VALÈNCIA. La llegada de Alberto Núñez Feijóo al liderazgo del PP tras una terrible crisis ha tenido un efecto de bálsamo en la formación popular que ha pasado, en apenas unos meses, de ser objeto de burla y chanza por parte de sus rivales, a figurar en sondeos nacionales como primera fuerza o muy cerca del PSOE e incluso a ganar por mayoría absoluta en un feudo tradicionalmente socialista como Andalucía.
Así, este efecto de recuperación de la marca de la gaviota ha insuflado ánimos a las estructuras autonómicas que se encuentran en la oposición, como es el caso del PP de la Comunitat Valenciana que lidera Carlos Mazón. Ahora bien, en un hipotético que los populares lograran vencer en las próximas elecciones o liderar una mayoría suficiente para regresar al Palau de la Generalitat, ¿tendrían banquillo suficiente para gobernar con garantías?
La pregunta no es baladí. En los últimos años, el PPCV ha sufrido la pérdida de muchos de los dirigentes que otrora gobernaron las instituciones, ya sea por jubilación, causas judiciales o, simplemente, alejamiento voluntario de la política. En la actualidad, la necesidad de poner en el foco a los dos máximos referentes del partido (Mazón para la Generalitat y la secretaria general, María José Catalá, para la Alcaldía de València), tampoco deja excesivo espacio para el lucimiento o desarrollo de otros liderazgos.
Es normal. Desde la oposición, las oportunidades para brillar son menores que en el gobierno y la necesidad de ambos de darse a conocer y adquirir la mayor notoriedad posible frente al bloque de izquierdas, que dispone de las instituciones, obliga a tratar de concentrar toda la atención mediática en los que serán los candidatos en las elecciones autonómicas y locales.
Ahora bien, esta circunstancia viene conllevando que en el PPCV pocos sean los dirigentes que se estén destacando en la legislatura. Es más, se hace difícil adivinar cuál podría ser una alineación para diseñar un Consell liderado por los populares: es cierto que hay diputados como Miguel Barrachina, Rubén Ibáñez, Beatriz Gascó, Alfredo Castelló o José Juan Zaplana que sí gozan de experiencia y cierto protagonismo, pero no se intuyen en el grupo parlamentario qué figuras podrían tener el empaque para ocupar una conselleria.
En otros ámbitos, también cuesta señalar con claridad quién podría asumir una cartera del gobierno autonómico. La mayoría de fuentes consultadas cree que una de las que podría tener más posibilidades es la concejal María José Ferrer San Segundo para dirigir la Conselleria de Justicia. Otros dirigentes populares opinan que el exdelegado del Gobierno Juan Carlos Moragues, podría ser otro que regresara al Consell si vence el PPCV, puesto que dejó buen sabor de boca en Hacienda pese a las dificultades durante el mandato de Alberto Fabra.
Personas cercanas a Carlos Mazón como la diputada nacional Macarena Montesinos o la exsecretaria de Estado Susana Camarero también suenan en círculos populares para ocupar carteras. Al igual que Daniel Sirera, jefe de Gabinete del líder del PPCV. Un fichaje sonado que muchos creen que fue para ocupar futuras responsabilidades en el caso de ganar la Generalitat.
También existen ciertas apariciones en actos del PP que se siguen con interés, como las del exconseller de Economía Maximo Buch, también de la etapa de Fabra, quien últimamente se deja ver bastante en eventos e incluso en la sede del partido.
Pese a que en el pasado muchos ex altos cargos del PP han pasado por situaciones judiciales complicadas, el presidente popular, Carlos Mazón, sí está dispuesto a contar con muchos de los políticos que en su día estuvieron en posiciones preeminentes en los gobiernos conservadores. De hecho, tal y como publicó Las Provincias semanas atrás, el líder ha puesto un marcha un proyecto interno denominado 'Grandes Generaciones' encabezado por la exalcaldesa de Carlet y exsenadora María Ángeles Crespo, y en el que figuran el exconseller Alejandro Font de Mora, el exsíndic de Greuges José Cholbi o el el ex secretario general del partido Antonio Clemente, entre otros.
Un movimiento que evidencia la necesidad para el presidente del PPCV de recuperar la experiencia de una generación que gobernó las instituciones durante muchos años, especialmente en una etapa en la que la formación ha sufrido un importante adelgazamiento de músculo respecto a la época de bonanza del partido de cuando se gobernaba con mayoría absoluta. En este sentido, de todos es sabido la pérdida de fuerza de las siglas tras la debacle generalizada de 2015, lo que ha conllevado siete años de dificultades a la hora de retener o incorporar militancia y de apuntalar cargos intermedios comprometidos dada la falta de puestos institucionales con que regar la estructura orgánica.
Con este escenario, se evidencia el doble reto para Mazón y Català. Indudablemente, ganar las elecciones y poder gobernar, pero en el camino tratar de ir incorporando activos al proyecto -o recuperándolos de etapas anteriores- que transmitan una imagen de solvencia y confianza a la ciudadanía en el caso de que los populares vuelvan a gobernar. Eso sí, la foto de este sábado en el acto de primer aniversario de Mazón como líder demostró que viejo gigante ha comenzado a desperezarse.