VALÈNCIA. Alfarb (según la denominación aprobada por el Consell en mayo de 2023, en víspera electoral) vivirá una experiencia participativa excepcional. El censo de esta población ubicada en la comarca de la Ribera Alta y que cuenta con poco más de 1.600 residentes votará la próxima semana en referéndum si quiere que el topónimo de su municipio termine en ‘b’ o en ‘p’. Mientras, Moncada volverá a debatir en pleno esta semana la variación a Montcada.
El nombre del municipio ribereño llegó hasta el propio Gobierno estatal, ya que fue su Consejo de Ministros quien tuvo que autorizar la realización de este referéndum. El alcalde, el socialista Raúl Mínguez, lo solicitó con el apoyo del PP, en la oposición.
Con esa decisión el PSPV se situó en contra a su socio de gobierno, Compromís, que en el pasado mandato, cuando disponía de mayoría absoluta de cinco concejales sobre nueve, sacó adelante el punto en pleno en marzo de 2023. Esto supuso el paso inicial para que en mayo de ese año el Consell certificara el cambio a la versión valenciana de Alfarb, ya que hasta entonces su denominación oficial era la castellana Alfarp.
El referéndum no ha contentado ni a Compromís ni a PP, ambas formaciones con cuatro concejales. Los compromisarios han criticado la consulta, de la que señalan que confunde a los vecinos, y defienden que su iniciativa de cambiar el nombre superó todos los trámites necesarios y contaba con el informe de la Acadèmia Valenciana de la Lengua.
Por su parte, el PP ha denunciado lo que califica de “farsa democrática”, ya que el plebiscito se desarrollará en horario laboral de 12 a 15 horas de lunes a viernes, entre el 27 y el 31 de mayo, lo cual, tal como recalca la formación popular, reducirá la participación.
En cambio, el PSPV, que únicamente cuenta con un concejal a pesar de que ostenta la alcaldía, defiende el referéndum como un compromiso electoral que incluyó en su programa. De hecho, su alcalde, Raúl Mínguez, sabe que realizarlo supone un alto riesgo de quebrar un complejo pacto de gobierno con Campromís que se selló con bastantes dificultades y a última hora.
No obstante, en declaraciones a este periódico el primer edil socialista confía en que se mantenga el acuerdo de mandato, mientras matiza que, además de no ser vinculante, el resultado del sufragio no tendrá unas consecuencias directas. "Después de la votación veremos cuáles son los siguientes pasos", indica.
El origen etimológico del nombre, tal como explica el historiador Abel Soler, experto en topónimos, procede del término árabe al-kharb, que hacía referencia a unas ruinas romanas, en las que sobresalían un templete en honor a Hércules y un arco romano, además de lápidas.
Las discrepancias entre socios de gobierno de Alfarb no se trasladan a Moncada. Su pleno, en el que la suma de PSPV (7 concejales) y Compromís (4) alcanza la mayoría absoluta de 11 sobre 21, aprobará de nuevo en pleno esta semana el añadido de una ´t´ entre la ´n´ y la ´c’ para que la denominación de Montcada sea la única oficial.
Ese acuerdo no bastará para que fructifique la medida en esta su segunda tentativa, sino que necesita de la aprobación final del Consell. Los tres partidos de la oposición local (PP, Vox y Ciudadanos) llevan meses mostrando su oposición a esa medida con una recogida de más de 2.000 firmas sobre la base de que el término Moncada también es valenciano y que escrito con `t´ no forma parte de la historia local.
La perspectiva de Compromís -que utiliza en sus escritos la versión aún no oficializada con ´t´- resulta diferente. La concejala de Normalización Lingüística, Anna Gascó, señala que "con esta medida conseguimos hacer realidad una reivindicación histórica, la de oficializar el nombre en valenciano de nuestra ciudad, para corregir así una anomalía que se ha alargado durante muchos años”.
Abel Soler, anteriormente citado y autor del libro ´Els noms dels pobles valencians’, apostilla, desde el punto de vista de origen toponímico, que “Moncada tenía un nombre amazic -bereber-, pero Jaime I, cuando estaba en la Plana, decidió reservarla en antelación (no la había conquistado todavía) para darla al senescal de Cataluña, Pedro de Moncada, uno de los nobles más importantes. A partir de entonces, se habla de la torre y alquería de en Moncada. A este concepto se denomina ‘toponimia transportada’.
El PSPV de Moncada, pese a tener la alcaldía en el primer tramo de mandato -como en Alfarb-, no ha puesto reparos hasta la fecha y no ha planteado un referéndum. El portavoz de Ciudadanos, Jesús Gimeno, llega a hablar de genuflexión a cambio de "otras medidas como cuadruplicar el presupuesto de fiestas pese a que Compromís decía en campaña que quería reducir la partida".
Tampoco se opuso en la propia capital, València, cuando en 2017 impulsó el por entonces alcalde Joan Ribó la denominación única con acento abierto en valenciano. La medida fue aprobada con los nueve votos de Compromís, los cinco del PSPV y los tres de València en Comú. Tampoco hubo propuesta de referéndum.
En la propia comarca de la Ribera Alta destaca, como cambio de topónimo -o reducción en su caso- la situación de Castelló, que pasó de denominarse Villanueva de Castellón a Castelló de la Ribera y, finalmente, Castelló a secas, sobre todo con el impulso de Óscar Noguera al frente de una coalición en la que Compromís sobresalía. Fue durante los dos anteriores mandatos. En el actual la vara de mando la mantiene el PSPV, igualmente con un pacto de alternancia a última hora no exento de dificultad.
En Alfarb la situación resulta diferente a Moncada, con un gobierno agrietado, un debate social que en un pueblo con poco más de 1.600 habitantes adquiere unas connotaciones proporcionalmente mayores que en una gran ciudad y un referéndum no vinculante que se desarrollará la próxima semana.