Napicol
Y los jueves de verano, además, con música en directo
Top doce
Desde su inauguración en 2018, Napicol no ha dejado de crecer, añadiendo a su cocina nuevas ramificaciones, más colores, otras lecturas. Ha pasado de ser una arrocería de alto nivel a un restaurante muy completo, en el que los platos de cuchara y la caza han cobrado mucho protagonismo. Chemo Rausell ha sabido conjugar con sabiduría la viabilidad del proyecto empresarial con sus inquietudes personales como cocinero.
Los rituales gastronómicos no comienzan en el momento en el que te sientas a la mesa de un restaurante. La experiencia arranca antes, porque en ella influyen muchos detalles: con quién voy, de qué humor, con cuánta hambre. En el caso de Napicol, el camino al restaurante es un elemento externo determinante. El paisaje horizontal de huertos y caballones que nos conduce por pequeñas carreteras hasta el Barrio de Roca (Meliana) nos va metiendo en ambiente de un modo similar a como lo hacen la música y los títulos de crédito en una película. Para cuando atravesamos la puerta principal del restaurante y nos adentramos en su magnífica terraza, ya hemos interiorizado sin darnos cuenta muchas de las premisas que definen la cocina de Chemo Rausell: el apego a la temporada, la colaboración con los proveedores locales y el gusto por la cocina de fuego lento.
En Napicol bordan los arroces, pero hace tiempo que estos comparten protagonismo con los guisos de cuchara, la caza y los guiños a la gastronomía catalana y del norte de España. Aunque los productos de proximidad son prioritarios en su cocina, no se autoimponen el llamado kilómetro cero, porque eso implicaría cortar las alas a una propuesta que quieretrascender el Mediterráneo (sin negarlo). Las únicas limitaciones que sigue Rausell a rajatabla son las que dicta la temporada y la de trabajar con productos nacionales.
Tradición y producto
Así pues, en Napicol puedes disfrutar de un mar y montaña arrocero —nos gusta mucho el de sepia, blanquet y coliflor— o comerte unas excelentes fabes con almejas o unas lentejas con cerdo ibérico al estilo de Juan Morgado. No hay legumbre que se escape al interés de este cocinero. Hablemos también de su famoso cap i pota, que le acompañó en los primeros años del restaurante y se ha sustituido últimamente por los callos. La seña de identidad de Napicol está también en sus básicos: las mandonguillas de bacalao y la ensaladilla rusa son una pasada. De las mejores que se pueden probar en la ciudad y alrededores.
Estamos a solo diez kilómetros del centro de València, pero durante dos horas nos olvidamos del trasiego frenético de la urbe. Napicol está ubicado en una antigua casa de campo reconvertida en un restaurante elegante y acogedor. Ambientada con árboles frutales, palmeras, buganvillas y un estanque con carpas, la terraza exterior es un remanso de paz.
Gracias a la luminosidad que se cuela por los amplios ventanales que rodean la sala, el interior transmite las mismas sensaciones. La serena simpatía con la que Anselmo, el padre de Chemo, toma nota a los comensales nos anima a tomarnos las cosas con calma. Mientras disfrutamos de la comida, Chemo levanta la vista de la olla de tanto en tanto y nos observa a través de una rendija: le gusta leer las sensaciones en los rostros de sus comensales.
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Plato destacado → Arroz con sepia, coliflor y blanquet. Lentejas con cerdo ibérico.
Producto
Arroz
Parking
Arroz con sepia, coliflor y blanquet. Lentejas con cerdo ibérico.