Corría el mes de agosto de 2022 y la señora ministra de Educación, Da. Pilar Alegría, dejaba en manos de la CRUE y de las comunidades autónomas un documento al que calificó como "una primera propuesta de trabajo" para modificar las EBAU. Al presentarlo aireó con escasa agilidad y destreza el espantajo del memorismo y con ello evidenció que desconocía los objetivos de los programas vigentes. Este decreto ha sido publicado, previa la oportuna reforma y rectificación, el 11 de junio del 2024. ¿Qué lecciones se desprenden de este viaje?
Durante el proceso de participación pública establecido por el Ministerio se dieron en 2022 dos encuentros fundamentales: el mantenido con los responsables de la organización y programación de estos exámenes en las 17 comunidades autónomas y el mantenido con la Conferencia de Rectores de las Universidades españolas. Los primeros destacaron que las programaciones docentes para el 2023-2024 no podrían ser organizadas por falta de tiempo y exigieron una moratoria de un año; a la vez, el colectivo de coordinadores de las materias hizo unas observaciones, aceptadas por todas las universidades, tan pertinentes como detalladas y razonadas para enmendar el texto ministerial y para razonar que "es demasiado poco el tiempo para incorporar el modelo de evaluación por competencias el próximo año a un Bachillerato con currículos nuevos, nuevas materias y un modelo de evaluación nunca ensayado en segundo de bachillerato e ignoto a los ojos de quienes han de dar instrucciones desde las universidades sobre las directrices concretas de cada materia". Los segundos, representados en la CRUE, consideraron que el texto normativo elaborado por Educación resulta "insuficiente para regular con la completud, seguridad y rigor que sería necesaria estas pruebas" y, además, consideraron "imprescindible" retrasar la implantación del nuevo modelo hasta 2025. La petición de tan significados interlocutores no fue aceptada por Da. Pilar Alegría. Y no me dirán Uds. que Da. Pilar Alegría no había tenido interlocutores entendidos en el tema y socialmente prestigiados.
A escasos días de estas tajantes negativas y convocadas elecciones generales, según el decir de la señora ministra, se paraliza "por responsabilidad" ese decreto regulador de las pruebas. A la vez, las pruebas quedaban sin la regulación precisa, pues la LOMLOE obligaba a la publicación del decreto de conformidad con el calendario establecido en la misma ley; calendario que, como he dicho, Da. Pilar Alegría siempre se negó a modificar aunque fue una petición unámime y argumentada hasta la saciedad por los coordinadores de las distintas materias en las universidades españolas y por la CRUE.
Por fin, el pasado11 de junio se publicó el Decreto regulador de las pruebas. Hace una semana las fuerzas de orden público paralizaron la manifestación de los estudiantes en Murcia; este viernes, los bachilleres de la Comunidad Valenciana llevaban adelante su huelga. ¿Dónde estamos? Estamos ante un curso escolar en marcha y que precisa para su desarrollo trasladar a las prácticas docentes y a los programas un decreto que aparece publicado el 11 de junio. El proceso de asimilación del mismo por el colectivo docente precisaría, al menos, de una carencia de un año en su aplicación. Y esto debería estar pensado y plasmado en el Decreto. La señora ministra de Educación vuelve a repetir los errores habidos en pasado y no concede el margen preciso para incorporar a las prácticas docentes cuanto significa ese Decreto.
Me supongo que el Sr. Presidente del Gobierno tiene calculado los votos que pierde cuando esta ministra de Educación de cuenta de lo tratado en el Consejo de Ministros; pero, ¿ha calculado cuántos pierde con procesos como el descrito y estableciendo urgencias y plazos fuera de toda racionalidad? Es crucial que su forma de gobernar, de decir y de desdecirse, de interferir en la sociedad, acabe favoreciendo el castigo a una corriente de reflexión que ha sido determinante de la conformación europea: la socialdemocracia. La pérdida de legitimidad moral se gana al bajo precio de agotar los días en urdir estrategias de poder y de olvidar atenerse a la verdad y la racionalidad. Estamos ante una novedad sorprendente: antidisturbios y estudiantes que desean verse incorporados a un proceso con sosiego, sin atropellos ni urgencias de una ministra que no ha cumplido con ningún plazo.