VALENCIA. Podría decirse que los ciudadanos ya están a salvo de las participaciones preferentes o las cláusulas suelo que firmaron, en muchos casos, sin saber bien lo que hacían. Pero ¿Y los trabajadores que tenían que 'colocarlas'? ¿Ha cesado sobre ellos la presión para dar salida a determinados productos?
Lejos de hacerlo, la caída en los tipos de interés y, en consecuencia, de los márgenes del negocio bancario, ha llevado a la banca a incrementar su oferta de productos ajenos al sector, que van desde televisiones de plasma hasta seguros de todo tipo. "Para nosotros son las nuevas preferentes", lamentan.
Para reflexionar al respecto Valencia Plaza ha consultado a representantes de UGT-PV en distintas entidades bancarias, que describen un escenario de presión hacia los trabajadores para captar clientes en este ámbito por tratarse de una rama de mayor rentabilidad en un contexto de reducción de oficinas y de temor al despido. Las fusiones de entidades bancarias han supuesto la destrucción de 62.500 puestos de trabajo en toda España, a los que se podrían sumar entre 30.000 y 40.000 más, según la organización.
Preguntada al respecto, la Asociación Española de Banca (AEB) traslada a este diario que las actividades comerciales ajenas al sector "son perfectamente legítimas desde un punto legal y normativo", una opinión a la que los sindicalistas añaden una buena retahíla de matices.
Nacho Rabanaque, representante del sindicato en Banco Sabadell, denuncia que se fijen "objetivos individualizados" de venta a los empleados. "Recibimos una carta individualizada de un alto ejecutivo en la que se marca un reto y se invita a responder cuando se haya conseguido. Esto provoca una situación de presión para dar salida a los productos. Hay de todo, desde quienes no se lo toman tan a pecho hasta los que les venden productos a sus familiares para cumplir el expediente, porque se elaboran rankings con los nombres de los empleados en función de sus ventas".
Por su parte, Javier Peris, delegado en Caixabank, subraya que el escenario actual proviene de "un profundo modelo de transformación que ha reducido el mercado a prácticamente cinco entidades bancarias y en el que el teletrabajo y las nuevas tecnologías han derivado en que ya no haya casi trabajo bancario". Las exigencias actuales "ya no se basan en el tradicional ingreso recurrente de la banca, sino en la búsqueda del ingreso inmediato", según explica. "Ahora se asalta a los que entran a la oficina. Los clientes se convierten en una presa. Un cliente con 480 euros en la cuenta corre el riesgo de salir de la oficina con dos seguros y un televisor", cuenta.
Pascual Crespo, de UGT-PV Cajamar, añade al respecto que esta tendencia de valorar a los trabajadores en función de sus resultados está suponiendo una prolongación irregular de la jornada laboral. "Las horas extra se proponen en aras de la productividad y sobre hacerlas o no sobrevuela la amenaza de que sobra plantilla. Pero es un fraude, incluso un fraude a Hacienda y a la Seguridad Social, porque muchas veces se sobrepasan las 80 horas extras anuales que permite la ley", detalla. En su entidad, según explica, es el propio trabajador el que ha de comprometerse a un objetivo concreto, "lo cual redobla la presión si no lo alcanza".
Al respecto, José Ramón Costa y María Balsera representantes sindicales de BMN, inciden en la presión que se realiza sobre los trabajadores mediante los rankings. "Tenemos listas para todo, listas de resultados, de los empleados que han hecho un curso y de los que no... en nuestro caso en lo que más se incide es en la venta de inmuebles. Somos casi agentes inmobiliarios, se hace lo que sea por que se los lleven. Incurrimos en intrusismo laboral", relatan, y lamentan que esta situación se produzca sobre los empleados "pese a que venimos de pactar importantes bajadas importantes de salarios, de renunciar a variables para 'hacer sostenibles las entidades'...".
Pilar Valldecabres, representante sindical de Bankia, describe la situación de los empleados como "la de los soldados de la primera línea de fuego". "El 'síndrome del despido' te obliga a cumplir los objetivos, a volcarte en la venta, y después la percepción en la sociedad es contra nosotros, contra los trabajadores, que somos los que les hemos recomendado productos con los que quizá después no están contentos". En el caso de la entidad los productos estrella son los préstamos preconcebidos, fondos de inversión... "Cada empleado comercial tiene que informar por la mañana qué previsión de venta tiene y, al acabar el día, dar cuenta de lo que ha logrado vender, todo mientras se atiende la gestión tradicional, aunque después no se tenga en cuenta que ese día hayas tenido la cola en la oficina hasta la puerta".
Ascensión Yepes, responsable de banca en el sindicato UGT-PV, pone el acento en las dificultades que genera esta intensidad en la colocación de productos en la comprobación de que los clientes que los contratan no incurren en blanqueo de capitales. "Es una paradoja, porque se nos alienta al objetivo inmediato, pero a la vez es motivo de despido si erramos en caso de que haya habido blanqueo", cuenta.
En un plano más general, Marta Benito, delegada en el Banco Popular, lamenta que "todo el trasfondo social de las entidades ha desaparecido", y subraya que la exigencia sobre los trabajadores ha tenido su punto álgido durante los últimos días en su entidad con la reciente ampliación de capital. "Nos hemos tenido que volcar en la venta de acciones, se las hemos tenido que ofrecer a todo el mundo", cuenta.
Por su parte, Enrique Gil, de UGT-PV Ibercaja, echa la vista atrás y recuerda que la banca siempre ha ofrecido productos ajenos a su actividad principal. "Pero antes era algo complementario. Ahora es el producto", critica. Otro elemento de presión sobre el trabajador, según explica, es el 'mystery shopper', ojeadores de la entidad que se hacen pasar por clientes para comprobar el servicio que realizan los trabajadores, explica.