Tascas
La Aldeana ha crecido y ahora es como si la familia se hubiera quedado con la casa de al lado, que se llama Malarmat (puede que una duplicidad de marcas innecesaria). Lo importante: es ya un clásico del poder tabernario de El Cabanyal. Ha logrado sobrevivir al tiempo de las incertidumbres evolucionando en una casa de almuerzos y tapas: más bar y menos casa de comida. Por suerte permanecen platos abundantes en sepia y calamar, y contados guisos marineros.
En confianza: Queda la duda de si la renuncia de La Aldeana a ser más no es una oportunidad perdida. La calidez del ambiente, esa inmersión en el hogar de siempre, invitaba a un proyecto con ambición. Tiene fundamento para ello.
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