Mucho mérito el de Tonyina. Trece años lleva sosteniendo la antorcha de ese perfil de bares contemporáneos que se inspiran en «los de siempre». Allá donde otros han sucumbido al apostar más por el envoltorio que por el contenido, el proyecto de Román Navarro mantiene su reputación: un bar donde todo está rico y nada se pasa de precio. Si tuviésemos que resumir su filosofía en dos palabras diríamos «solidez y constancia». Creen en ellos mismos, y eso se nota.
Aunque el atún sigue siendo el elemento más recurrente de la carta —lo tenemos en tartar, en ceviche, con burrata, con ensaladilla rusa, etcétera—, con el transcurso de los años este producto ha ido cediendo terreno a los bocadillos. Triunfan sus pepitos de autor —tienen uno marino de salmón, lima, crema de queso y huevas, y otro carnívoro de brascada, con carrillada de vacuno y salsa holandesa—. Sin olvidarnos de El paquito, ese homenaje fantástico a los esmorzarets clásicos valencianos, que aquí se elabora con cordero de Viver.
La carta está llena de clásicos de la casa que hay que probar alguna vez en la vida, porque no los encontrarás en otros sitios —por ejemplo, el bikini de oreja adobada con mojo verde canario y parmesano—. No obstante, te recomendamos que le eches un ojo al menú del día y a las sugerencias fuera de carta.
Plato destacado: El paquito con paletilla de cordero de Viver y yogur thai, y berenjena, holandesa y chicharrones ahumados.