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el sur del sur / OPINIÓN

¿Por qué huye el PP de Vox?

29/01/2023 - 

El sistema electoral de ámbito local concede a la lista más votada un plus a la hora de alcanzar alcaldías. Para que el candidato/a de la lista más votada sea desbancado de la vara de mando debe haber otro candidato/a que alcance la mayoría absoluta. No vale con mayoría simple. Recuerdo que en 2015, el aspirante de Compromís a la Alcaldía de Crevillent tuvo más votos que el candidato popular, pero éste último fue el alcalde al ser miembro de la lista más votada.

No sé exactamente cuando se introdujo esta modificación legislativa, pero posiblemente sería de la etapa de Jordi Sevilla como ministro de Administraciones Públicas, que además sirvió para introducir otras modificaciones en la ley que afectaban a las corporaciones: que los concejales sólo podían firmar una moción de censura por mandato y que el primer edil se podía someter a una moción de confianza para aprobar los presupuestos si no tenía el respaldo de la mayoría de la corporación.

Ahora ha vuelto el debate de la lista más votada, que debería tener la Alcaldía por el mero de hecho de serla, aunque no tuviera la confianza de la mitad más uno de la corporación local. Lo ha propuesto Alberto Núñez Feijóo, y los propuso Mariano Rajoy en 2015, siempre en el contexto de que el PP podría ser el más votado en muchas instituciones, pero no tener socios -o socios incómodos- para poder alcanzar esa mayoría y, por tanto, para gobernar.

Entonces, en 2015, quizás era la falta de socios -Ciudadanos todavía tenía un respaldo uniforme en todos los ayuntamientos-;  ahora lo plantea porque quizás el único socio posible sea, de primeras, indeseado o incómodo, como lo es Vox. Lo es a priori. En su día, el PSOE también tenía ese problema con Podemos hasta que las mayorías dieron en muchas corporaciones y parlamentos autonómicos, y fueron, han sido y siguen siendo socios. Es decir, que el PSOE rompió con ese estigma en 2015 y lo consagró en noviembre de 2019 cuando se conformó el primer gobierno de coalición de la historia de la democracia en España.

Ahora, esa patata caliente la tiene el PP. El PP de Núñez Feijóo que sí opta a ser una formación mayoritaria, la más votada y en desplazar al PSOE de la primera posición. Sin embargo, la hipotética alianza con Vox es incómoda. Lo es antes y lo será después. Lo es porque lo que está pasando en el Gobierno de Castilla y León, porque lo que pueda pasar en otros gobierno y, sobre todo, porque a meses de las elecciones, es una arma muy poderosa de la izquierda para movilizar a su electorado.

De ahí que el PP recupere la propuesta de ley de la lista más votada y que sus alcaldes tengan manos libres para gobernar sin ataduras. Sin ataduras por ese flanco ideológico, pues bien se pueden buscar socios diferentes, que los hay. El PP necesita que sus alcaldes sean la lista más votada, primero; y después de que la suma con Vox, dé la mayoría absoluta, aunque después no gobierne con ellos. De lo contrario, sabe que puede haber alianzas contra sus ediles. Algunas alianzas de partidos progresistas, lógicas; otras de defenestrados o escisiones del PP,  que alguna suele cundir en el ámbito municipal, más difíciles de llevar. 

Pese a todo ello, la actual ley sigue dando, repito, un margen muy amplio a la lista más votada. Otra cosa son los parlamentos autonómicos en los que sí se deben conformar mayorías sólidas -de la mitad más uno- para alcanzar las presidencias. Es decir, que un alcalde del PP puede obviar a Vox, si quiere, en una votación de elección si ambos suman mayoría absoluta; si es otro parlamento, cualquier partido ya se tiene que mojar (pactar o negociar) para que el otro bloque no sume más votos y alcanzar una mayoría a priori estable. Eso es lo que horroriza de momento al actual PP: dejar entrever que Vox puede entrar en los gobiernos, pues lo que se haga en el 28M se evaluará en diciembre.

Ahora bien, a mi no cabe ninguna duda, de que allí donde puedan sumar, lo harán y acabarán con ese buenismo que ahora destilan. La cuestión es saber hasta cuándo se dejará el PP para satisfacer a la ultraderecha. Ahora bien, no olvidemos que si el pueblo vota minorías es porque quiere contrapesos, a un lado, o hacia otro. 

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