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VALÈNCIA. "Cerrado, cerrado, también cerrado..." La enumeración de locales la hacía el pasado sábado un asistente a la feria del corredor de la 10K Valencia Ibercaja, que fue ubicada en el centro comercial Gran Turia. La recogida de los dorsales tuvo lugar en la planta sótano, y la asistencia de ciudadanos no habituales en el recinto causó a muchos sorpresa, al encontrarse con multitud de persianas bajadas. "¿Toda esta zona no la ocupaba antes Carrefour?", se preguntaban sorprendidos.
En efecto, la ausencia más notoria en el sótano de Gran Turia es la del gigante francés de la distribución, que el pasado verano, en lo que anunció como una "modernización" del hipermercado, procedió a reducir a la mitad su superficie comercial -de 18.000 a 9.600 metros cuadrados-, concentrando el área de venta en la 'planta calle'.
Cuatro meses después sigue vacía el área que dejó en la planta inferior. El montaje para la entrega de los dorsales de la 10K se ubicó en lo que otrora fue la línea de cajas del sótano, donde una pared de madera oculta lo que fue la tienda. La entrada y salida al espacio por parte del personal de la organización de la carrera dejaba ver la explanada diáfana.
Pero el vacío de Gran Turia no se circunscribe al hueco que ha dejado Carrefour. La reducción de la enseña ha provocado la fuga de multitud de tiendas de su alrededor. En el mejor de los casos se marchan a la planta superior, pero en muchos otros supone la pérdida de firmas por parte del centro comercial.
Una significativa es la de Euronics, la hasta ahora tienda de electrónica de Gran Turia. La marcha de la cadena, que invita en un cartel a los consumidores a visitar sus centros de Paterna y Sedaví, ha dejado al complejo sin la habitual referencia del segmento con la que cuentan los centros comerciales.
A su lado, rodeada de ausencias, permanece Sprinter en un entorno desangelado junto a la rampa mecánica que le da acceso. Otras marcas como Mayoral, Décimas, The Phone House o la pizzeria Ginos también se han marchado del sótano. McDonalds permanece en la plaza central del sótano frente al local vacío de lo que fue una zapatería.
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Por desgracia para el centro comercial de Xirivella la plaga de cierres también se ha extendido a la 'planta calle', donde grandes lonas con publicidad del complejo cubren los locales sin actividad. Algunos de ellos permanecen sin inquilinos pese a encontrarse en una posición privilegiada, en la ruta central de acceso a Carrefour.
El propietario del centro comercial es el francés Grupo Klépierre, que compró en 2015 el Grupo Corio, el dueño anterior. Esta última firma anunció en 2013 una gran reforma para el recinto -cifrada en 65 millones- con el objetivo de ampliar su oferta de ocio. Lo hizo a bombo y platillo en una rueda de prensa junto al alcalde de Xirivella, pero nunca llegó a materializarla.
Con posterioridad puso la libertad de horarios comerciales como condición para cumplir con la inversión. Según denunciaba el centro comercial, la apertura en domingos y festivos de sus competidores radicados en València -declarada Zona de Gran Afluencia Turística en su práctica totalidad- le estaba generando un importante perjuicio, ya que el recinto, al encontrarse en el término municipal de Xirivella, solo podía hacerlo un total de 10 festivos anuales.
La redacción de Valencia Plaza contactó este martes con el Grupo Klépierre para consultar la versión oficial sobre el momento que vive el centro comercial, pero no obtuvo respuesta por parte de la compañía.