VALÈNCIA. SOS del comercio en València. A la frágil situación de muchos negocios ante la falta de ayudas económicas para paliar las consecuencias de la pandemia se suma ahora la caída de la demanda. La ausencia de turismo y el poco tránsito de estos meses en el cap i casal han llevado a muchos locales a la asfixia. Pasear estos dos últimos meses de julio y agosto por la ciudad evidenciaba la dramática situación que el comercio afronta: persianas bajadas y cada vez más carteles de 'disponible' en los bajos de las principales calles de la ciudad. Ha sido la fotografía de una ciudad adormecida, casi fantasma. Y este escenario ha agravado aún más la situación de muchos comerciantes. Verano duro para el comercio valenciano, cuyas previsiones de cara a estos meses que restan de año no son nada halagüeñas.
Tras el estado de alarma, muchos negocios se vieron abocados al cierre y el sector quedó 'muy tocado', pero la llegado del verano y el tránsito hacia 'la nueva normalidad' daban un halo de esperanza. Pero a medida que pasaban los días, ese atisbo de luz se desvanecía. El consumo se ralentizaba y la ciudad quedaba cada vez más vacía. Un duro golpe para un sector que en la Comunitat Valenciana cuenta con 61.000 pequeñas empresas y en el que trabajan más de 210.000 trabajadores. “La supervivencia del pequeño comercio está en juego, literalmente", reivindicaba hace unos meses Rafa Torres, presidente de la patronal Confecomerç, quien urgía a la administración a poner en marcha un plan de choque para salvar al tejido empresarial.
"Ha sido un agosto negro para el sector, marcado por una campaña de rebajas y de falta de turismo que ha provocado importantes caídas de facturación, convirtiéndose el pequeño comercio en uno de los más afectados por la crisis de la covid", señala Torres. Cierto es que muchos valencianos se han desplazado a segundas residencias para disfrutar de sus vacaciones, pero el poco movimiento en las calles de la ciudad, la presencia de un turismo testimonial y la implantación del teletrabajo en muchas compañías hacen presagiar un nuevo tiempo en el centro de la ciudad.
La menor afluencia y dinamismo en València ha provocado una pérdida en el número de clientes en los negocios y, en consecuencia, esta situación repercute de forma negativa en la actividad de los comercios, que ya desde hace años compiten con los gigantes de la venta online. Los datos hablan por sí mismos. De 2011 a 2018, el número de pequeños comercios en la Comunitat descendió un 9% y pasó de 67.000 a 61.000 locales.
"Si antes del verano hablábamos de cierres que podrían llegar a alcanzar el 20%, la situación ahora mismo se ha agravado tras un verano nefasto. Ahora, el 25% o incluso el 30% de los negocios está en riesgo. La clave ahora mismo es la reactivación del consumo para el último trimestre", advierte el presidente de la patronal del comercio valenciano.
El sector más afectado por esta crisis está siendo el textil, aunque a lo largo de este verano se han registrado algunos repuntes de ventas en establecimientos vinculados fundamentalmente con el equipamiento del hogar, a raíz de las necesidades surgidas tras el confinamiento y los gastos en segundas viviendas.
Con este panorama, un nuevo escenario se vislumbra en el retail de la plaza valenciana, donde se prevén muchos cambios: entradas y salidas de marcas, unificaciones, y reubicaciones. La mayoría de inquilinos ha tenido que renegociar sus contratos con los propietarios para ajustar las rentas a la actual situación. Muchos comercios cerrarán de forma definitiva, principalmente en vías más secundarias y, otros, en cambio, encontrarán una oportunidad de aterrizar en el cap i casal ante la mayor disponibilidad de espacios.
No es casual que en algunas calles del centro de la ciudad los locales estén repletos de carteles para encontrar nuevos inquilinos. "Está siendo un momento convulso en el mercado del retail y es fácil prever que en las próximas semanas seguirán los movimientos. Los cierres van a continuar, sobre todo de aquellos que cuenten con menor músculo financiero", señala Alain Tabernero, presidente del Grupo Alain.
El baile de movimientos ya ha comenzado. Algunas firmas han dejado sus actuales ubicaciones para recolocarse en claves más prime de la ciudad, aprovechando el ajuste de las rentas, que en algunos casos alcanza un 20% del precio precovid. "Estamos viendo compañías que quieren seguir en València, pero no llegan a un acuerdo con la propiedad del local que ocupan y se van a otras ubicaciones más secundarias, donde los precios no son tan altos. Otras, en cambio, aprovechan la bajada de las rentas para acceder a puntos que antes eran más complicados, como Jorge Juan o Colón", explica. Unas rotaciones que no solo afectan a pequeñas firmas, sino también a otras más consolidadas. "Antes se aguantaba por imagen y marca, pero en este momento los negocios tienen que ser rentables. Y si no salen los números, no se mantienen", subraya.
De hecho, algunos propietarios de comercios en el centro de la ciudad han optado por bajar la persiana y dar el salto a la hostelería, un sector que está aguantando mejor la embestida de la crisis. "Estamos cerrando operaciones de clientes que están traspasando sus negocios para abrir en otros puntos bares y cafeterías, porque ven que hay más actividad en este mercado", señala Lia Shalagai, responsable de la Delegación de València de Grupo Ferran. "En el retail está habiendo menos aperturas y más cierres. Está todo muy estancado, especialmente por el centro. Por eso muchos comerciantes prefieren irse a barrios menos céntricos, pero muy consolidados, y centrarse en la restauración, donde la facturación ha caído menos", explica.
Con todo, la prioridad del sector del comercio es la prolongación de los ERTE y contar con liquidez para no sufrir una mayor asfixia económica. "Pedimos que se multipliquen los esfuerzos por parte de la Administración, en esta nueva etapa de reactivación económica. Es necesario contar con la interlocución de las principales organizaciones empresariales para poder dotar a los sectores de soluciones reales que sirvan de balón de oxígeno para un comercio que se encuentra en una situación crítica por los efectos devastadores de la pandemia", subrayan desde Confecomerç.
En este sentido, el comercio reclama un plan de choque de ámbito estatal, que se complemente con otro plan autonómico y medidas municipales, con el fin de reflotar a los negocios, con especial incidencia en incentivar el consumo en el comercio de proximidad. De lo contrario, advierten, "habrá cierres en cascada y estará en peligro y en el aire la supervivencia de todo un formato, cuya actividad es esencial y eje fundamental de la economía en ciudades y municipios de nuestra Comunitat", alertan.
Entre sus peticiones, reclaman aplazamientos y exoneraciones de impuestos, bonificaciones fiscales, agilidad en la tramitación y recepción de ayudas, y subvenciones dirigidas al pequeño comercio, así como flexibilización y continuidad de los ERTE y medidas de erradicación de la competencia desleal y venta ilegal, entre otras. "Estamos ante un final de año cuyos meses son decisivos, por lo que es fundamental la toma de decisiones urgentes que puedan ayudar a sacar adelante unos comercios al límite, de los que dependen miles de puestos de trabajo. Ahora mismo debe ser una prioridad el mantenimiento del empleo", concluye Torres.