Ya se ha convertido en un clásico de esta columna hacer referencia, siempre por esas fechas, al año nuevo chino así como al signo del horóscopo chino que corresponde al año en cuestión. Pues bien, el próximo domingo 22 de enero de 2023, fecha que coincide con la muy valenciana festividad de San Vicente Mártir, arranca el nuevo año chino. También se le suele denominar en China la Fiesta de la Primavera o igualmente el año nuevo lunar y es sin duda la festividad más importante del año no solamente en el gigante asiático sino también en numerosos países de Asia como en Japón, Corea y diversos países del Sudeste asiático.
Como ya ha referido en años anteriores, esta festividad tiene como fundamento el calendario lunisolar que era el utilizado en China en el pasado. De acuerdo con dicho calendario, la celebración del año nuevo debía tener lugar en el primer día del primer mes lunar, denominado ‘正月’ (zhēng yuè), concluyendo el día quince del año con la celebración del Festival de los farolillos, ‘元宵节 (yuánxiāojié) o también referido Festival de las Linternas. Es tradición que en este periodo del año, la enorme mayoría de la población china urbana se traslade a sus lugares de origen para celebrar la llegada del nuevo año en familia y poder así honrar y recordar a sus antepasados. Este año la festividad va a estar marcada por un auge enorme del covid-19 tras el levantamiento de las restricciones y de la política del covid-0 que ha estado en vigor desde el principio de la pandemia por imposición del gobierno chino. Esta política ha podido salvar numerosas vidas pero también es cierto que, en su fase más reciente y cuando todo el mundo convive con el covid-19, el impacto negativo en la economía y la frustración social generada han provocado el cambio en las autoridades chinas.
El Año Nuevo Chino es el que determina la transición de los signos del zodiaco del horóscopo chino que consta de 12 animales: rata, buey o búfalo, tigre, conejo, dragón, serpiente, caballo, cabra, mono, gallo, perro y cerdo. Así como el año 2022 fue el año del Tigre, este año 2023 corresponde al Conejo. Así todas las personas que nacen en el mismo año tienen el mismo signo del horóscopo chino y comparten características comunes. Además hay que tener en cuenta los 5 elementos de la tradición china: fuego, tierra, agua, metal y madera) que también marcan el año en cuestión. Parece ser que al 2023 el elemento que se le ha asignado es el del agua. Este año 2023 será año del conejo de agua.
¿Cómo son las personas nacidas bajo este signo? Son sin duda las más afortunadas del horóscopo chino. Simbolizan la elegancia, la gracia, la bondad profunda, la seguridad en sí mismos y la inclinación por la belleza moral y estética. Parece que se caracterizan por su carácter tierno, sensible, sereno, tranquilo, comprensivo, ansían protección. Son ambiciosos pero prudentes y rara vez se dejan llevar por las emociones o pierden el control de sí mismos. Les gusta la vida en familia. Son refinados y hedonistas. Pueden ser vanidosos e incluso narcisistas. Y, como todo conejo, desconfiados. Entre las celebridades que comparten el signo están Brad Pitt, Angelina Jolie, Johnny Deep, Lionel Messi, Tina Turner o David Bekham.
El conejo representa la prosperidad material, la paz. Es incompatible con la agresividad desbocada, el caos, la violencia. Este año 2023 se prevé como un año de esperanza o bien como un año de respiro, de tregua, necesaria para fortalecernos antes del verdadero cambio radical. En este sentido varios expertos en astrología china han coincido que este año del conejo de agua es un año de transición entre los zarpazos del año del tigre anterior y la verdadera transformación en la historia de la humanidad que tendrá lugar el año próximo, el 2024, con el año del Dragón de madera. En este sentido las heridas causadas por el tigre se han materializado en la terrible guerra en Ucrania provocada por Rusia y que constituye el conflicto bélico más relevante en Europa desde el final de la segunda guerra mundial. Este conflicto de agresión de una gravedad sin precedentes en los últimos 50 años está acelerando cambios geoestratégicos, políticos y económicos que hacen que estamos dejando atrás el mundo de ayer, como diría Stefan Zweig, y sustituyéndolo por un nuevo mundo cuya configuración todavía no apreciamos o visualizamos. Esto hace que nos encontremos con unas sensaciones de incertidumbre, desasosiego y desorientación muy acentuadas.
En lo individual, procede que este año se utilice para el fortalecimiento personal con el propósito de poder estar en una condición mejor u óptima para los retos que se avecinan. Solo de esta forma tendremos posibilidades de superarlos con éxito. Así, teniendo en cuenta que el conejo para los chinos es el signo de más suerte (es curioso, quizás Bugs Bunny y su condición de conejo de la suerte es de inspiración china), hay que esforzarse en un trabajo interior serio y orientado a la búsqueda de la identidad propia y de la autenticidad. Esta permitirá una reconexión con el mundo, con la naturaleza, con los demás y con uno mismo. Este año del conejo es propicio para esa introspección necesaria del espíritu y del alma.
¿Qué depara al mundo este año del conejo? Parece que seguiremos en general en lo que The Economist ha llamado la “permacrisis” que se define como un periodo prolongado de inseguridad y de falta de estabilidad. En efecto, como he apuntado antes, el mundo está en transición. El viejo orden liberal y occidental del que España forma parte está resistiendo los embates frente a una alternativa no occidental y de sesgo claramente más autoritario liderados por la República Popular China. Ignoramos cual va a ser el desenlace de este drama. Y también sabemos que si queremos defender las bondades de nuestro sistema (¡que las tiene y muchas!) tendremos que adoptar un posicionamiento más asertivo y dinámico. Los efectos de la invasión de Ucrania serán duraderos en la inflación y su manifestación más dolorosa en el incremento astronómico de los costes de los alimentos y la energía. Premisas que imperaban desde hace décadas como la imposibilidad de recurrir a las armas nucleares, la baja inflación o la inviolabilidad de las fronteras ya no se dan. Lo que es evidente es que el nuevo reto geoestratégico ha propiciado que Occidente se haya vuelto a unir (Estados Unidos y Europa) pero a su vez ha incrementado la brecha entre Occidente y el resto del mundo. De esta forma, resulta preocupante que la mayoría de la población mundial realmente no apoya las sanciones occidentales sobre Rusia. Esto ilustra que el rechazo manifestado por el Presidente Xi de considerar los valores occidentales como valores universales está empezando a calar en una parte muy importante del mundo.
Por todo lo anterior nos sobran las razones para anticipar que el año 2023 puede ser potencialmente peligroso en el peor de los casos y duro en todo caso. Sin embargo me gusta, cuando puedo, acabar con algunos apuntes que pueden invitar a cierta esperanza. En este sentido, en el año 2023, la India superará a China como el país más poblado del mundo lo que conllevará que una democracia (con su propia idiosincrasia pero de inspiración anglosajona) puede constituir cada vez más una alternativa razonable a China en el ámbito de las cadenas de suministro. De esta forma se trataría de reducir la dependencia con China. Por otro lado, parece que progresivamente se conseguirá embridar a la inflación por parte de los banqueros centrales si bien ésta no desaparecerá porque está aquí para quedarse. Por otro lado, el shock en los precios de la energía provocado por la guerra de Ucrania, va a dinamizar y acelerar el cambios a las energías renovables. Lo que es también una buena noticia ya que el resultado puede ser un sistema global de energía más diverso, verde y seguro. En definitiva, cabe concluir con una expresión castiza y esperanzada que siempre me ha fascinado ¡qué Dios reparta suerte!