Parece otro mercado. Hay savia nueva entre las paradas, mucho color (literal y metafórico) y una plaza deliciosa donde juegan los niños y charlan los ancianos. Rojas Clemente ha vuelto a sonreir
Son las mismas instalaciones, el mismo edificio, muchas de las paradas de siempre y sin embargo, este mercado no parece el mismo que hace tres años. Incluso parece que tenga más luz. Quizá sea el sol de septiembre, o quizás el trabajo de los comerciantes que con su compromiso han hecho que resurja cual Ave Fénix. El exterior atestado de coches donde acechaban gorrillas y maleantes ha dado un cambio radical. La peatonalización de la plaza ha hecho de la entrada del mercado un lugar mucho más amable. Ahora los niños juegan sobre los columpios y algunos abuelitos discuten desde los bancos. En breve, el bar del mercado pondrá una terraza. El corazón del Botánico vuelve a bombear.
En los últimos años, este mercado se ha puesto las pilas. Además de la intervención de pintura mural impulsada por Distrito 008 (iniciativa que busca regenerar la vida cultural y social del distrito con código postal 46008) el mercado ha implementado el reparto a domicilio en bicicleta y ha sido uno de los pioneros en concienciar a los clientes sobre el abuso de los plásticos. También han habilitado una zona donde los niños pueden entretenerse mientras los mayores hacen la compra. Pero sobre todo, ha habido mucha gente trabajando para que el mercado no se desangrase. Una de las más entusiastas es Manuela, al frente de Sabores Griegos, esa parada que te transporta al país heleno de la mano de su gastronomía.
Manuela llegó al mercado cuando este funcionaba a medio gas. Muchas de las paradas estaban cerradas y el aspecto del recinto era de un cierto abandono. La presidenta entonces, Gabriela Álvarez, tenía muchas ganas de hacer cosas que revitalizaran el mercado y desde el primer momento Manuela se apuntó. Tres años después, sólo hay una parada en subasta. Hay alguna más cerrada, bien porque el negocio no ha funcionado o porque los propietarios se acaban de jubilar, pero ahora las cortinas que las tapan están pintadas con tomates y otros dibujos que les alejan de la imagen de descuido de antaño.
Tampoco hay que echar las campanas al vuelo. Los mercados no pasan por un buen momento y Rojas Clemente no es una excepción, por eso Manuela insiste en que la ampliación del horario es fundamental. "Necesitamos que nos dejen abrir al menos algún día a la semana para que la gente joven pueda venir a comprar. Yo insisto que aunque lo hagamos, hará falta paciencia, hasta que la gente se habitúe. Los clientes no llegan de la noche a la mañana aunque abramos más horas", afirma. Es el gran problema que enfrenta a los trabajadores de todos los mercados municipales. Cada puesto tiene su propia idiosincrasia. Unos se levantan a las 4 de la mañana para ir a Mercavalencia a por el género, otros solo tienen un trabajador y no pueden permitirse contratar a nadie más, muchos tienen ya su clientela hecha y no les hace falta abrir mientras que los recién llegados y la gente más joven llega cargada de energía y con ganas de hacer cosas. Pero hay que ponerse de acuerdo y no es nada fácil.
María es una de esas recién llegadas. En abril abrió un puesto de productos ecológicos, bajo la marca Terra i Xufa, la empresa de Enric Navarro y otro socios que lleva seis años vendiendo en el mercado de Ruzafa. Ella y su pareja son productores, tienen campos de cultivo ecológico en Castellar y hasta ahora trabajaban en mercados de calle y tiras de contar. "Nos interesaba apostar por el mercado municipal, salir de la calle a un puesto con un horario más regular y dimos el paso de la mano de Enric. Así, asociamos nuestro producto a los que elaboran ellos y a los productores cercanos con los que trabajan", explica.
Están contentos con los resultados hasta el momento. Los clientes prueban, vuelven y son cada vez más fieles. En los próximos meses incorporarán más productos: conservas, elaborados y alimentos a granel. Todo ecológico. "Ha habido un proceso de abandono de los mercados municipales. Ahora se está intentando revertir. Es complicado por las inercias, pero creo que una apuesta por el producto de calidad, diferente y fresco puede atraer a los clientes", añade. Como Manuela y otros compañeros cree que sería bueno ampliar el horario dentro de un orden, siendo consciente de que existen muchas realidades conviviendo en el mercado y cada una tiene sus propias circunstancias.
A dos pasos de María se sitúa uno de los puestos más veteranos. Vicky Vañó lleva 26 años trabajando en Rojas Clemente. Allí huele a mar y a trabajo bien hecho. Sus pescados deslumbran a cualquiera que le guste el buen género. Ella es una de las pioneras en luchar contra los plásticos. Ya lo contamos en su día. Vicky aplica un 5% de descuento en el precio a todos aquellos que lleven sus propios tápers o recipientes. Ella se ahorra el coste de las bolsas y lo más importante, ayuda a que todo ese plástico que gastaría en caso de no poner en marcha esa medida no acabe en los océanos junto a los 10 millones de toneladas que se calcula que terminan en los mares. Lo sabe porque lo ha visto. Mientras limpia el pescado dice que se ha encontrado de todo. La conciencia medioambiental de esta pescatera, que sirve a cocineros como Ricard Camarena o restaurantes como Rausell, ha contagiado a su clientela. Dice que el 80% trae al mercado sus propios envases.
Hace poco se quedaron la parada contigua para trabajar más cómodos y con la esperanza de que en el futuro los mercados puedan ofrecer degustaciones o productos elaborados para consumir en el momento. Es una reivindicación de muchos de los comerciantes. Sin querer convertirse en lo que no son, pero sí que les gustaría que el cliente pudiera ir al mercado a comerse unas gambas cocidas con una copa de vino en el caso de Vicky o una tapa de moussaka en el caso de Manuela. Saben que eso atraería a la gente, especialmente los sábados, pero la ordenanza actual no lo permite. De momento habrá que conformarse con lo que preparen para el Bonica Fest que este año se celebra el 14 de septiembre. Dicen que el salpicón que prepara Vicky es insuperable.
Vicky también habla del efecto positivo que ha tenido la peatonalización de la plaza. "Antes la gente no quería pasar por aquí de lo degradado que estaba. Ahora vienen las familias con niños, que son los que consumen y buscan calidad y buen producto", señala. A pesar de las mejoras, ella cree que se deben seguir haciendo cosas y pide a la Administración inversión para mejorar las instalaciones. Aún así, ella y los demás comerciantes reconocen que el actual Gobierno está más volcado con los mercados. "Estábamos muy abandonados", agrega.
Juan Carlos Navarro es el presidente del mercado "porque nadie más quiere serlo, no por gusto". Él lleva toda la vida, desde que tenía 16 años detrás del mostrador y antes ayudando a sus padres. Es la tercera generación de carniceros de su familia. Juan Carlos es más pesimista que Vicky. "La situación actual del mercado la veo complicada, porque no hay generaciones de profesionales que se quieran dedicar a trabajar en los mercados. No queremos que nuestros hijos se dediquen a esto y porque además, Valencia es una de las capitales que más metros cuadrados de venta ha creado de grandes superficies en los últimos años. No ha respetado ni los pequeños comercios ni los mercados, De hecho, se ha cargado todo el pequeño comercio que había en las calles", apunta mientras prepara unas hamburguesas.
"En los últimos años hemos mejorado un poquito, pero primero tiene que preocuparse el dueño del mercado, que es el Ayuntamiento, en mejorarlo. No puede ser esta iluminación, estos techos... Ahora están arreglando los sótanos porque sanitariamente ya era insostenible. Lo que no pueden es pretender que sus mercados funcionen cuando están a punto de desaparecer", explica el carnicero, que también reconoce que el gobierno de Ribó se ha preocupado mucho más que los anteriores. Tampoco exime de culpa a los propios comerciantes y cree que ha habido poca implicación por su parte. "Hace falta modernizar los mercados y promocionarlos", dice categórico.
A estas paradas se suman otras nuevas. Es el caso de Ultravins, un puesto que vende vinos, sobre todo nacionales y que regenta Tasos, el marido de Manuela. Tiene una importante selección de botellas, muchas ecológicas o especiales, de las que no encuentras en los supermercados. Sabe que es absurdo tener los mismos vinos que ellos. Me da a probar un vino bio de un pequeño productor, Pedro Olivares, que es una maravilla. Es lo bonito de los mercados, que los vendedores te dan a probar, te cuentan la historia que hay detrás de cada producto, te vas de allí con los nombres y apellidos del viticultor, del ganadero o el agricultor. Eso es un lujo.
También abrió hace un par de años L'arruixadora, una bonita floristería. Un coqueto puesto que lleva Mamen junto a su hermano en el que hacen cosas preciosas. Puede que el horario del mercado no sea el mejor para este tipo de negocio, pero sus creaciones alegran la vista y el ambiente. Se quejan de que el Ayuntamiento les haya obligado quitar una pequeña caja con flores que colocaron en la puerta. Hay ciertas cosas, que por mucho que estén contempladas por ley, uno no acaba de entender.
Hay más. Un nuevo puesto de productos italianos, otro especializado en nutrición y dietética que lleva una joven pareja... Conviven con las charcuterías, el puesto de frutos secos y el de encurtidos, con los dos bares que también han sido traspasados en los últimos años y con el resto de paradas que llevan allí desde siempre. En el mercado de Rojas Clemente se nota la ilusión y las ganas. Ahora solo falta que nosotros, los clientes, los que de verdad tenemos el poder, ayudemos a preservar estos centros que llenan de vida nuestros barrios. Sí, el corazón del Botánico vuelve a bombear. Está en nuestras manos que siga latiendo.