstante, el impacto será desigual entre aerolíneas y dependerá de su nivel de coberturas sobre el precio del combustible para los próximos meses. En EEUU, la mayoría de las aerolíneas, excepto Southwest y Alaska Airlines, no cubren la exposición al precio del combustible, todo lo opuesto de lo que sucede en Europa, donde casi todas las compañías aseguran a futuro ese coste en mayor o menor medida excepto Wizz Air, que recientemente renunció a las coberturas.
Según un reciente estudio sectorial de Moody’s, las compañías europeas tienen cubierto entre el 50% y el 70% de su consumo previsto de los próximos seis meses, pero algunas, como la irlandesa Ryanair, incluso más.
Una de ellas es la valenciana Air Nostrum, cuyo nivel del coberturas de aquí a 2023 oscila entre el 80 y el 70%. Según explica a Valencia Plaza un portavoz de la empresa, se trata de un nivel de aseguramiento en línea con el de Iberia, aerolínea del grupo IAG para la que la firma valenciana opera como franquicia.
Este elevado nivel de coberturas, en la franja alta del sector, ofrece a estas compañías una ventaja competitiva frente a aquellas que, por estar más expuestas a los niveles récord en el coste del petróleo, van a verse más presionadas para trasladar ese aumento al precio de los billetes para mantener su rentabilidad.
Según el estudio de Moody’s, subir las tarifas y reducir el número de vuelos son las dos palancas que suelen utilizar las aerolíneas para responder al aumento de los precios del combustible. A 120 dólares el barril de Brent, el combustible para aviones crece alrededor de 1,15 dólares por galón –3,7 litros– comparado con los precios del cuarto trimestre de 2021. Para compensarlo, las tarifas aéreas deberían subir entre 13,6 y 24,7 dólares por billete de ida.
Aunque el fenómeno de las subidas de precio ya se detecta en el sector, de momento no está teniendo impacto en una demanda que todavía se mantiene fuerte, sobre todo en EEUU donde ya han recuperado los niveles de ocupación de 2019. Por el contrario, en Europa el número medio de vuelos diarios se sitúa en torno al 73% de los niveles de 2019 y los niveles medios de ocupación tampoco se han recuperado por completo.
El riesgo según la consultora es que el conflicto bélico en Ucrania se prolongue y el precio del barril Brent se mantenga de forma persistente por encima de 130 dólares por barril, porque en ese contexto sí que podría comenzar a reducirse la demanda de viajeros y muchas compañías no tendrían más salida que reducir su capacidad.