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el callejero

Cuando tu oficio es ser Indiana Jones

Foto: KIKE TABERNER
26/12/2021 - 

Jaco Müller espera, plantado como una cancerbero, en la puerta de los apóstoles de la Catedral de València. Va vestido como Indiana Jones, con una chaqueta de cuero marrón y un sombrero fedora, porque él se gana la vida enseñando la ciudad mientras ofrece un espectáculo representando al personaje de la célebre saga del cine. Jaco es de padre alemán y madre valenciana, de Gandia, donde él reside desde hace años. Aunque ahora, si logra afianzar sus 'tours', en medio de una pandemia, persiguiendo el santo grial -en realidad, nuestro Santo Cáliz-, tiene pensado mudarse a València.

Este alemán socarrón y sonriente tiene 52 años y una vida llena de cambios. Nació en Colonia, creció en Múnich y vivió en Stuttgart antes de que su madre enfermara y, como tenía la custodia de los hijos y se había separado, se llevara a Jaco, con veinte años, y a su hermano a Gandia. Su hermano, que es protésico dental, regresó a Alemania, pero él optó por una vida menos cuadriculada a orillas del Mediterráneo y ya no se movió de aquí.

Jaco quiere tener la charla en el Café de las Horas, pero al llegar comprueba que, al lado, está la terraza de otro bar con dos butacas libres en el extremo más próximo a la Plaza de la Virgen donde da el sol y donde no hay nadie sentado. "¡Vaya lujo!", exclama antes de lanzarse de cabeza a por la mesa libre. Un perro incordia en la agradable mañana con sus ladridos incesantes, impaciente por seguir el paseo después de que su dueña se haya detenido a hablar con una conocida. A Jaco parece no molestarle nada. Ni los ladridos del chucho, ni que el camarero le diga que no tiene leche de avena, ni que su teléfono interrumpa la conversación con la musiquita de la Pantera Rosa -en realidad, de Henry Mancini-.

Jaco parece un hombre feliz que cuenta su vida con tremendo entusiasmo. Está ilusionado con su futuro como Indiana Jones, aunque también vive inquieto por la incertidumbre de qué pasara con el virus y las consecuencias sobre su negocio incipiente. Pero no se le ve asustado. Se nota que es una persona que ha empezado de cero muchas veces. "En Alemania hice FP de metalurgia, típico alemán, y aquí hice ebanistería, típico valenciano. Luego llegué a mi oficio porque tenía varios amigos que estaban en mercados temáticos y yo, en realidad, trabajaba como herrero medieval. Hacía herraduras, espadas, lo que fuera, para exhibir en los mercadillos medievales lo que se hacía en la época. Aún me dedico a eso, haciendo personajes. Pero me estaba haciendo mayor y quería dejar de viajar tanto y buscaba una cosa fija. Mi idea era hacer 'free tours', aprovechando que hablo alemán, inglés, castellano y valenciano. Mi primo estaba haciendo eso en Ámsterdam para hispano parlantes. Y su hermano estaba haciendo lo mismo en Praga. Así que decidí hacer lo mismo en España".

Camarero, 'collidor', horchatero...

Aunque antes pasó por muchos otros oficios: camarero, recepcionista de hotel, temporero de la naranja y hasta horchatero con un familiar de Daniel, el de Alboraya, que vivía en Gandia. "He hecho de todo, pero donde he estado más tiempo es haciendo personajes en los mercados medievales. Y llevo 26 años haciendo de Papá Noel. Yo el día de Nochebuena me saco mil pavos haciendo de Papá Noel en varias casas. Hago un Papá Noel que te cagas. Es mi personaje favorito por lo que te dan los niños. Es tremendo. Yo, en la Ciudad de Ciencias, he llegado a no poder caminar porque los niños me agarraban de las piernas. Intento cuidar mucho la imagen, que no me vean bajar de la furgo, que no me vean desaparecer. Hay que mantener la magia".

Así que Indiana Jones tenía sus particularidades, pero no dejaba de ser un personaje más. Eso sí, él pensaba que era vestirse de Indiana, salir con el atrezo y ponerse a trabajar. Pero no tardó en topar con la burocracia. Había que registrarse y cumplir con una serie de requisitos. Así que hace dos años se fue a ver un tour a mediodía. "Era sobre cómo se constituyó la ciudad, los romanos y todas esas cosas. Era muy interesante y me fijé que se movía pasta". Por la noche se fue a ver otro y ahí descubrió que el Santo Grial estaba en Valéncia. "Se me abrieron los ojos. Era la misma chica del mediodía y pensé: 'sí que mueve pasta, la tía'. La chica me dijo que había que ser licenciado y estar registrado, pero que había otro tipo de tours menos rigurosos, más artísticos".

Ana Mafé, una mujer que es doctora en Historia del Arte y que ha consagrado su vida a demostrar que el Santo Cáliz es el Santo Grial, resultó fundamental en su apuesta. Una amiga escribió por Jaco al Aula Grial y, aunque él no confiaba demasiado, le dieron un cita y le recibieron cuatro personas. "Aluciné. Pero yo ya había visto que la Generalitat había hecho un vídeo de Indiana Jones y la Ruta del Grial. Ellos estaban muy interesados en Indiana Jones porque tenían controlada la parte religiosa y la parte científica, pero les faltaba la lúdica. Y su apuesta era Indiana, que es un personaje que llega muy fácilmente a los niños y que lo conocen en todo el planeta. Pero si voy andando por la calle y la gente me grita "¡Hey, Indi! Y después se ponen a tararear la música de la película. Es una pasada".

A Jaco no le costó demasiado crear su Indiana Jones. Ya venía de tirarse veinte años haciendo personajes en los mercados medievales, donde había aprendido todo tipo de habilidades casi circenses. Hace años, un otoño que viajó a Francia para trabajar en la vendimia, en una de esas noches de celebración, bebiendo vino después de una dura jornada de trabajo, conoció a un hombre que le enseñó a escupir fuego.

Un faquir falso

Tiempo después le llamaron de Canal 9 porque querían sacarle en un programa porque habían oído que era una especie de faquir. Él pensó que con decirles que se iba a Alemania en un par de días se los iba a quitar de encima, pero aquellos insistieron y le dijeron que a la mañana siguiente iban a Gandia a grabarle. Entró en pánico. "No había escapatoria. Querían que escupiera fuego, pero también que caminara sobre algo puntiagudo. Y yo ya me veía con los pies sangrando y muerto de dolor. Al día siguiente vinieron y primero me hicieron una entrevista en la que me lo inventé todo, que había estado en la India aprendiendo a meditar y que también quería andar sobre brasas. Luego me quité los zapatos y me puse encima de unos vidrios que había cortado la víspera. Como no tenía escapatoria, me subí y di una vuelta de 360 grados. Al acabar no sentía nada. Estaba convencido de que me había cortado los pies pero que, por la adrenalina, no sentía dolor. Entonces la regidora me dijo si podía hacerlo con la presentadora en brazos. Y volví a hacerlo y, milagrosamente, volví a no sentir nada".

Con el tiempo acabó aprendiendo la técnica para no hacerse daño, que repartiendo el peso en diferentes puntos de apoyo es mucho menos doloroso que si dejas caer el peso sobre un único clavo, por ejemplo. Pero eso, como casi todo lo que fue incorporando a sus personajes, lo aprendió él solo. "YouTube es mi mejor amigo", bromea.

Y lo mismo hizo con Indiana Jones. Primero vino el disfraz. La chaqueta, que lleva una etiqueta de Indiana Jones, la compró por Wallapop. "¡Wallapop!", grita, abriendo mucho los ojos y poniendo cara de loco. El sombrero se lo agenció de Albero, la sombrerería centenaria de Valéncia. El látigo lo compró por internet de una tienda de Estados Unidos. Y la famosa bola de Indiana Jones, con un diámetro de 1,10 metros, la consiguió en una tienda virtual para circos. "Cuesta seiscientos pavos", advierte. "Y el látigo, 150. Y la chaqueta, trescientos pavos. Todo cuesta una pasta".

El látigo es de nailon porque dura mucho más. Harrison Ford usó uno que era, dicen, de piel de hipopótamo, pero Jaco asegura que la piel se deshace enseguida y que es mejor de nailon. La técnica para soltar el látigo la aprendió, cómo no, viendo un tutorial en YouTube. Buscó al mejor especialista del mundo, Adam Winrich, un físico nuclear que un día se aburrió de su trabajo y se puso a hacer espectáculos con un látigo, y siguió sus consejos para aprender la técnica perfecta. "Aunque el látigo siempre vuelve y llevo la muñeca llena de cicatrices". El suyo, como el de Indiana, es de los más grandes y mide ocho pies (2,43 metros).

Ahora, si logra afianzar el negocio, tiene previsto invertir un dinero en una chaqueta nueva de Wested Leather, una tienda inglesa que es algo así como el sitio oficial de Indiana Jones. Pero está dándole vueltas porque ahora los aranceles lo encarecen todo muchísimo. 

Su padre, un alemán que es coronel de aviación, nunca vio con buenos ojos la vida bohemia de su hijo, pero ahora ha cambiado, vive en Colombia con su nueva mujer, y es feliz en bañador y chanclas, bañándose todos los días en las cálidas aguas del Caribe. Y esta vida más hedonista parece haberle abierto la mente justo a tiempo para reconciliarse con el hijo pródigo.

Jaco Müller está convencido de que su espectáculo es "redondo" y que lo que él hace, usando el látigo, escupiendo fuego y andando encima de la enorme bola, no lo hace nadie "en Europa". Y encima, dice, nadie más tiene el Grial. "Está en València y eso es algo increíble", añade. Por eso está programando un plan de negocio para vender su espectáculo de Indiana Tours en los colegios y en el Imserso. Y celebra que Harrison Ford, con 79 años, esté rodando una nueva entrega de Indiana Jones. "Porque eso significa que no tengo que ser Superman toda mi vida, que puedo envejecer...". Por eso Jaco Müller, mitad alemán, mitad valenciano, ve un futuro por delante haciendo de Indiana Jones. Con su látigo, su chupa marrón y su sombrero fedora.

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