VALÈNCIA. Sorprendía a la opinión pública esta semana José María Llanos al anunciar su dimisión de la presidencia de Vox en la provincia de Valencia. Un abandono del que, en realidad, subyace una estrategia. Ahora la dirección nacional encabezada por Santiago Abascal debe nombrar a una gestora, después de eliminar las primarias internas en la última reforma de los estatutos de la formación.
En este sentido, no se descarta que dicha gestora pudiera estar liderada por el mismo José María Llanos, lo que significaría que el dirigente podría librarse así de miembros críticos con los que cohabita en la cúpula de Vox Valencia. Una táctica para nada genuina en el seno de la formación de Abascal dado que ya se ha ejecutado en similares términos en otras demarcaciones como Jaén.
Las disensiones internas eran un secreto a voces en una formación relativamente joven y que, con una organización interna todavía bastante precaria, atrajo a un buen número de militantes tras los resultado en las elecciones andaluzas. Aunque la supresión de las primarias era un intento manifiesto de frenar a los críticos, ciertamente no consiguieron acallar esta corriente por completo. Como mucho sosegarla.
Ahora, la 'salida' de Llanos de la presidencia del partido a nivel provincial ha removido el espíritu crítico de algunos sectores, que han visto en esta dimisión una buena ocasión para abrir el melón de nuevo sobre el funcionamiento interno de la formación. Quienes parecían estar en los márgenes del partido vuelven a ver la oportunidad de exponer sus posiciones e intentar cambiar la forma en que Llanos ha llevado el partido en la provincia dado que, consideran, no ha sido la más adecuada.
Y aunque Vox se trata de una formación con una estructura muy centralista -Madrid tiene la última palabra en muchas de las decisiones, como en la elección de asesores-, no se descartan movimientos internos que pudieran tratar de hacer frente a la posible elección de Llanos como futuro presidente de la gestora por parte de la dirección nacional.