Hoy es 11 de octubre
El efecto dotación provoca inmovilismo a la hora de vender y miedo a los costes hundidos para desechar una inversión realizada
VALÈNCIA. El efecto dotación es la sensación que tenemos los seres humanos de valorar más algo que es de nuestra propiedad. Este efecto, tan sencillo como (in)coherente se produce en nuestro día a día. Si alguno cree que no le pasa, solo tiene que preguntarse por cuanto vendería su casa. Con esa cifra en la cabeza, ahora toca pensar por cuanto la compraría. Difícilmente coincidirá esa cifra. Diversos estudios de psicólogos y economistas conductuales han demostrado esta teoría.
Un buen ejemplo es el experimento de Thaler y Khaneman y Knetsch en el que entregan unas tazas a un grupo de estudiantes de una clase y nada al otro grupo. Posteriormente les piden a ambos grupos que negocien por las tazas. Los compradores estaban dispuestos a pagar aproximadamente la mitad de lo que pedían los vendedores por ellas. En función de si estabas en un grupo u otro asignabas un valor diferente al objeto.
Este ejemplo muestra que no siempre los sentimientos (como puede ocurrir al vender la casa o el coche) entran en juego en este efecto, pues lo curioso del caso anterior es que los estudiantes únicamente habían tenido en posesión esas tazas pocos minutos antes del momento de negociar.
Además, este efecto está relacionado con los costes hundidos. ¿Cuántas veces hemos seguido invirtiendo en alguna mala decisión solo porque ya habíamos gastado cierto dinero? Al empezar a invertir en algún activo, el efecto dotación surge efecto y comenzamos a valorarlo por encima del valor intrínseco. Esto provoca que nos cuesta desechar las malas ideas de inversión en las que ya hemos ocupado tiempo y dinero.
El ejemplo típico es el de una persona que gasta 200 dólares en un ticket para un concierto y antes de salir de casa ve que hay una tormenta peligrosa que dificultará su acceso al estadio y pondrá en peligro su vida. Sin que valga la pena, asumen el riesgo únicamente porque ya han acometido un gasto.
En las acciones, real estate u otros activos debemos pensar en su valor 'racional' en cada momento para tomar decisiones. El efecto dotación provoca inmovilismo a la hora de vender y el miedo a los costes hundidos a la hora de desechar una inversión a la que hemos dedicado recursos. Sobrevalorar lo que tenemos solo puede provocar paralización y malas decisiones.
Una buena forma de evitar este sesgo es ponerse en los zapatos del comprador. ¿Por cuánto estaría dispuesto a comprar esa acción, casa...? Si no hubiera puesto dinero, ¿metería ahora?
Agustín Galbis es analista financiero