VALÈNCIA. Me gusta hablar de Corea del Sur. Porque disfruto con las historias de éxito, de esfuerzo, de compromiso. Y con los finales felices. Porque ilustran la superación de determinismos medievales presididos por una despiadada Divina Providencia y reivindican al hombre moderno que consiguió que el mundo estuviera en sus manos. Con la victoria ajustada del conservador Yoon Suk-yeol, aprovecho una vez más para relatar los logros de esta pequeña (en superficie) gran nación asiática. También procede detenerse en las circunstancias que auparon a Yoon al poder así como los grandes retos a los que se va a enfrentar.
La historia de Corea del Sur se puede calificar sin incurrir en exageraciones como de un milagro económico sin precedentes. A finales de los años cincuenta del siglo XX, los ingresos per cápita de Ghana y Corea del Sur era inquietantemente similares. Corea del Sur era un país devastado por una invasión japonesa y por una guerra civil que padeció la década anterior. Estaba situada geográficamente en el lugar y el momento equivocados al estar rodeado de vecinos ambiciosos y expansionistas (como era Japón) o simplemente colosales e inestables (como era China). Su vida política se caracterizaba por una corrupción rampante y una inestabilidad desquiciante. Su economía atrasada y rural era incapaz de servir a las necesidades más elementales de su población. Imperaba un proteccionismo castrante en materia de política industrial y un férreo control de los precios de los productos agrícolas. Además dependía escandalosamente para sobrevivir de la ayuda al desarrollo facilitada por Occidente.
Sin embargo, a través de la toma de decisiones políticas valientes e indispensables, el destino de un país que parecía tristemente abocado al fracaso fue revertido asegurándose un crecimiento y un desarrollo sin parangón. En efecto, Corea ha seguido una senda de éxito que le ha llevado en solo 20 años a un cambio muy positivo. El resto del mundo necesito de una media cerca de 100 años para alcanzar la posición a la que ha llegado Corea del Sur. ¿Cómo se consiguió? El relato del triunfo siempre es sencillo: por tener una sociedad esforzada y cohesionada, por la implementación de acciones con mucho coraje que tenían todo el sentido. Se procedió a poner énfasis en políticas educativas sólidas y consistentes, a abrirse de forma decidida al comercio internacional y a proteger industrias que el gobierno consideró clave. El artífice de estas políticas, en definitiva orientadas a hacer de Corea del Sur una economía exportadora, fue el General Park Chung-Hee a través de un gobierno de naturaleza claramente autoritaria. Se crearon unas dinámicas que podríamos calificar de virtuosas: así las industrias automovilística, petroquímica, de la construcción naval, electrónica, de maquinaria pesada fueron potenciadas muy intensamente a través de una altísima financiación por parte de la banca pública.
De forma simultánea, al tratarse de un país que no tiene recursos naturales propios notables, se disminuyeron todas las barreras arancelarias aplicables a la importación de todos aquellos productos que eran necesarios para fabricación de los bienes que, concluido el proceso productivo, serían a su vez destinados a la exportación. Es cierto que algunos sectores de actividad que no alcanzaron el calificativo de esenciales fueron severamente castigados por estar expuestos con intensidad a la competencia exterior y porque los recursos financieros se focalizaban en los otros sectores.
Pero en definitiva estas políticas facilitaron el desarrollo de los grandes conglomerados coreanos llamados chaebol que se han convertido en 50 años en verdaderos campeones nacionales. Al ganar volumen son sin duda las empresas más aptas para realizar inversiones masivas de capital y, lo que es clave canalizar dichas inversiones en la innovación. De esta forma, estas empresas a través de la altísima productividad alcanzada pudieron ganar cuota de mercado. Es particularmente ilustrativo del buen resultado de estas políticas que en 1960 las exportaciones representaban el 2% del PIB habiendo alcanzado en fechas anteriores a la pandemia, el 35%.
Como ejemplo de chaeboles encontramos en el primer puesto a Samsung: un grupo de empresas centrado en la electrónica, los seguros, las tarjetas de crédito, la construcción e industria naval. Actualmente factura 221 billones de won (moneda coreana) y con un activo de 317 billones. En el segundo puesto del podium tenemos a LG: que básicamente se dedica a la electrónica, química, seguros, renta variable y telecomunicaciones y factura 115 billones de won. Finalmente y en el tercer lugar, tenemos a Hyundai que se centra a los automóviles (mundo del motor) y a la siderúrgica, con un total de 107 billones de won en facturación. Tal ha sido el éxito de los chaeboles que desde los años 80 por su tamaño y su presencia dominante en la vida económica coreana han comenzado a ser vistos con cierta cautela por parte del gobierno surcoreano. Por lo tanto, se ha tratado de reducir el inmenso poder que estaban alcanzando los chaeboles procediéndose a realizar inspecciones de trabajo, poner en marcha medidas en defensa de la competencia y anti-monopolio y descentralizar a las empresas.
A principios de marzo de 2022, tras unas elecciones ejemplares caracterizadas, como es habitual, por una participación más que mayoritaria cercana al 77,15% (sí, Corea del Sur es una democracia vibrante) el conservador Yoon Suk-yeol ganó las elecciones presidenciales para desplegar su mandato durante los próximos 5 años. Es cierto que el margen de diferencia con el candidato más de izquierdas, el liberal Lee Jae-Myung, ha sido muy reducido, de tan solo 260.000 votos lo que ilustra un denominador común de muchas democracias avanzadas: que las sociedades se encuentran cada vez más divididas. En parte debido al mal hacer de determinados protagonistas políticos que se caracterizan por su radicalismo y, de esa forma, proyectan esa fractura en el cuerpo social.
En España esas inclinaciones destructivas se han dado intensamente en tiempos recientes y estamos tristemente familiarizados con las mismas. También la elección de Yoon rompe con la tradición de ciclos de 10 años de alternancia entre liberales y conservadores (su antecesor Moon Jae-in sobre el que ya he hecho referencia en esta columna en el pasado, era liberal). La victoria de Yoon implica asimismo cierto escoramiento hacia la derecha de la sociedad coreana. Yoon no es ningún desconocido en la política coreana si bien sus orígenes están en la carrera fiscal. En efecto tras 25 años como fiscal especialmente activo y habiendo conseguido sentar en el banquillo de los acusados a algunos de los empresarios y políticos más poderosos del país por corrupción, fue nombrado Fiscal General. Y llegó a procesar al que era el Ministro de Economía Cho Kuk provocando un enfrentamiento sin precedentes en el ejecutivo del Presidente Moon que se vio obligado a forzar su dimisión a principios de 2021.
Si bien Yoon ha sabido capitalizar el estado de opinión desfavorable contra el partido liberal suscitado por el presidente Moon, también es cierto que estas situaciones son las que precisamente van a constituir los grandes retos de su mandato y en resolverlas satisfactoriamente estará la clave de su éxito. Así, con carácter urgente va tener que enfrentarse al incremento salvaje de los precios de la vivienda de los últimos años. En efecto desde 2017, el precio de cualquier apartamento medio se ha duplicado alcanzando la elevadísima cifra de un millón de dólares. Moon intento mitigar ese subida astronómica de precios a través de un programa de 26 medidas que contrariamente a lo previsto hizo que la situación incluso se agravara.
Yoon va a tender a disminuir la excesiva regulación del mercado inmobiliario lo que posiblemente sea recibido de forma positiva. Por otro lado, se tendrá que dar respuesta a un colectivo que ha resultado relevante en la victoria de Yoon. Se trata de los jóvenes descontentos con una política de igualdad de género que entienden que les discrimina y les coloca en una situación de clara desventaja frente a las mujeres. Les parece especialmente escandaloso la obligación del servicio militar durante 18 meses frente a la exención del que resultan beneficiadas las mujeres. Este colectivo consiguió arrancar de Yoon la promesa de disolver el Ministerio de Igualdad si alcanzaba el poder. Si bien ahora es más que posible que recule ya que esta decisión podría enfrentarte con una parte relevante del electorado femenino.
En lo que respecta a cómo ha evolucionado la política anti-Covid, después de unos inicios especialmente satisfactorios (se combinó el uso intensivo de los tests, la trazabilidad de los casos y la implantación de cuarentenas muy focalizadas) parece que la gestión de la variante Omicron va a suponer un tema importante. La política de Covid 0 preconizada por China ha tenido unos efectos nefastos en materia económica y está provocando una respuesta de sorprendente rechazo por pare de la ciudadanía china (ver por favor los momentos en el WeeChat donde numerosos ciudadanos están manifestando su descontento de una forma a la que no estamos acostumbrados en China). Yoon tendrá que buscar un equilibrio a la Europea para gestionar esta situación. Con Corea del Norte la situación será siempre complicada: se mantendrá firme ante demostraciones militaristas y provocadoras como la del misil balístico intercontinental lanzado por Kim Jong (hay un video viral al respecto en el que el líder Norcoreano aparece como un grotesco personaje de una película de acción americana) pero de forma simultánea ha declarado que su mano siempre estará tendida para encontrar mecanismos que garanticen la estabilidad, una vecindad pacífica e incluso una reunificación futura.
Finalmente, el endeudamiento doméstico está disparado alcanzando situaciones de preocupante exceso. En efecto, el ratio entre endeudamiento doméstico y PIB es de 105,8% que resulta en uno de los más altos del mundo y dobla prácticamente la media de las 20 naciones más avanzadas del mundo. Por lo tanto, los surcoreanos están endeudándose más que nunca lo que preocupa a los políticos, ya que un aumento de los tipos de interés podría generar una situación explosiva.
No tengo dudas de que Corea del Sur va a demostrar una vez que puede gestionar satisfactoriamente situaciones difíciles y que el éxito seguirá estando de su parte.
Francisco Martínez Boluda es socio de Uría Menéndez en València