VALÈNCIA. Tal y como se preveía, la Semana Santa comenzó con atascos en las carreteras de la Comunitat Valenciana. Unos tapones que se extendieron hasta media tarde y que provocaron numerosas retenciones de hasta un total de 90 kilómetros. La mayor parte de ellos se repartían entre varias vías. Y en la ciudad de València, una en concreto, la CV-500, marcaba el inicio de las vacaciones con su tradicional cola kilométrica de vehículos.
Las medidas impulsadas por la Conselleria de Infraestructuras y jaleadas desde el Ayuntamiento de València, y que tenían como fin pacificar la popular carretera (incluían el ensanchamiento de los arcenes para reconvertirlos en carril-bici, la reducción de la velocidad en toda la carretera a 60 o la imposición de línea continua en todo el tramo principal), se han demostrado inútiles, ya que no han aportado fluidez al tránsito. Es más, la sensación entre los vecinos es que han contribuido a empeorarlo.
De ahí que no sea de extrañar que sigan en pie con su idea realizar nuevas protestas, tras las tractoradas y manifestaciones de los últimos meses. Así lo confirmó el presidente de la asociación de vecinos La Gaviota de El Perellonet, Luis Zorrilla, quien explicó a Valencia Plaza que tras las vacaciones de Semana Santa las entidades vecinales de la zona tienen previsto en agenda reunirse para plantear “nuevas movilizaciones” que se harán efectivas a finales de mes, principios de mayo.
Hasta la fecha, desde el Consell sólo se ha cedido en una petición, que es la eliminación de los polémicos cojines berlineses, unos dispositivos pensados para ciudad pero que no tuvieron en cuenta la presencia habitual de tractores en la carretera. Fue una cesión, pero no parece que bastante para los vecinos que siguen reclamando “la reversión total”, tal y como explica la concejal de la vecina El Perrelló Amparo Fernández.
La regidora asegura estar convencida de que las medidas adoptadas por Obras Públicas son “perjudiciales” y, si bien agradeció la rectificación que habían realizado quitando los cojines berlineses, “que ha hecho que no se pierda la campaña del tomate”, consideró que el resto de actuaciones que se mantienen “no ayudan en nada”. En este sentido, Fernández explicó que de por sí se trata de una vía “muy complicada”. “Hay mucho ciclista, sólo tiene dos carriles…”. Una complejidad que la hace más trabajosa con la nueva disposición de la carretera, con márgenes más estrechos que dificultan las maniobras y un carril bici que, según su testimonio, “no usa prácticamente nadie” porque los ciclistas prefieren ir por la calzada, como hacían antes de la reforma.
El malestar es comprendido en el seno del Govern de la Nau, especialmente dentro del grupo socialista del Ayuntamiento de València, donde algunos concejales comparten a titulo personal la visión de los vecinos. Una comprensión que sin embargo no se ha concretado aún en nada. No parece tampoco que a medio plazo se plantee una nueva rectificación por parte de la Conselleria, de quien depende la carretera.
Y mientras, la demanda presentada por los vecinos por prevaricación contra Obras Públicas sigue su curso. La misma, ya admitida según el relato de Zorrilla, se formalizó el pasado día 30 de diciembre ante la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat y supone una vuelta de tuerca en el debate, que evidencia que el conflicto de la CV-500 va para largo.
La carretera, que atraviesa el Parque Natural de El Saler y que fuera conocida por ser parte de la ruta del bakalao, es una de las más transitadas de la Comunitat. Es el principal acceso a las playas del parque natural de El Saler y su franja turística, con una elevada densidad de tráfico con más de 16.000 vehículos diarios en 2015, según la propia Conselleria. La carretera está en el punto de mira de grupos ecologistas como Agró, de gran ascendente sobre Compromís, el partido del alcalde Joan Ribó. Estos critican la alta mortandad de vertebrados en la vía, uno de los más altos de la Comunitat Valenciana.
El rasgo más característico de esta vía es la irregularidad que registra la intensidad de circulación, con grandes diferencias entre los días laborables y festivos, o entre periodos estivales y el resto al año, lo que hace tan complicado cualquier actuación. Pese a su densidad de tráfico y complejidad, Zorrilla explica que en cinco años se han registrado 217 accidentes, la mayoría por alcances. Por todo ello considera que era una vía segura y que no necesitaba ninguna remodelación. Ahora, con los nuevos y polémicos cambios que los vecinos aseguran no haber reclamado, ha pasado de ser una senda famosa a un conflicto administrativo que corre el riesgo de enquistarse.