VALÈNCIA. Con una pirámide poblacional completamente invertida y una 'hucha de las pensiones' cada vez más raquítica, las pensiones siguen dando que hablar -y mucho- entre una población española que se pregunta si habrá dinero para todos cuando llegue el momento de la retirada laboral.
Para conocer más a fondo esta problemática, que viene utilizándose como arma arrojadiza entre los políticos de turno, este diario ha contactado con uno de los mayores expertos independientes en la materia como es Carlos Vidal-Meliá. Catedrático del departamento de Economía Financiera y Actuarial de la Universidad de Valencia e investigador asociado del ICAE (Universidad Complutense de Madrid) y CEPAR (Universidad de Nueva Gales del Sur, Australia).
Vidal-Meliá -que tiene un gran cartel fuera de España con reconocimientos incluidos- propuso en 2009 bajo la presidencia de Rodríguez Zapatero la reforma del sistema público de pensiones. Lo hizo ante el Pacto de Toledo advirtiendo la necesidad de incorporar cuentas nocionales, balance actuarial y un mecanismo automático de estabilidad financiera... pero no le hicieron caso y la situación se ha agravado tremendamente desde entonces.
A continuación la charla mantenida con Carlos Vidal-Meliá, que también participó en la puesta en marcha de la llamada 'carta naranja' que iban a recibir todos los españoles durante su vida laboral para conocer lo que les iba a quedar en la jubilación... aunque finalmente se quedó en el olvido.
-En primer lugar, ¿llegaremos a cobrar la pensión la generación del ‘baby boom’?
-Esa es una pregunta recurrente, me la suelen formular cada cierto tiempo. Y mi respuesta es sí. Llegaremos a cobrarla, lo que no está claro es cuánto percibiremos, con una probabilidad muy elevada menos que la expectativa que ahora tenemos.
-Por cierto, ¿qué pasó con su propuesta ante el Pacto de Toledo allá por 2009?
-Mi propuesta estaba en la línea del sistema sueco de pensiones, basada en cinco principios: transparencia, solvencia, justicia actuarial, comunicación con la sociedad y adecuación. Desafortunadamente no me hicieron ni caso. Posteriormente algunos expertos han redescubierto todo esto y lo han propuesto como nuevo y suyo (sonríe).
-¿Y qué futuro le atisba al Pacto de Toledo?
-Se creó con la intención de "aislar las pensiones del debate político", es decir, evitar el uso del sistema de pensiones como arma electoral y "pensar en el largo plazo, discutir, analizar y proponer medidas para asegurar la sostenibilidad del sistema". Sin embargo, en la práctica es una gran mentira, una fuente de disparates y fomentar el populismo en pensiones. Sólo hay que echar la vista atrás -no mucho-, y pensar en lo que hicieron PP o PSOE cuando uno y otro estuvieron en el Gobierno y en la oposición.
-Recuerde a los lectores lo qué sucedió...
-Los dos grandes partidos tuvieron que aprobar reformas (2011 y 2013) y ambos tuvieron que adoptar sendas congelaciones de las prestaciones en 2010 y 2012. ¿Y qué hizo el otro partido? Esto no cambió con los partidos que pretenciosamente se autoetiquetaron como los de 'la nueva política'. Especialmente sangrante fue el comportamiento demagógico del partido especializado en el 'populismo en todo tipo de prestaciones' como es Podemos. La actuación en los últimos meses -previo a su acceso al poder-, organizando manifestaciones de pensionistas -los claros beneficiados de la crisis-, fue un ejemplo de agitación social injustificada y deslealtad hacia las instituciones.
-¿Y su visión sobre lo que se está trabajando en el Pacto de Toledo?
-Según lo que acordaron los grupos políticos este viernes, las recomendaciones del Pacto de Toledo serían: eliminación de gastos impropios de la Seguridad Social, recuperación del IPC como elemento de revalorización de las pensiones causadas, endurecer las prejubilaciones y posibilidad de elegir los mejores años dentro de entre los que se consideran para el cálculo de la base reguladora de la Seguridad Social. Nada de lo que se propone va a resolver el problema de solvencia del sistema. Algunas medidas servirán para enmascarar el problema, otras para ahondar en su insolvencia e insostenibilidad. Sería largo explicar cuáles serían las consecuencias de cada una de las propuestas.
-Por tanto, ¿cuál es su recomendación sobre el Pacto de Toledo?
-Mi recomendación principal sobre el Pacto de Toledo sería su disolución, y la sustitución por un panel de (verdaderos) expertos (independientes), que elaboren propuestas serias, fundadas y formuladas con un horizonte de largo plazo, con el objetivo de reforzar la transparencia, la justicia actuarial, la solvencia del sistema y la comunicación con la sociedad. La oficina del actuario jefe que se tendría que crear en España -a imagen y semejanza de las que existen en los países anglosajones- debería certificar la viabilidad de las propuestas.
-¿Qué receta aplicaría para tener unas pensiones sostenibles en el tiempo?
-No hay duda: si se quiere mantener el sistema de reparto como fuente principal de ingresos en la jubilación, habría que transitar lo más rápidamente posible hacia un modelo que sea capaz de integrar en el campo de la gestión pública la metodología del análisis actuarial. El referente para la reforma debería de ser el sistema público de pensiones de Suecia. Esto implicaría introducir los instrumentos en los que se basa este sistema/metodología; cuentas nocionales (CN), balances actuariales (BA), mecanismos financieros de ajuste automático (MAF) y el extracto de información personalizada sobre pensiones (IPP), que ayudan a mejorar la equidad, la transparencia, la solvencia del sistema, la comunicación con los cotizantes y pensionistas y minimizan la práctica del populismo en pensiones.
-Hablamos de que llegados a la jubilación habrá muchos que sean dependientes...
-Así es y en la realidad habría que ser más ambicioso, por lo habría que incluir en la jubilación la dependencia como una contingencia contributiva. La mayor parte de los jubilados van a pasar una parte importante de su esperanza de vida en situación de dependencia. De ahí que haya que empezar a tomárselo en serio porque las consecuencias financieras para la mayor parte de las familias son muy negativas.
-¿Qué fue de la famosa 'carta naranja' que se iba a enviar a todos los españoles para que supieran lo que iban a cobrar al jubilarse?
-Me gusta esta pregunta, ya que trabajé durante 2010-2011 para el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, Secretaría de Estado de Seguridad Social, en un proyecto titulado 'La información global e individual del sistema español de seguridad social: propuestas para su mejora'. El objetivo fundamental de este proyecto era realizar una serie de propuestas y recomendaciones, basadas principalmente en la experiencia internacional de las administraciones de la Seguridad Social, para mejorar la información global e individual periódica del sistema español de Seguridad Social.
-¿Y por qué se quedó en el cajón la 'carta naranja'?
-Simplemente le cito textualmente dos extractos de las conclusiones y los lectores comprenderán inmediatamente el por qué no se envía de manera generalizada: "En el caso español, la reforma de las pensiones de 2011, inesperada por gran parte de los cotizantes, que altera significativamente la expectativa de pensión de una gran parte de los cotizantes al modificar parámetros esenciales del sistema e introducir un mecanismo de ajuste financiero basado en la evolución de la esperanza de vida, justifica, si cabe todavía más, la oportunidad de considerar la introducción de este tipo de informes".
-¿Y el segundo extracto de las conclusiones?
-"Hay que hacerle comprender al cotizante en el informe individual que sus prestaciones dependen de dos aspectos: el individual, derivado de sus acciones como la cuantía de las cotizaciones realizadas, el tiempo durante el que ha estado cotizando, la edad de jubilación, etc.., y el colectivo, es decir de la capacidad del sistema de hacer frente a las obligaciones adquiridas con cotizantes y pensionistas, de tal manera que las dificultades financieras y/o los problemas de solvencia del sistema, pueden repercutir también en la cuantía de las prestaciones". Los lectores interesados podrían descargarse el proyecto completo pinchando aquí.
-¿Qué pasará el día que los tipos de interés vuelvan a subir y al Tesoro Público, que sigue financiando a la Seguridad Social, le toque pagar en lugar de cobrar como viene haciendo en los últimos tiempos?
-No es difícil imaginarlo, la crisis de solvencia del Reino de España se acentuaría y se tendrían que aplicar ajustes generalizados en todas las partidas de gasto. El sistema de pensiones sería uno de los que más sufriría ya que tiene un déficit estructural muy elevado, pero probablemente las consecuencias serían mucho mayores sobre los cotizantes que sobre los pensionistas actuales. La pandemia va a acelerar todo este proceso.
-Por cierto, ¿ve peligrar a la Seguridad Social con la multimillonaria deuda que acumula?
-Sin duda. Para el Tribunal de Cuentas, la Seguridad Social tiene "un problema de sostenibilidad financiera estructural". En otros informes, a los que nadie hace caso, califica la situación de la Seguridad Social de "quiebra técnica". En mi opinión, la deuda es una consecuencia del mal diseño del sistema, la mala gestión realizada, la caída del ritmo de crecimiento económico y el envejecimiento de la población que hacen que el sistema sea absolutamente insostenible. Desde luego si fuera una institución privada estaría inmersa en causa de disolución, y los administradores probablemente procesados.
-En este sentido, ¿cómo debería corregirse este grave problema de la deuda de la Seguridad Social?
-La solución no es transferir más dinero del presupuesto público, que es incapaz de cumplir sus propios presupuestos y se halla en una senda de crecimiento insostenible de la deuda pública. Hay que reformar el sistema; hay que hacer el sistema compatible con la situación económica y demográfica actual.
-¿Por qué las empresas españolas no son tan dadas a ofrecer planes de pensiones a los trabajadores al contrario de lo que sucede en los países de nuestro entorno?
-Es muy difícil con un tejido empresarial dominado por pequeñas y medianas empresas y en sectores de baja productividad ofrecer planes de pensiones a los trabajadores. Hay que ser realistas porque a duras penas pueden pagar las nóminas en muchos casos.
-Que solo uno de cada cinco españoles tenga un plan de pensiones, según los últimos datos de Inverco, lo que nos sitúa en la cola de los países de la OCDE ¿es falta de cultura financiera?
-Hay varios elementos que influyen, pero le señalaré tres: las prestaciones del sistema público son bastante elevadas con relación a los salarios; la rentabilidad conseguida por la mayoría de los planes de pensiones individuales, que hay que calificarla como pésima donde muy pocos son capaces de batir a la inflación en el largo plazo; y el tercer elemento es la inestabilidad del marco normativo-fiscal con demasiados cambios y no siempre en la dirección adecuada.
-Entonces, ¿cómo incentivaría los planes de pensiones?
-Hay varias maneras de hacerlo. Usted habla de planes de pensiones, pero yo me voy a referir en general a cualquier instrumento que fomente el ahorro-pensión. Les sugeriré dos: una para el ámbito individual y otra para el ámbito profesional-colectivo. Para el ámbito individual habría que crear lo que denominaría cuenta ahorro-pensión donde el ahorrador podría asignar cualquier activo financiero y/o real que se destinaría a complementar la prestación de jubilación o a complementar la invalidez o dependencia. Se irían realizando aportaciones y/o asignaciones de activos dentro de los límites establecidos. Tendría la ventaja de que lo podría gestionar él mismo y gozaría también de las ventajas fiscales asociadas a la tributación diferida. Además, introduciría un elemento competitivo en el mercado de los gestores profesionales (entidades financieras, compañías de seguros…). Al jubilarse o en el momento de la ocurrencia de alguna de las contingencias cubiertas se podría empezar a disponer del capital acumulado en forma de renta vitalicia, retiro programado y/o una combinación de ambas. Se podría disponer también de una pequeña cuantía en forma de capital.
-¿Y para el ámbito colectivo?
-Habría que aplicar una iniciativa muy exitosa experimentada en Reino Unido, que es el incentivo del ahorro para la jubilación mediante un mecanismo de enrolamiento automático o 'automatic enrolment' (AE) en planes de pensiones privados de capitalización individual. Este mecanismo aprovecha los descubrimientos de la economía del comportamiento, que indica que muchas personas necesitan ser 'empujadas' para ahorrar, pues el comportamiento humano está basado en la inercia. El enrolamiento automático es justamente ese empujón necesario para lograr que los trabajadores ahorren, ya que evita que tengan que tomar la decisión de inscribirse y facilita que ahorren por más tiempo: si se les incluye por defecto en un sistema de ahorro, los trabajadores tienden a quedarse ahí, ya que para salirse tienen que tomar la decisión activa y meditada de dejar de ahorrar.
-¿Algo que añadir al respecto?
-Muy brevemente, habría que incluir un mecanismo de contribución paralela o de 'subvención condicionada', en el que para tener derecho a la contribución que realiza el empresario o promotor, el trabajador debe realizar obligatoriamente su contribución. El esquema de AE permitiría al empleado elegir la opción de inversión de sus aportaciones, y de las que su empresa y el Estado realiza a su favor. El éxito en el Reino Unido de esta iniciativa ha sido muy notable, ya que el 91% de los trabajadores afiliados por defecto se ha mantenido en el sistema de AE.
-Por cierto, y como docente, ¿cómo impulsaría la cultura financiera?
-La cultura financiera debe impulsarse desde los primeros años de la enseñanza secundaria, y en el ámbito del sistema público de pensiones, a través de una reforma del sistema de pensiones de tipo nocional que fuerce a los cotizantes a pensar sobre la relación que existe entre sus cotizaciones, opciones de jubilación a diversas edades y la cuantía de la prestación en forma de renta vitalicia que finalmente alcanzarán.
-Usted ha colaborado tanto con organismos públicos –incluso internacionales como el Banco Mundial y la Agencia Estatal de la Seguridad Social de Suecia- como privados, ¿es muy diferente hacerlo para unos que para otros?
-El nivel de seriedad de algunas instituciones como las nombradas es difícil de encontrar aquí. Pero tengo que reconocer que no he tenido ningún tipo de presión ni orientación en los organismos de España con los que he colaborado. Otra cosa es que mi forma directa de expresar las cosas no me haya generado muchos amigos en ciertas instituciones (sonríe).