La Panpinela empezó como el pequeño proyecto de Unai y Mariela en la sierra de Urbasa, Navarra.
En sus orígenes hacían pizzas para escaladores y las pizzas —mi favorita es la Erreka. Solo lleva verduras, mozzarella y masa archiperfecta— siguen siendo el núcleo de su negocio. Al poco tiempo de estar en funcionamiento se corrió la voz sobre sus pizzas rectangulares, asimétricas, un poco feuchas pero sabrosísimas y sobre todo, conscientes de los productos de proximidad.
Si algo tiene Navarra es una despensa cercana y variada y eso, sobre una mezcla de agua, harina, levadura y aceite de oliva hecha en horno del tamaño de tres herrikolaris es el plato de la semana.