Zaplana marcó una época y creó un estilo propio de hacer política y de estar. Junto a la alcaldesa Rita Barberá QEPD, formaron el tándem que catapultó la Comunitat Valenciana al siglo XXI. Ahora la cara B en forma de causas judiciales.
El icónico presidente de la Generalitat Valenciana vuelve a la actualidad informativacomo gran protagonista del caso Erial junto a muchos de sus íntimos colaboradores, la mayoría nombres anónimos para cualquiera de los comunes, pero muy conocidos entre los veteranos del Partido Popular de la Comunidad Valenciana. Asesores, jefes de gabinete, asistentes personales, hasta 14 personas están dentro de ese proceso judicial y los delitos por los que se les acusan son: organización criminal, blanqueo de capitales, cohecho, falsedad en documento oficial y mercantil y prevaricación administrativa.
La relevancia que tuvo la figura de Eduardo Zaplana, hace que los medios de comunicación pongan su foco y atención en esta petición de la fiscalía anticorrupción, 19 años de cárcel para el hombre que durante casi una década tuvo todo el poder en nuestra tierra, como líder del Consell y sobre todo como persona que a través de su encanto personal y su carisma logró una presencia e influencia que lo llevaron a formar parte de los gobiernos de José Mª Aznar como ministro de trabajo y portavoz del gobierno. El atractivo y magnetismo de Zaplana era indiscutible y quienes trabajaban con él o lo trataban así lo atestiguan.
Hace cuatro años el ex presidente de la Generalitat fue detenido a las puertas de su actual domicilio en el centro de Valencia, en la zona financiera de la ciudad. La noticia generó el lógico revuelo, en esta caída del político que marcó una época, también los factores personales influyeron, una grave enfermedad hizo que no llegara a entrar en prisión y la imagen demacrada de Zaplana contrastaba con su impecable aspecto y su eterno bronceado, como si lo físico acompañara a su evolución personal y profesional. Gracias a Dios el buen diagnóstico de su estado de salud hizo que incluso recientemente lo hayamos visto en una comida junto a otro ex presidente de la Generalitat y otros acompañantes.
La recuperación física quizá le permitirá afrontar este proceso con mayor fortaleza, porque la noticia que estos días leemos en los medios recuerda que la fiscalía anticorrupción pide 19 años de cárcel y calcula en casi 21 millones de euros el dinero desviado, el juicio oral y todo el proceso supondrá un importante desgaste personal y de imagen para el político que en su día concitaba todo tipo de alabanzas y a quien todos buscaban. Zaplana creó una corte de aduladores y de políticos que imitaban hasta su estilo personal y estético, su brillante oratoria y su paso de la política autonómica a la nacional, no hicieron sino agrandar ese mito.
El cambio de color político en la Comunidad Valenciana supuso una renovación total y muchos de los proyectos que lideró siguen vigentes o han sido atacados de manera ideológica por los actuales gobernantes, uno de los más destacados sería el llamado Modelo Alzira, la colaboración entre Ribera Salud y la Generalitat Valenciana para privatizar la gestión de varios hospitales supuso un notable éxito para el buen funcionamiento del sistema sanitario valenciano. La prueba es el fracaso y caos de los últimos años con aumento de listas de espera e insatisfacción de pacientes y usuarios tras la ideológica e inexplicable reversión.
La culminación de la Ciudad de las Artes y las Ciencias o del parque temático Terra Mítica también han supuesto hitos en la configuración del ocio, el turismo y la presencia internacional de Valencia, pese a quien le pese. No me resisto a mostrar mi pena cuando líderes que han logrado mejorar un territorio y aunar voluntades y consensos en momentos clave, caen en tramas corruptas y conocemos que quizá no era oro todo lo que brillaba. Podemos tener la confianza del excelente trabajo que la Justicia realiza en España y la tranquilidad de que quien la hace la paga. Pero también debemos reconocer que estos lamentables supuestos hechos no anulan todo lo realizado en su etapa como gobernante. El tiempo pondrá las cosas en su sitio.