El concejal de Comercio muestra su ambición por dar cabida a estos bares y su programación cultural dentro de la legalidad. Sin embargo, su carácter heterogéneo es un reto para la inminente escritura de la ordenanza
VALÈNCIA. Los bares culturales de la ciudad de València, asociados en Abacu, discuten durante estos días los términos unificados con los que presentarse ante la reunión que reclamaban: la que influirá en la redacción de la ordenanza municipal que podría dar cabida dentro de la legalidad de licencias de actividad a estas empresas. Tras las modificaciones de la Ley de Espectáculos aprobadas el pasado mes de marzo –entre algunos avances y no poca ambigüedad–, el balón pasaba a estar sobre el tejado del Ayuntamiento en gran medida. Y la concejalía responsable de regir esas licencias en la capital de la Comunitat, la de Comercio, asegura a este diario que no iniciarán la redacción de la inminente ordenanza hasta no sentarse con Abacu.
Esa reunión sucederá el próximo 3 de julio en el Consistorio. La única petición por parte del concejal, Carlos Galiana, es la de que Abacu ponga sobre la mesa un discurso unificado. De un lado, un decálogo que ha de suponer –según la asociación– un manual para la convivencia de cara a la mediación entre locales, vecinos y policía. Una especie de decálogo de colaboración para subsanar situaciones de crisis puntualmente. Cabe recordar que a inicios de año, algunas zonas de la ciudad sufrieron unas batidas policiales en busca tanto de actividades impropias como de otras irregularidades. De otro lado, el más esperado, una propuesta para la realización de espectáculos culturales dentro de los márgenes de la actual ley. De todo tipo de espectáculos y en esa redacción del total, que satisfaga a muchos, puede haber un problema.
El mayor conflicto sigue siendo el que tiene relación con la música en directo. Como ya analizó Cultur Plaza tras la aprobación de las modificaciones de la ley y consultando a las partes, la Comunitat sigue sin tender la mano a la música en vivo y restringe sus posibilidades. Aun así, desde el Ayuntamiento se asegura que hay margen. Es más, el concejal muestra a este diario su ambición y voluntad para explorar precisamente esos márgenes y "facilitar al máximo su implantación". Para ello, sí espera la unificación de criterios dada la amplia disparidad de locales que tratan de insertarse en esa categoría.
Algunos ayuntamientos como el de Santiago de Compostela, que tras su particular reforma de la ley de espectáculos de la Xunta deja prácticamente prohibida la música en directo a partir del 2 de julio, están generando normativa propia para crear una realidad de bares –en su caso– musicales. En este sentido, Barcelona cuenta con una normativa bastante actualizada, Elche está explorando los nuevos márgenes valencianos y ciudades como Granada o Toledo también pretenden certificar la realidad de unos comercios que llevan años participando de la actividad cultural de las ciudades, pero al margen de la ley (y, en no pocos casos, en consecuencias; multas).
De hecho, desde Toledo se han interesado por la asociación valenciana ya que en ese sentido los bares culturales valencianos sí se han adelantado a casi todo el resto de España como asociación. Una voz única que ha servido para generar presión en el Ayuntamiento, interlocución directa con todo tipo de asociaciones tanto vecinales como de hostelería y a estar tutelados técnicamente por el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales y de Grado de València. De hecho, el COGITI es el árbitro oficial de esta situación ya que está relacionada con todas las partes y asistirá a la reunión del 3 de julio. También es el principal interesado en la llegada de un nuevo tipo de licencia de actividad para dar trabajo a sus colegiados.
Los Ayuntamientos pasan a tomar mucho partido con sus ordenanzas a la hora de interpretar la ley modificada. Y esto, más allá de la lectura política, tiene mucho que ver con la lectura administrativa. Serán los técnicos de cada consistorio los que tengan que aplicar realidad o no y convertir a los bares culturales en una licencia real más dentro del abanico de posibilidades.
En el caso de València, las decenas de asociados muestran un amplio espectro de realidades. No pocos de ellos pretenden albergar música en directo, aunque ya lo hacían en los márgenes de diurnidad y decibélios que propone la ley. Otros no, pero están dispuestos a atenerse al corsé. El problema es que la normativa no distingue entre actividades culturales tan dispares como albergar una exposición, ofrecer un taller a los clientes, promover un monólogo, un cuentacuentos, un espectáculo de danza o un concierto. En esa laxitud tratan de aclararse actualmente los miembros de Abacu que aún no han cerrado el documento con el que se presentarán el próximo 3 de julio.
Esa fecha es sin duda un hito dentro de su rápida progresión para obtener una realidad legal de licencia que no les deje desamparados ante las inspecciones. Como siempre recuerdan, las denuncias vecinales no tienen relación con este proceso ya que parten de la base de que ninguna de las actividades que proponen tiene que generar ninguna molestia. Al contrario, creen que forman parte de la oferta cultural de cada uno de los barrios y que la vecindad debe formar parte –y ya lo hace– de sus propuestas. Con la mejor predisposición del Ayuntamiento (desde el ámbito político), la redacción de la ordenanza a propósito de ello será clave para estos agentes culturales que podrían encontrar una vía de escape en cuestión de meses... o, en caso de no entenderse entre sí y con el Ayuntamiento, volver a la casilla de salida.