Hoy es 10 de octubre
La sesión parlamentaria para la ratificación de los tres decretos presentados por el Gobierno de coalición de Pedro Sánchez con Yolanda Díaz ha suscitado aprendizajes opuestos en los partidos gobernantes y en los opositores. Expondré primero lo que cuentan los partidarios de apoyar al Gobierno español, dejando para el siguiente Tibio las impresiones de los opositores.
Mis conocidos en las filas de Sumar y del PSOE han sacado sus propias conclusiones de la dichosa sesión parlamentaria, pero no se muestran unánimes, por lo que solo podré dar su opinión mayoritaria. Sospechan que Podemos se equivocó al votar en contra del decreto sobre los subsidios para desempleados. En nuestra región, el diputado Serna fue uno de los cinco que votaron en contra y, con ello, impidieron que se aprobase. Mis conocidos señalan que los de Podemos creían que sus votos no serían decisivos porque los de Juntos por Cataluña votarían en contra de los decretos, como habían anunciado reiteradamente. Como los de Juntos ocultaron hasta el final su intención de ausentarse, lograron dos efectos. Uno era obvio: obtener más prebendas de los negociadores socialistas; el otro era menos obvio: trasparentar la importancia sobrevenida de los votos de Podemos. Lo mismo no lo habrían hecho de haber adivinado el pacto póstumo entre los socialistas y los separatistas, pero otros opinan que mejor así. ¿Por qué? Para unos, porque ha quedado más claro que son imprescindibles para sacar adelante las iniciativas parlamentarias; para otros, porque ha quedado claro que son unos traidores a la clase obrera, lo que ya se veía venir desde el casoplón en Galapagar.
"UNA lección: hay que venir pactado de casa"
Con todo, la opinión más generalizada entre los que apoyan al Gobierno es que no se pueden seguir haciendo las cosas así. Hay que hacerse a la idea de que los grupos que invistieron presidente a Sánchez no son sanchistas incondicionales y, por tanto, hay que variar dos conductas. Primero, hay que renunciar a seguir recurriendo por sistema a los decretos. Sus ventajas son innegables, pues evitan los molestos informes de órganos consultores y permiten mezclar temas muy variados, lo que facilita que se aprueben cosas impopulares para no bloquear las populares. Ricino con miel es la receta. Muy útil, pero lo mismo hay que ir pensando en volver a dar al parlamento el papel que le corresponde. Una debilidad formal burguesa, cierto, pero es lo que hay. Lo ideal sería que los diputados y los jueces hiciesen lo que el gobierno propusiese, pero estamos en la Unión Europea y hay que acomodarse. Resignación. Después de todo, lo único importante es la victoria. Y la victoria consiste en seguir en nuestros puestos. No hay sucedáneo, ni alternativa a eso.
Segunda lección: hay que venir pactado de casa. El problema no es que hagamos demasiadas cesiones a los separatistas, sino que no las hacemos con suficiente discreción y diligencia. Después de todo, España no es una nación, sino un Estado plurinacional. Por tanto, da lo mismo que Cataluña se dote de estructuras de Estado independiente en seguridad, fronteras, relaciones exteriores, inmigración e idioma. Lo grave no es cederles esas competencias, sino hacerlo de forma apresurada y bajo extrema presión. O, dicho de otro modo, hay que lograr que las concesiones no parezcan un accidente, sino la consecuencia lógica de un programa plurinacional perfectamente calculado. No hay que dejar de hacer concesiones a los separatistas, sino evitar que solo ellos se apunten el tanto. ¿Y España? Un país maravilloso, muy plural y diverso. Eso sí, cada vez con menos competencias en nada.
"no hay mejor sanchista que el que niega que el sanchismo existe"
Finalmente, también hemos aprendido que conviene meter en cintura a los medios de comunicación que difundan el odio a Sánchez. No importa que lleve año y medio sin contestar en las ruedas de prensa; lo que importa es que se meten con él de forma desmedida. Que si abusa del Falcon, que si está subastando la soberanía española... Tonterías; lo que hay que procurar es que les retiren a determinados periodistas la licencia para trabajar en el Congreso. Aquí solo vale el periodismo ético y lo demás no es libertad de expresión, sino exaltación del odio. Quizás haya que insistir en la sugerencia de que los ministros son un grupo vulnerable objetivamente identificable. Lo último es seguro, pues no hay ninguna duda de quién es ministro y quién no lo es; lo de la vulnerabilidad hay que trabajarlo, pero puede que merezca la pena profundizar en esa idea. En realidad, pueden ser cesados en cualquier momento. ¿Cabe mayor vulnerabilidad?
Acaso crea el lector que he empleado la ironía en lo anterior. Desgraciadamente no es así. Solo son algunas de las opiniones que he recogido en los círculos murcianos, andaluces, gallegos y madrileños favorables al Gobierno español. Lo crean o no, así piensan los sanchistas. Solo que no les gusta que los llame así, pues según ellos el sanchismo no existe. Moraleja: no hay mejor sanchista que el que niega que el sanchismo existe.