VALÈNCIA. Como si le hubiera metido buena cosa de Goma-2 al rebasar el toque de queda. Como si con siete días bastara (el tiempo entre el permiso y la autorización), al séptimo día se derrumbó. La destrucción de las naves de la vieja escuela de Agrónomos -esto es, la Escuela de Ingenieros Técnicos Agrícolas-, su conveniencia (o todo lo contrario), ha despertado un reguerillo de apreciaciones con regusto a ocasión perdida y justificaciones tibias.
En lugar de alumbrar nuevos usos, de aprovechar sus condiciones arquitectónicas privilegiadas, el conjunto sesentero de Moreno Barberá ha pasado de poder ser paradigma patrimonial al cual incluir en el discurso de la ciudad, a ser una cicatriz en el suelo. Cenizas ante el viento. Como si no fuera ésta una ciudad para el Movimiento moderno. Aunque, más bien, las causas hay que separarlas de cualquier aversión particular: tienen más que ver con un criterio demasiado cínico y con la escasa capacidad para valorar la arquitectura más allá del wow! en el feed de Instagram.
“La obra de Moreno Barbera es el trabajo arquitectónico, de síntesis, adecuación y transformación de dos de los polos básicos de la Arquitectura Moderna: Le Corbusier y Mies Van der Rohe (...) la obra en Valencia de Moreno Barbera, es donde alcanza los grados de experimentación , composición y sutileza de detalles más elevados”, escribía Carlos Meri Cucart.
Las justificaciones al derribo de lo-de-agrónomos pasean el interés público y la pertinencia ante una causa mayor que la de cuatro frikis que miran edificios rancios. Como si el patrimonio solo fueran unas piezas de puzzle que ir intercambiando sin solución de continuidad.
Este derribo de una pieza del Moderno dice más por lo que esconde que por lo que deja ver. Encaja en la dificultad administrativa para objetivar criterios básicos, en la nula imaginación para ensanchar la vida de los edificios y, ya que estamos, en el desdén de la ciudad con lo que es suyo.
Llamados a consultas de manera urgente, los arquitectos Boris Strzelczyk (experto en analizar y comunicar los procesos socio-culturales y urbanísticos y fundador de Guiding Architects Valencia) y Pasqual Herrero (miembro de El Fabricante de Espheras y profesor de Historia de Arquitectura en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de València) delimitan los límites de la cuestión.
-El caso de Agrónomos ha sido el último ejemplo, ¿pero por qué creéis que la arquitectura del Movimiento Moderno tiene tan poca valoración?
-Boris Strzelczyk: La arquitectura del Movimiento Moderno se asocia al desarrollismo, durante el cual se han cometido muchas barbaridades. Pero no nos engañemos, en esta ciudad sólo se valora la arquitectura civil representativa anterior a 1900. Pensemos en las alquerías, las barracas, la arquitectura industrial, el Cabanyal y un largo etcétera. La mayoría ha desaparecido bajo la piqueta para dejar paso a la cultura de la especulación, siempre bajo la bandera del progreso. Ni siquiera hay respeto por la obra de Calatrava que tanto se venera. No hay más que ver las farolas que se han colocado en sus puentes y las esculturas de dudosa calidad que se emplazan en la CAC. El problema es que no hay cultura arquitectónica. Las instituciones públicas y los medios no muestran interés ni fomentan un debate público al respeto.
La arquitectura y el urbanismo de todas las épocas es parte de la identidad de una sociedad. València desgraciadamente va perdiendo identidad. Corremos el peligro de construir un discurso basado en la arquitectura histórica, la Lonja, las Torres, el Mercat o el historicismo de principios del siglo XX.
-Pasqual Herrero: La arquitectura del movimiento moderno es una muestra cultural que parte de la sociedad todavía no reconoce como patrimonio a proteger, quizá por su proximidad en el tiempo o por la falta de reconocimiento como testimonio y expresión de la cultura de una época. Representan un momento histórico que se inició en Europa a principios del siglo XX y que expresó la modernidad en unos edificios con novedosos valores técnicos y estéticos.
Algunos de estos valores a reconocer y valorar son la implantación urbana aprovechando las orientaciones (soleamiento, ventilación natural), la composición de los edificios según los distintos programas, la integración de espacios verdes, la utilización de nuevos materiales (el hormigón, el acero y el vidrio), los avances técnicos de la prefabricación y el diseño industrial de los detalles…
Su falta de protección provoca que su conservación sea precaria y en ocasiones contraproducente con los valores de la arquitectura, lo que deriva en una lenta degradación y falta de apreciación social.
-¿Qué criterios deberían establecerse para garantizar la protección y evitar lo que ha sucedido con el conjunto de Moreno Barberá?
-Boris Strzelczyk: En los tiempos que corren la protección del patrimonio está supeditado a los intereses políticos y económicos. Las administraciones son las responsables de la protección y conservación de los elementos culturales, pero en demasiadas ocasiones miran a otro lado, convirtiéndose en cómplices de los atentados cometidos.
-Pasqual Herrero: Para que un patrimonio sea valorado hace falta que la ciudadanía reconozca sus valores. Desde las administraciones y entidades públicas competentes en materia de cultura y arquitectura está faltando un trabajo de protección, y de divulgación de los valores de la arquitectura del movimiento moderno hacia la sociedad.
El primer paso sería el reconocimiento del Patrimonio Moderno en la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano, que se encuentra en fase de modificación. La administración competente en materia de Cultura y Patrimonio debe tomar la decisión de incluir los valores de la arquitectura moderna y proteger sus principales manifestaciones, las obras más representativas.
A nivel internacional este patrimonio cuenta ya con la protección y el reconocimiento de todos los organismos internacionales como la UNESCO, ICOMOS o DOCOMOMO Internacional, según recogen las Cartas del Patrimonio en el Documento de Madrid del Patrimonio Arquitectónico del siglo XX desde 2011, a nivel nacional también se ha reconocido y protegido ya el patrimonio moderno en el Plan Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del siglo XX de 2013 y son muchas Universidades y organismos como DOCOMOMO Ibérico, las que reclaman desde hace años la inclusión en las Leyes de Patrimonio para su documentación, protección y conservación.
A partir del reconocimiento en la Ley de patrimonio, cada Ayuntamiento deberá documentar e incluir en sus catálogos de protección estos edificios, y redactar planes de conservación o de reutilización para nuevos usos, siempre que se preserven sus valores.
-¿Por qué las naves de la antigua escuela de agrónomos son la última ocasión perdida?
-Boris Strzelczyk: A parte de perder una tipología arquitectónica poco común, se ha vuelto a mutilar un conjunto arquitectónico que tenía unos planteamientos muy modernos para la época en que fue concebido. Ya sólo nos quedan algunos trozos sueltos de lo que fué un jarrón precioso. Una pérdida de valor que produce mucha tristeza.
-Pasqual Herrero: Supone una oportunidad perdida por distintos motivos:
Por formar parte de un conjunto singular y representativo de los valores de la modernidad de su tiempo en España. Este conjunto educativo de Escuelas Universitarias, es una de las mejores obras del arquitecto Moreno Barberà, posiblemente el arquitecto más importante del movimiento moderno en València.
Al ser un edificio de titularidad pública que se encontraba sin uso, podría haber sido una gran oportunidad para proyectar su reutilización con un nuevo uso compatible, desde el respecto a los valores patrimoniales del edificio.
Y, además, por un tema simbólico, porque hace pocos años una iniciativa de estudiantes, Calavaga, había detectado el nivel de abandono y las posibilidades que ofrecía ese edificio en el centro de la vida universitaria, encontraron en el edificio una oportunidad para su reutilización. Aquella iniciativa que reabrió el edificio para actividades culturales y sociales autogestionadas por los propios estudiantes, fue rápidamente desalojada y creo que la energía de esa iniciativa para reactivarlo fue una gran oportunidad perdida.
-Imaginemos lo imposible. ¿Qué habríais imaginado allí?
-Boris Strzelczyk: Unas naves rehabilitadas con usos a definir por la sociedad civil. Todo ello parte de un conjunto arquitectónico universitario único. Orgullo para los usuarios, estudiantes, Universitat de València y valencianos. Lugar de peregrinación para los amantes de la cultura y arquitectura. En vez de ello la Universidad de Valencia (con el consentimiento de la Consellería de Cultura y Ayuntamiento de Valèncoa) ha demostrado una vez más su desprecio por el patrimonio construido valenciano. No sólo lo viene haciendo con la obra de Moreno Barberá, también se manifiesta con el abandono premeditado e intencionado de la residencia de estudiantes de Goerlich.
-Pasqual Herrero: Un espacio de actividades culturales y sociales, con un modelo de gestión y programación compartido entre la Universidad y la ciudadanía. La ciudadanía reclama cada vez más, espacios donde poder compartir tiempo de descanso, ocio y una actividad socio-cultural más autogestionada. La situación del edificio en un entorno con una alta densidad jóvenes y estudiantes como Blasco Ibañez, lo hace muy atractivo a estos usos.
Por las características del edificio -con grandes talleres diáfanos, aularios y espacios de encuentro y socialización como la cafetería, los patios o jardines interiores-, el edificio sería el soporte perfecto para espacios colectivos con mesas de trabajo y estudio con wifi, cafeterías culturales para pequeños conciertos, espacios para workshops o cursos, espacios para proyecciones de películas y series, o jardines donde tomar el sol…
La restauración del edificio con la conservación de los valores propios del Movimiento Moderno, sería una premisa para aportarle una identidad renovada al edificio. Los usos pueden cambiar. Hay edificios muy interesantes restaurados con nuevos usos públicos y autogestionados, en muchos países europeos, como la Fábrica Van Nelle en Rotterdam (como ejemplo del movimiento moderno), la Hamilton House en Bristol, Les Frigos en Paris, o el Bloc Onze en Barcelona, que son paradigmas de la reutilización de edificios abandonados.
-¿Qué otros edificios del Movimiento Moderno debemos tener en el radar?
-Boris Strzelczyk: La Universidad Laboral de Cheste, otra joya arquitectónica única y legado de Moreno Barberá. La fundación americana Getty se ha interesado por el complejo, mientras aquí se mantiene en el olvido y el semiabandono a la espera de su desaparición.
-Pasqual Herrero: Hay un verdadero riesgo de desaparición de gran parte del patrimonio moderno e industrial del siglo XX, y lo seguimos viendo en multitud de expedientes de derribo, que las administraciones no pueden impedir al no estar debidamente protegido.
Me marcó el derribo del Ayuntamiento de Onda en 2005, proyecto de los arquitectos Alberto Peñín y Guillermo Stuyk, del año 1968. Un edificio con claras referencias a las arquitecturas de Alvar Aalto, que representaba el espíritu de la época de la democracia. Desde ese momento se abrió un compromiso con evitar los derribos de estos edificios del patrimonio moderno y del patrimonio industrial, que al no estar recogidos en la Ley de Patrimonio son los más vulnerables de nuestro patrimonio.
Tenemos, como sociedad, la responsabilidad de exigir que la futura modificación de Ley de Patrimonio proteja los edificios de la Arquitectura del Movimiento Moderno que son una expresión de los valores de su época.
Que el derribo de los Talleres de la Escuela de Ingenieros Agrónomos, sirva para concienciar de la necesidad de proteger los valores y manifestaciones de la Arquitectura del siglo XX en la futura modificación de la Ley de Patrimonio.