En esta ocasión voy a empezar el artículo por el final, de modo que si me permite el lector, consigno lo que esconde la Agenda 2030: inflación, empobrecimiento y ruina, Qatargate y otras corrupciones, prevaricación, vasallaje y pérdida de la ventaja competitiva entre otras maldades.
Ahora, en caso de que no disponga de tiempo, puede dar por leído este artículo, si tiene curiosidad por el desarrollo de los argumentos, adelante, no va a perder el tiempo y además se va a divertir.
Con motivo de la reciente aprobación por parte del Parlamento Europeo el pasado martes 18 de abril, de los acuerdos alcanzados con los países de la UE a finales de 2022 sobre varias leyes clave que forman parte del paquete "Apto para 55 en 2030", entre las que se encuentra la Reforma del Sistema de Comercio de Emisiones (ETS), aprobada con 413 votos a favor, 167 en contra y 57 abstenciones, es decir, escandalosa mayoría, es el momento de compartir algunas consideraciones al respecto.
Sí, digo escandalosa mayoría porque el proceso hasta llegar a la votación ha sido el siguiente: La Conferencia sobre el futuro de Europa concluyó en mayo de 2022 y en ella la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, recibió por parte de los copresidentes del Comité Ejecutivo de la Conferencia, el informe sobre el resultado de sus trabajos.
Este ejercicio sin precedentes, a lo largo de un año, de discusión, debate y colaboración entre ciudadanos y políticos culmina con un informe. Este plantea 49 propuestas que incluyen objetivos concretos y más de 320 medidas a aplicar por las instituciones de la UE, agrupadas en nueve áreas temáticas: cambio climático y medio ambiente; bla bla bla...
Las propuestas están basadas en recomendaciones de los ciudadanos que se reunieron en Paneles europeos de ciudadanos, los Paneles nacionales y las ideas recabadas en la plataforma digital multilingüe.
¿Al lector le han preguntado por su opinión?, porque a mí no, ni a nadie que yo conozca. Probablemente, esas discusiones, debates y colaboraciones, a través de estos paneles y plataformas, hayan sido contestados por activistas, radicales y organizaciones ecologistas posicionadas, escogidos aleatoriamente…; pero en ningún caso representan a la mayoría de los europeos. Me ha sido imposible obtener información sobre los mismos (inténtelo el lector). En cualquier caso, estos debates, han sido mantenidos con un, digamos 0,0000000001% de la población europea.
A finales de 2022, diciembre, sábado por la noche, los eurodiputados y los gobiernos de la UE acordaron reformar el Sistema de Comercio de Emisiones para reducir aún más las emisiones industriales e invertir más en tecnologías respetuosas con el clima. Es decir, convirtieron el informe de los paneles de discusión en “acuerdos” que son los que el pasado día 18 transforman en leyes vinculantes para todos los europeos. Viva la claridad y la transparencia democrática.
Con estas nuevas leyes aumenta la ambición del ETS, ya que las emisiones de GEI deben reducirse en un 62 % para 2030 en comparación con los niveles de 2005. También elimina gradualmente los derechos de emisión gratuitos para las empresas desde 2026 hasta 2034 y crea un nuevo ETS II separado para el combustible para el transporte por carretera y los edificios que pondrá un precio a las emisiones de GEI de estos sectores en 2027 (o 2028 si los precios de la energía son excepcionalmente altos). (Ver sistemas de comercio de emisiones).
Esto supone una vuelta de tuerca más a la asfixiante normativa que afecta directa y negativamente a la economía real, en aras de alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 y el compromiso vinculante de la UE de neutralidad climática en 2050.
Los créditos de carbono son una unidad de medida, una tonelada de CO2 o dióxido de carbono equivalente, con un componente negociable. Son creados por los gobiernos y asignados a empresas individuales.
Las compensaciones de carbono, por otro lado, son una unidad de medida para compensar a una organización/empresa por una inversión voluntaria en un proyecto que elimina las emisiones a través de medios mecánicos o basados en la naturaleza. La organización que completa el proyecto puede mantener una compensación o, en cambio, puede comercializarse en el mercado voluntario de carbono.
“El mercado voluntario de carbono, en lo que respecta al medio ambiente, no ha dado los resultados deseados y ha demostrado ser consistentemente cuestionable” (Grant Harrisel).
El mercado voluntario de carbono tenía un valor de 2 mil millones de USD a finales de 2021, y su valor se estima en más de 55 mil millones para 2030.
Lo que esconde la Agenda 2030 en este caso:
Para catalizar la descarbonización en la economía real están en marcha desarrollos para el próximo lanzamiento del London Stock Exchange Group (LSEG) una nueva oferta en la Bolsa de Londres para créditos de carbono, donde las grandes consultoras y climate trade podrán traficar con los derechos de emisión.
Lo que esconde la Agenda 2030:
Un monstruo financiero creado para encarecer artificialmente las actividades que emiten CO2 de forma que sus alternativas sin emisiones, mucho más caras, resulten aparentemente más baratas de lo que en realidad son. Como consecuencia más inflación.
¿Qué pasa, por tanto, con los objetivos de descarbonización impuestos por la UE de cara a 2050, cuya cadena de transmisión es la Agenda 2030?
Lo que esconde la Agenda 2030:
Objetivos inalcanzables en los plazos previstos (en 2030 imposible y para 2050…)
Veamos, el consumo mundial de energía primaria en 2022 fue de casi 15.000 millones de toneladas equivalentes de petróleo (mtep). En 2021 fue de 595,2 exajulios (1 exajulio=23,88 millones de TMPE) por lo que el consumo en 2021 fue de 14.213 millones de mtep.
De ellas, cerca de 12.000 mtep fueron de energía fósil (el mundo continúa obteniendo alrededor del 80-83% de su energía primaria de fuentes fósiles). Reemplazar esa enorme cantidad de energía por fuentes libres de CO2 es tarea imposible.
Como el reemplazo se va a hacer por electricidad procedente de fuentes libres de CO2 como las renovables, y como el rendimiento de la energía fósil es ineficiente (solo se transforma en energía consumida final, comparable con la energía eléctrica renovable, una parte de la energía primaria fósil), no hay que utilizar el consumo de energía primaria fósil para estimar la magnitud del objetivo, sino el consumo final de energía fósil.
Según la Agencia Internacional de la Energía el consumo de energía final procedente de fuentes fósiles en 2022 fue de 6.700 mtep.
Hagamos unos números:
Lo que nos queda por hacer, a nivel mundial, sería el equivalente a:
Todo esto está basado en que las necesidades de consumo de energía final de la Humanidad permanecerán constantes de aquí a 2050, algo improbable teniendo en cuenta que de aquí a entonces la población global aumentará un 15% como poco, y que muy previsible y deseablemente miles de millones de seres humanos que viven en países en desarrollo incrementarán de forma muy importante su actual consumo de energía: hay cerca de un tercio de la población mundial (3.000 millones de personas) cuyo consumo energético anual actual es inferior al de una nevera. También la propia extracción de materias primas y fabricación de equipamientos para la transición energética requerirá de altos consumos de energía).
Lo que esconde la Agenda 2030:
Es improbable que la Humanidad se descarbonice por completo de aquí a 2050, salvo milagros tecnológicos sumamente imprevisibles que todos aplaudiríamos si llegaran y absolutamente imposible conseguir los objetivos de cara a 2030.
Además, como he apuntado al principio, todas estas políticas generadas desde la UE y aplaudidas por los gobiernos, generan una inflación que va mermando nuestras economías, tanto nacionales como familiares.
Para ello se van inventando excusas como la causa de dicha inflación, y del alza de precios de la energía, como la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Falsamente como indican estos gráficos; en ellos vemos que en la fecha de la invasión, 24 de febrero de 2022, la inflación ya estaba disparada ya que inició su escalada en diciembre de 2020 debido a las políticas de gravamen de emisiones de CO2 y por la política monetaria expansiva y de bajos tipos de interés; asimismo, los precios de los carburantes, fuel y gas, indican un acelerado cambio de ciclo ascendente en 2020.
Lo que esconde la Agenda 2030:
Es posible que, por la inclinación de los políticos y burócratas de Bruselas, hayan propiciado la invasión de Ucrania, plegados a otros intereses de la OTAN. Cuando amenazas a Rusia con la entrada de Ucrania en la OTAN, sabiendo que dicha decisión es una línea roja infranqueable para Rusia, estás provocando la acción ofensiva de Rusia, injustificable pero cierta.
Fecha invasión: 24 de febrero de 2022
Lo que esconde la Agenda 2030:
Tomando como referencia el gráfico de producción energética mundial total, comprobamos que la UE con una producción de 995 mtep sobre los 14.213 mtep mundiales representa un ínfimo 7% a lo que nuestros generadores de políticas responden como si fuéramos los únicos causantes del problema y adalides de una transición acelerada e irresponsable. Toda vez que al generar GEI a la atmósfera, estos no se quedan en el territorio que los ha emitido, sino que se diluyen a nivel global, por lo que las emisiones de China y las que dejamos de emitir en la UE al final se diluyen y mezclan sobre nuestras cabezas.
Por lo tanto, las medidas tendrían un impacto muy reducido en el agregado de reducción de emisiones mundiales.
Lo que esconde la Agenda 2030:
Lo que haría cualquier gobernante sensato y los nuestros no lo son, más bien son desalmados e irresponsables, por lo que no van a hacerlo:
En definitiva, la Unión Europea sigue haciendo política al margen de las necesidades reales de los ciudadanos europeos, que cada vez se ven más ahogados por el frenesí legislativo y la mayor avalancha de impuestos, regulación y prohibiciones que se producen como consecuencia del problema medio ambiental, un problema que los burócratas de Bruselas creen que podemos solucionar tomando medidas aisladas desde nuestra pequeña Comunidad (la UE representa un 7% del problema).
Lo que esconde la Agenda 2030:
Y mientras tanto, en Valencia, 20 autobuses eléctricos recién comprados siguen parados en las cocheras por no disponer de los preceptivos cargadores.
Ricardo Romero es consultor en Sostenibilidad y Estrategia de Impacto