VALÈNCIA. La danza clásica se ha consagrado a lo largo de la historia como una de las disciplinas más respetadas del mundo del baile, teniendo cientos de años de historia a sus espaldas. Dentro de este tipo de baile encontramos distintos estilos como son el ballet clásico, el romántico, el neoclásico o el contemporáneo. Son muchas las escuelas y las compañías que transmiten los valores de la danza y las distintas piezas que nos han ido acompañando a lo largo de los años, como son El Cascanueces, El lago de los cisnes o Giselle.
Entre estas escuelas encontramos la Royal Academy of Dance (RAD), líder en educación y entrenamiento en el mundo del baile. Esta escuela cuenta con una comunidad de más de 400 mil bailarinas de todas las edades, repartidas en más de 80 países, y 23 de ellas se encuentran en la academia de baile “Pas A Dos”, una pequeña academia situada en Picanya, un pueblo de l’Horta Sud a las afueras de Valencia. Sus profesoras llevan 4 años preparando a sus alumnas para examinarse de los distintos grados que la RAD ofrece: desde el Grado 1 hasta el Advanced 2.
Eva Escolá, una de las profesoras de la academia que se encarga de preparar a las bailarinas para los exámenes, expresa que el hecho de que sus alumnas para estas pruebas “supone una salida profesional para unas niñas que están en pueblo pequeño como es Picanya y que les ofrece todas las oportunidades que ofrece una gran escuela como es la Royal Academy of Dance”. Según Escolá, ellas lo que pretenden es “enseñar el arte de la danza, el amor a la misma y que con mucho esfuerzo se pueden conseguir grandes metas”.
Junto con Eva, el grupo de profesoras que preparan a las alumnas para aprobar estas pruebas está formado por ella y Rosa Siurana, bailarina profesional y profesora desde hace más de 15 años en esta academia. Ambas conforman un equipo destinado a la enseñanza y la disciplina, pero sobre todo a que las alumnas se sientan cómodas con ellas mismas y con la danza clásica.
Alumnas de entre 6 y 25 años se preparan anualmente para conseguir los títulos que poco a poco les podrán convertir en bailarinas profesionales desde su propia casa, a 1848 km de distancia de la escuela británica, que cuenta con más de 100 años de experiencia enseñando alrededor de todo el mundo.
Esto supone un gran avance para la juventud, ya que según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) “por primera vez en la historia, vive más gente en ciudades que en áreas rurales”, esto a causa de las oportunidades de trabajo y estudio, y a pesar de que Picanya no se puede considerar un área rural porque cuenta con más de 10 mil habitantes y una superficie de 7,1 km cuadrados, muchas de sus alumnas no son necesariamente de este pueblo, sino que vienen de otros más pequeños para poder desarrollar su sentido artístico y su pasión: el baile.
Son las propias alumnas las que son conscientes de la importancia que tienen estos exámenes, y así lo muestran con ensayos diarios, calentamientos, estiramientos y mucha práctica. Cira, alumna de Grado 7, explica que le hace mucha ilusión y que está muy feliz de poder examinarse en Picanya. A su lado, y entre risas, su compañera Lorena afirma que después del examen se encuentra más emocionada que nerviosa y que intenta controlar sus nervios llevándolos siempre hacia la emoción.
Bailarinas más pequeñas como Jimena y Julia, de Grado 2, se muestran más tímidas porque se enfrentan a una gran prueba a pesar de su corta edad, pero mantienen la postura y su amor por el baile “y los pasos”, según Jimena. El examen para ellas ha sido “rápido y muy chulo” y están seguras de que les ha salido bien, ya que aunque al principio estaban nerviosas, lo que más les ha gustado es que “no se han equivocado en casi nada”.
El principal objetivo del ballet como actividad extracurricular es el de “cultivar la expresión artística, con una sólida base de acondicionamiento físico, para incorporar cualidades muy valiosas a la formación de niños y adolescentes”, además de “mejorar el desarrollo físico, mental, emocional y social de cada niño a través de importantes cualidades”, según SC Ballet, un programa de estudios de danza clásica. Daniela, una de las bailarinas de Grado 3 de la escuela picanyera, afirma que le gusta bailar ballet porque le permite distraerse cuando está nerviosa, además de que puede estar con sus amigas, reforzando la idea de que más allá de la mejora técnica, esta disciplina les permite a todas desarrollar unas capacidades de empatía, respeto y una mejora de su desarrollo como persona en general.
Unas jornadas llenas de tensión y nervios, pero que solo son un ejemplo más de como el baile puede traspasar fronteras y de como haciéndolo accesible para todos, puede ayudar a miles de niñas con una ilusión a formarse para lograr todo lo que se propongan, y mucho más.