VALÈNCIA. Santiago Salvador se desenvuelve con soltura en su papel de candidato a concejal de Paterna. Como empresario responsable de hasta tres sociedades mercantiles en diferentes etapas de su vida y, sobre todo, como presidente de Asivalco (la entidad que dirige la zona industrial Fuente del Jarro) y de Fepeval (la federación de parques empresariales valencianos) está acostumbrado a las relaciones sociales, aunque desde otra faceta.
Ahora lo hace desde la política, la que, como apunta literalmente con una mueca de sonrisa aderezada de una mirada nostálgica, "he mamado". Y lo afirma añadiendo que "de niño me conocían como el hijo del alcalde" (de Gerardo Salvador, primer edil durante 24 años e impulsor del citado Fuente del Jarro).
Desde que su progenitor dejó el cargo, en 1970, han pasado 52 años. Con 70, ha llegado el momento de que Santiago ejerza el legado recibido, y que ya antes depositó su abuelo, Francisco (también alcalde paternero), en Gerardo. No ha sido la primera vez que lo tientan, pero sí la que ha sentido que, cubierto su ciclo empresarial y compaginándolo con el rol de abuelo, era la adecuada, la definitiva.
"Te hemos fichado", le espetaba con una sonrisa Carlos Mazón, presidente regional del PP, el pasado martes en Paterna, mientras ambos franqueaban, con la compañía del máximo responsable provincial popular, Vicent Mompó, la entrada que da acceso al patio de butacas del Gran Teatro Antonio Ferrandis. "Os estoy muy agradecido por la confianza", respondía Salvador estrechando manos.
Durante la hora larga anterior ya había practicado ese saludo con los numerosos vecinos con los que entablaba conversación en el recibidor del recinto donde iba a intervenir la candidata del PP a la alcaldía local, Sara Palma, pero, sobre todo, donde estaba previsto oficializar la incorporación de Salvador como número dos a ese elenco electoral, tal como adelantó en exclusiva Valencia Plaza.
Fue la estrella del acto. El empresario al que ha llegado la hora, ya jubilado y sin estar afiliado a un partido, de entrar en política. El empresario que se ha lanzado a la carrera electoral y que ya va algo más que al trote por las calles de su Paterna natal buscando votos y apoyos.
Y en la misma semana en que esto ha ocurrido, las expectativas de victoria electoral de Compromís en Alzira se han ido enfriando. El anuncio tardío de retirada de Diego Gómez, el alcalde -lo hizo más de un mes después de lo que él mismo anticipó-, está complicando un proceso de relevo que ya nació con retraso.
Parecía haber acelerado la agrupación compromisaria al encontrar en el ingeniero agrícola Alfons Domínguez a la persona adecuada para el revelo. No obstante, el proceso se ha enquistado a la hora de seleccionar al resto de la candidatura. No existe quórum.
La comisión creada ex profeso para confeccionar la lista y trasladarla a la aludida asamblea para que la ratifique, encabezada por el perseverante Andrés Gomis, ha intentado, de manera infructuosa, acelerar los trámites. No obstante, la asamblea de Compromís no ha aprobado la propuesta y toca comenzar de nuevo. Esto ha causado que la decisión retorne a la ejecutiva y ha reabierto todo el proceso, incluso el de la designación del alcaldable.
Lo único claro que queda ahora es que el 13 de febrero habrá lista, más que nada porque lo marca el reglamento de primarias de Compromís a escala regional. Se trata de la fecha tope en que tienen que presentar la candidatura y resolver todas las cuitas y ajustes internos. Antes, quizás se desarrollen varias reuniones asamblearias compromisarias en este municipio para votar entre diferentes candidaturas.
Alzira constituye un bastión fundamental para el conglomerado de partidos aglutinados bajo el logo naranja. De hecho, tras València se trata del municipio más populoso en el que ostenta la alcaldía en la provincia. Si le sirve de consuelo -"mal de muchos..."- puede contemplar la trifulca interna en su principal rival, el PP, que no autoriza que su presidente local, José Andrés Hernández, sea candidato.
Mientras, Gemma Alós, la alcaldable socialista, hace labor de hormiga, constante, con el fin de metamorfosear la debacle electoral de su partido en 2019 -se quedó con tres concejales sobre 21- en un resultado bastante mejor.
Y en Torrent, la localidad más poblada de la provincia junto a Gandia por detrás de la capital, continúa vivo y en plena forma un acuerdo de gobierno que parece pasar desapercibido a escala supramunicipal aunque resulta casi modélico por el respeto entre los socios. La alcaldía la tiene el PSPV, con el veterano Jesús Ros como baluarte. No obstante, la mayoría absoluta para alcanzar los 13 ediles se la otorga Ciudadanos, con sus dos votos.
De esta forma, en conjunto, desde aquel pacto suscrito en las semanas más virulentas del confinamiento pandémico, los votos de Raúl Claramonte y Toni Nebot -los dos ediles locales de Cs- han permitido la aprobación ya de tres presupuestos al equipo de gobierno. El último ha tenido lugar en el pleno de esta semana.
En Torrent el Botànic no existe. El pacto de la Torre -podría llamarse así por el monumento más característico del casco urbano-, o de El Vedat -si aludimos a su urbanización boscosa-, o de la Serra Perenxisa -si nos atenemos a este espacio verde paradigmático-, lo suscriben dos socios inhabituales y bien avenidos. Compromís, Vox y PP conforman la oposición.
El tercer teniente de alcalde y delegado de Movilidad, Transporte o de la gestión de la zona residencial de El Vedat, Raúl Claramonte, es el concejal con más responsabilidad institucional de Ciudadanos en la provincia. Y la quiere seguir teniendo y, previsiblemente, pactando con el PSPV tras las próximas elecciones, las de mayo del próximo año.
Para ello debe, de forma impepinable, conseguir representación. Con ese objetivo ya ha iniciado la campaña para las elecciones de 2023 en la que su singular apellido constituirá uno de los principales reclamos de su propuesta política. ¿Se impondrá el predicamento del candidato al deterioro de la marca del partido?