La dirección nacional de los populares interviene en los pactos para establecer el veto pocas horas después de que la cúpula autonómica asegurara que no lo había en lo que supone una discrepancia pública
VALÈNCIA. La sucesión de hechos de este lunes fue rápida y sorpresiva. El PPCV comenzó la mañana con una reunión con Compromís dentro de la ronda de contactos para la investidura de Carlos Mazón como presidente de la Generalitat tras ganar las elecciones. Al finalizar, y en comparecencia ante los medios, los populares fueron preguntados por si la condición de pactar con Vox era que apartaran a su candidato, Carlos Flores, condenado en 2002 por maltrato a su exmujer. A lo que respondieron que el partido "no ha vetado a nadie". Pocas horas después, y en lo que supuso un mensaje totalmente dispar al anterior, Génova salió a marcar el paso en las negociaciones y anunció como línea roja que Flores no ocupara ningún puesto en el Consell ni en Les Corts.
En las filas del PP existe cierta incomprensión por lo ocurrido. Hay quien lo atribuye a una descoordinación en el mensaje. Otros, directamente, a una discrepancia manifiesta. Pero lo cierto es que todo se produjo el día previo a que Mazón y Flores se sienten a negociar la investidura y significa una intervención directa de Génova. Así que coincidencias pocas.
Hasta la fecha, parecía claro que el PP de la Comunitat Valenciana, en sintonía con la estrategia nacional, se decantaba por evitar escenificar cualquier pacto con Vox antes de las elecciones generales del 23 de julio ante el riesgo de que les penalice. La misma noche de los comicios del 28 de mayo, Mazón –quien ha mantenido su deseo de gobernar en solitario– anunció que se dirigiría al resto de formaciones políticas para conformar un ejecutivo "estable y eficaz". Lo haría por orden de representación parlamentaria según el resultado. Es decir, el PSPV, Compromís y Vox.
Así lo ha ido cumpliendo. La semana pasada se sentó con los socialistas y ayer lunes con Compromís. A ambos les pidió el apoyo o, en su defecto, la abstención planteándoles los puntos coincidentes con el programa electoral del PPCV. Como era de esperar, las dos formaciones comunicaron a Mazón que votarían en contra de su investidura. La táctica del dirigente popular pasaba por superar estas dos negociaciones y tener, entonces, que sentarse ya con Vox con el mensaje de que la izquierda le ha empujado a buscar apoyos alternativos, por lo que está legitimado para hacerlo.
De esta manera parecía que iba a transcurrir todo hasta que este lunes saltó la hoja de ruta –al menos la previsible– por los aires. Mazón acudió a Les Corts, al igual que la semana pasada, con el vicesecretario de Organización del partido, Juan Francisco Pérez Llorca, y del director de campaña, Miguel Barrachina –a quien muchos ya ven como nuevo portavoz parlamentario–. Allí mantuvo el encuentro con representantes de Compromís.
Acabó y, también como la semana pasada, comparecieron Pérez Llorca y Barrachina. Y aquí empezó el meollo. El primero fue cuestionado explícitamente por un posible cordón sanitario no a Vox, sino a su candidato a la Generalitat, Carlos Flores, quien en 2002 fue condenado por "violencia psíquica" contra su exmujer, un delito de "violencia doméstica" que habría habría pasado a considerarse violencia de género con la entrada en vigor de la nueva ley de 2004. La respuesta fue tajante: "El Partido Popular no ha vetado a nadie".
Con un "hasta mañana" se despidieron. Faltaban 24 horas para volver a Les Corts a reunirse con Flores en lo que se aventuraba un encuentro amable y de cordialidad como los anteriores. Pero en Génova, y después de que Alberto Núñez Feijóo asegurara días atrás que iba a dejar total libertad a las direcciones territoriales a la hora de manejar los pactos, no debieron pensar lo mismo. En una rueda de prensa en la sede del PP, el portavoz de campaña del partido, Borja Sémper quiso dejarlo claro: "Cualquier persona condenada por violencia machista para nosotros es una línea roja". Y fue más allá. "Obviamente, alguien que es un maltratador o ha sido condenado por maltrato no es una persona que debiera dedicarse al ejercicio activo de la política", añadió.
Desde la dirección autonómica no se trasladó nada más de lo que se había transmitido por la mañana. Es decir, que se mantuvieron en el 'no veto'. Mientras tanto, las palabras fueron –lógicamente– comentadas entre las filas del PP valenciano. Y las interpretaciones son múltiples. Hay quien comparte la línea roja de Génova y opina que Flores debería quedar fuera de cualquier cargo público. Otras voces consideran que el veto responde realmente a la estrategia de escenificar que no existirá acuerdo con Vox antes del 23J. Aunque ello suponga una investidura fallida de Mazón con votación incluida y sin pacto a la espera de otra en las semanas siguientes a las generales. Otros piensan que poco ayuda la posición de la dirección nacional cuando se tienen que sentar con Flores horas después.
¿Y desde Vox? Más allá de que evitan comunicar una posición oficial tras el veto, fuentes del partido aluden a dos cuestiones. Una, que dudan de que la posición del PP desde Madrid sea la misma que la del valenciano, por lo que piden esperar. Dos, que Flores acudirá con normalidad al encuentro con Mazón este martes porque es el interlocutor y porque el líder del PPCV dirigió a él la invitación "de su puño y letra".
Lo que ocurra a partir de ahora parece evidente que estará condicionado por lo que marquen las direcciones nacionales de ambos partidos. De un lado, la de Feijóo: si todo forma parte de un plan de actuación pre-elecciones generales y, una vez pasen, se levantará –o no– el veto a Flores, desautorizando así a Sémper. De otro, la de Santiago Abascal: si está dispuesto –en el caso de que la línea roja del PP vaya en serio– a sacrificar una pieza clave con tal de entrar en un gobierno con él en la Comunitat. La de un candidato, además, que ha dejado claro que su intención es la de ocupar un puesto en el nuevo Consell –probablemente la vicepresidencia–. De hecho, ya existían variedad de escenarios sobre su destino, incluyendo la presidencia de Les Corts.