PELAYO, DEL 1 AL 50 | Nº9

Wei Wei, ahora para llevar

Si tienes hambre y 5 euros en el bolsillo, es tu sitio sin duda. Eso sí, no busques calidad.

| 18/01/2019 | 4 min, 21 seg

En entregas anteriores... 

Nº8 - INFRAGANTEA, o como el azúcar hace 'pop' en Asia

Nº 11 - FELISANO, el templo de la masa frita 

Y a lo que vamos

VALÈNCIA. Aquí viene la tercera parada de la Calle Pelayo. Se está haciendo de rogar, pero no nos vamos a rendir. No señor. Y es que nos lo ponen difícil para seguir con la ruta establecida. La calle Pelayo se está poniendo las pilas, cualquiera diría que nos ha escuchado. No hay día que vayamos y no descubramos un local sumido en una reforma. ¿Será esta la nueva era del barrio chino de València? ¿Significará que cuando acabemos la ruta tendremos que volver a empezarla con sus nuevos locales?

En esta entrega llega Wei Wei, y lo hace en su versión más renovada. Ya os contamos aquí que no pudimos seguir el orden establecido porque lo estaban reformando. Recién abierto y estrenado, este restaurante de comida china se reconvierte en un local de comida rápida y para llevar, muy cercano al concepto de Felisano, pero todavía un poco lejos de llenarse hasta arriba (en este último sucede a todas horas). Al igual que en su predecesor, tiene un mostrador con bebidas y platos para llevar, seguido de una barra donde se prodiga alguna delicia más. Mesas y sillas de plástico, porque esto es un poco de pensat i fet.


Llegamos tarde, sobre las 15 horas, y esta casi vacío. Vemos que tiene un menú de 3 platos y bebida por menos de 5 euros. Entre la oferta, nada nuevo por el horizonte. Eso sí, la hostilidad desaparece en cuanto cruzas la puerta y te encuentras con el camarero. 

Cuántas guerras ganan las sonrisas.


Cómo lo vivimos

Almu: "Esto de ser la omnívora del equipo... no me está saliendo a cuenta. Nada más ver la oferta del mostrador, idéntica a la de otros restaurantes de la calle, me vine un poco abajo. Otra vez a probar las gyozas (que... ¡meeec!) y el baozi (muy similar al de Felisano). También tenían una suerte de rebozado de calabaza, con sabor dulce, que la propietaria definió "como si fuera un buñuelo". Y sí, un buñuelo chicloso, que seguramente prepararon allá por el Mesolítico. En los restaurantes visitados hasta la fecha, nada se cocina al momento, lo que hace que las masas se deterioren y las texturas comprometan la dentadura. El alma de la fiesta es el microondas, donde se va metiendo un plato tras otro, y comes a golpes.

Aunque metí el tenedor en el arroz y los tallarines, la comida no me pareció buena. Sirve para llenar el buche por muy poco dinero. ¿Qué salva todo esto? Un chico muy amable, y muy joven, que atendía en el mostrador. Con toda probabilidad, el hijo de los propietarios, que estaban sentados en una mesa del fondo. En perfecto castellano y con una sonrisa en la cara, nos fue explicando con todo lujo de detalles la oferta gastronómica y nos ayudó a escoger la extraña bebida de coco. Ay, el servicio... Tan importante y tan olvidado".


Raisa: "¿Qué pedimos? Yo lo tuve claro, no quería probar más masas fritas. Me lancé directa a por los tallarines y el arroz. Ambas opciones con huevo. Alerta veganos, no tenéis nada que hacer en este restaurante. ¿Y de beber? En el mostrador tenían un montón de latas desconocidas para mí, y yo quería la más rara. Una lata de colores con letras chinas de zumo de coco mega azucarado. Me sorprendió, estaba bueno.

Mientras yo preguntaba el camarero servía. ¡Y cómo servía! Los platos son más que generosos, que para mí es clave, al menos en sitios a los que vas a ponerte las botas sin remordimientos. Él servía y servía, y yo supe que, de allí, no me iba con hambre. Empecé por el arroz. Cocinado con guisantes, zanahoria, maíz y salsa de soja. No estaba mal. Le faltaba un poquito de sabor la verdad, pero oye, repito, no estaba mal.


Después de darle al arroz me enganché con los tallarines. Y menos mal, porque fue el plato que más disfruté. Estaba bastante bueno. Sí que es verdad que los fideos estaban un poco blandos, pero lo atribuyo a un mal día. No estaban excesivamente aceitosos ni pesados, es más, estaban buenos. Es posible que si me ponen un plato sacado de un restaurante chino derribe todas estas líneas a su favor, pero como no es el caso, te digo que volvería a comerme esos tallarines en caso de que pille mi nevera vacía".

LA CUENTA

Precio: 6 euros. En serio.

Nivel de Autóctonos: 0. No vimos.

Sabor: 7

Servicio: 9. O como un chaval joven y amable mejora la experiencia

Hostilidad: 0. Nada de nada

Horario: De 10 a 00 horas, sin tregua. nonstop.

Nota final: 6'5. La misma que Felisano

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