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EL CUDOLET / OPINIÓN

La función del papel moneda en Mercavalencia en la era del pulgar

Foto: EVA MÁÑEZ
22/10/2022 - 

En esta ciudad periférica donde no se concilia el sueño, el papel, es decir la escritura a mano, o el pago en efectivo se resiste al denominado embrutecimiento digital. Mercavalencia es un privilegio, uno de los pocos lugares del Cap i Casal que no se quiere escapar, y uno se encuentra a gusto en el momento que pisa su asfalto. Mercavalencia no envejece. Siento orgullo por los trabajadores y las trabajadoras de este recinto poligonal que mientras El Cap i Casal duerme, ellos y ellas trabajan la noche para alimentar a una ciudad que se levantará hambrienta.

El aroma de Mercavalencia es el de la proximidad, el del trato con servilleta. La cafetería del hangar de verduras y hortalizas dispensa un trato exquisito, recordando a la hostelería de barra de Madrid, el saludo, el uniforme laboral, la profesionalidad. Había prometido a Pablo, administrativo de la empresa Madremia, y a su compañera de fatigas Sandra un artículo sobre la función del papel en el gran bazar de los alimentos frescos y saludables. Algo tan simple y a la vez tan esencial en nuestras vidas. Aquí de momento llámese papel tiene utilidad, sirve, y no lo han licenciado.

En general, siempre hay excepciones, los vendedores toman a mano los pedidos en sus pequeños cuadernillos, y el cliente efectúa el pago en caja. Muchos de ellos optan por el metálico en gran cantidad de las transacciones, y una impresora emite el ticket o la factura. Una recaudadora de un puesto de hortalizas me explicaba que los inspectores de Hacienda no creían en el alto volumen de cobros en efectivo que allí se realizaban. Me costaba creer lo que decía. Le puse el ejemplo de una noticia que publicó un diario generalista de este país. Hace unos años se hacia eco de como la comunidad china, era blanco de la mafia italiana en Roma por los asaltos a sus locales en busca de efectivo.

Foto: EVA MÁÑEZ

Cuesta aceptar como hemos aceptado sin rechistar la jubilación de la tinta de tungsteno de carbono de nuestras muñecas. O la reducción a mínimos del pago en papel o monedas ¡Menudo invento de los cojones el Bizum! La banca ya se encargó de liderar el cambio. De finiquitar el papel ¿Se acuerdan del rollo autocopiativo de las visas? No tenía validez la tinta líquida. No calcaba la estampa. Después fueron las grandes superficies y los supermercados quienes abanderaron tal cruzada de normalización imponiendo la firma digital, el Estado e incluso el pequeño comercio. Menos mal que los notarios siguen con sus botes de bolígrafos en sus mesas de juntas. 

Pulgares o híbridos digitales han sustituido al arte de la muñeca para dar fe de nuestra identidad con una rúbrica, Le llaman progreso, yo, por el contrario, involución, este change ha sido el iceberg de una era de analfabetismo creciente que los propios docentes de la enseñanza empiezan a denunciar. Ya es demasiado tarde. Todo empezó con la irrupción de la PlayStation, la prehistoria al invento desarrollado por el señor de las manzanas, y no me refiero precisamente al relato bíblico de Adán y Eva sino al de Steve Jobs. Siempre nos quedará Mercavalencia ¡Benditos pulgares!

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