VALÈNCIA. El bienestar laboral o el desarrollo de acciones sostenibles que no perjudiquen el medio ambiente son ejemplos de prácticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC); una forma de gestión que mide el impacto que las empresas tienen en distintos colectivos -como trabajadores o clientes-, así como en la sociedad en general.
De esta manera, la RSC va más allá de la búsqueda del beneficio económico, pues su objetivo es potenciar una mejora de las condiciones y promover una actividad más respetuosa. ¿Pero cuál es el modo correcto de aplicarla?, ¿es realmente rentable?, ¿hay suficiente inversión en la Comunitat Valenciana? Estas y muchas otras cuestiones se debatieron en el último desayuno informativo organizado por Valencia Plaza y el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM).
En el encuentro, participaron la directora del IVAM, Nuria Enguita; el gerente del IVAM, Sergi Pérez; la directora de comunicación y RSC de Ribera Salud, Angélica Alarcón; el director comercial Grandes Cuentas Valencia de Vodafone, Alejandro Sánchez; la abogada del área laboral de Ceca Magán Abogados, Lorena Barrera; y la responsable de reporting del área de ESG de Iberdrola, Thais Otero.
También asistieron el director de Fondos Europeos y Sostenibilidad Territorial Este de Banco Sabadell, José Fuster; el PhD profesor e investigador en ESIC Business and Marketing School y responsable de Emprendimiento en ESIC Comunidad Valenciana, Arturo Ortigosa el director de sostenibilidad en Kreab, Alberto Muelas; el CEO de Inelcom, Javier Quilis; y el director de Desarrollo Corporativo del Grupo Imedes-Gesmed, Ignasi Plà.
Nuria Enguita, directora del IVAM, inició la jornada destacando la conexión existente entre la RSC y el mecenazgo, que consiste en la protección y difusión de la cultura. "El mecenazgo cultural es una forma de cumplir la responsabilidad social de la empresa. Representa la solidaridad y el compromiso con los problemas e intereses comunes en la mejora de nuestro entorno", defendió.
Además, quiso subrayar "la importante función que cumplen los museos como lugar de encuentro, de aprendizaje y como institución al servicio de la ciudadanía". Para ello, han reforzado el programa "Amigos y amigas del IVAM", que permite una vinculación más estrecha. Asimismo, uno de los retos actuales es la involucración del sector empresarial con el fin de que también sea partícipe del desarrollo. "Una comunidad fuerte sostiene un museo fuerte; estamos comprometidos con una gestión eficiente y sostenible", indicó.
El gerente de la entidad, Sergi Pérez, respaldó esta visión: "Trabajamos en un marco de confort donde os sintáis cómodos para que parte de vuestra estrategia de RSC se pueda integrar a través de nosotros. Ofrecemos un marco físico incomparable, la posibilidad de tener impacto positivo en la reputación y de crecer en un ámbito emergente como es el de la cultura; nos gustaría contar con vosotros", propuso a los presentes. Asimismo, definió las líneas de trabajo actuales del IVAM: una mejora del clima laboral, la prestación de un servicio con mayor excelencia, la incorporación de mecanismos de compra responsable y de sostenibilidad y la apertura a comunidades locales y grupos de interés.
Cada vez son más las compañías que aseguran estar concienciadas respecto a este asunto. En el desayuno, el profesor e investigador Arturo Ortigosa expuso que el 80% de las empresas afirman que conocen e intentan aplicar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, según los resultados de un estudio elaborado por los centros ESIC, Universitat de Vàlencia, Florida Universitaria y Universitat Jaume I. No obstante, al hacer un análisis más profundo, el grado de cumplimiento real era "muy bajo". "Es preocupante, tanto para empresas de capital como para empresas de economía social. Detectamos que la mayoría no entienden el valor añadido que tiene ese cumplimiento de los ODS y es uno de los grandes problemas que tenemos".
Son unos datos también percibidos por José Fuster, director de Fondos Europeos y Sostenibilidad Territorial Este de Banco Sabadell, quien consideró que se debe a un "conflicto de conceptos", ya que la sostenibilidad es un campo muy amplio, hecho que dificulta la incorporación de medidas concretas pese al interés creciente. Por ese motivo, Fuster abogó por la necesidad de definir el marco y realizar tareas de divulgación, así como saber establecer quién debe ser la persona responsable de ponerlos en marcha.
Por su parte, Ignasi Plà, director de Desarrollo Corporativo del Grupo Imedes-Gesmed, quiso poner en valor la sensibilización y esfuerzo en auge: "Existe un compromiso y cada vez es mayor. Muchas empresas hacen acciones vinculadas al cumplimiento de los ODS, pero no tienen claros los procedimientos. Hay conciencia, hay voluntad y vocación, falta ir madurando y generar un espacio estandarizado", manifestó.
A pesar de que todavía existen dudas e incertidumbre por el desconocimiento, lo cierto es que esto ya no se plantea como una opción. Tal y como recordó el director de Sostenibilidad de Kreab, Alberto Muelas: "La creciente exigencia regulatoria nos está empujando a todos mejorar las prácticas en sostenibilidad. Nos queda mucho por trabajar, pero incluso cuando no quieres, estás obligado adoptar prácticas de RSC".
Un ejemplo de esto es la obligatoriedad actual de crear un plan de igualdad en las compañías con más de 50 profesionales, un caso mencionado por la abogada Lorena Barrera, que afirmó que cada vez hay más protocolos a implantar y eso va a formar parte de la responsabilidad.
Angélica Alarcón, directora de comunicación y RSC en Ribera Salud, declaró que el entorno normativo ha ayudado "muchísimo" a que las compañías reporten de una manera más reglada: "El gran salto será cuando la normativa se extienda también a las empresas pequeñas. Ya vamos en camino y ahí habrá que hacer tareas de formación porque nos encontramos con un tejido empresarial que no está preparado para este nivel de reporting que se está obligando a hacer".
Para Javier Quilis, CEO de Inelcom, la libertad de negocio debería ir por encima de la normativa, especialmente si se tiene en cuenta los costes que supone para las pymes, que conforman el 90% del sector. Asimismo, opta por utilizar el concepto de Compromiso Social Rentable (CSR): "No me gusta el concepto de RSC, implica que yo tengo una cuenta de resultados, tengo un beneficio y parte de ese beneficio decido reinvertirlo. Me parece que no es sostenible porque se depende de la cuenta de resultados. Hay que pensar cómo puedo provocar que con mi actividad haga cosas buenas y a la vez sea rentable", reivindicó.
Una de las partes más importantes en este proceso es la realización de un seguimiento exhaustivo que indique si se están cumpliendo los propósitos planteados. Thais Otero, responsable de reporting del Área de ESG en Iberdrola, resaltó su gran papel como empresa tractora. Para favorecer las buenas prácticas, el 90% de sus proveedores están calificados como responsables tras pasar una larga lista de criterios y cuestionarios. Esta medida va en consonancia con los valores de la compañía, puesto que Otero considera que la RSC debe formar parte del modelo de negocio para que sea eficiente. Un punto de vista compartido por Alberto Muelas, que enunció que debía integrarse en el core business.
"Invertimos en digitalización, en 2021 invertimos 340 millones de euros en innovación. En la Comunitat apostamos por la energía solar fotovoltaica con dos plantas en Cofrentes y otra en Villena, también contribuimos con el Plan de Movilidad Sostenible instalando puntos de recarga", apuntó.
Alejandro Sánchez, director comercial Grandes Cuentas Valencia en Vodafone, defendió que las empresas grandes y la Administración pública tienen que dar ejemplo al resto con acciones eficaces. Una de ellas, que también se lleva a cabo en Iberdrola, es la identificación de los grupos de interés -cliente, empleado, creadores de opinión, Administración pública, comunidad local y ecosistema empresarial-así como sus preocupaciones, riesgos y oportunidades, para después establecer unos mecanismos de comunicación vinculados a ellos.
A su vez, destacó la importancia de crear una memoria que recoja y comunique todo el trabajo hecho en materia de sostenibilidad: "Es imprescindible, se tienen que destinar recursos para elaborarla. Es muy positiva, es sobre todo una herramienta interna. La mayoría de necesidad y recursos se resolverían si todos nos leyéramos la memoria una vez al año; aprendes un montón de tu propia empresa y te ayuda a hacer tu trabajo, a relacionarte con el entorno".